Pesca en el Atlántico Sur, extractivismo irracional
Juan Guahán|
Sobrevolar el Atlántico Sur permite observar una zona muy iluminada que da la idea de estar por encima de una gran ciudad. Se ve, de un lado una perfecta alineación de luces entre la oscuridad del mar y la costa patagónica. Desde esa línea hacia las profundidades marítimas se ven centenares de luces que se asemejan a la iluminación de Buenos Aires. Pero no. Buenos Aires está a unos mil quinientos kilómetros de ese lugar, que está relativamente cerca de nuestras Islas Malvinas.
Son los buques pesqueros de varios países largamente encabezados por la dotación china, a la que siguen más modestas dotaciones de España, Portugal y de otros países. Las luces prendidas, que es una técnica de pesca, tienen el objetivo de atraer a diversas especies que huyendo de la luz, se “protegen” en la trampa que les tienden debajo de los buques. Esa es la forma nocturna de la pesca irracional que acontece en el Atlántico Sur.
La línea de pesqueros está sobre la milla 201 para estar fuera del área del Mar Argentino (200 millas de la costa) y aprovechar los privilegios de un área no regulada (“Agujero Azul”) donde está uno de los paraísos de pesca de nuestro planeta.
Aprovechando un vacío legal, al no regularse la captura en las adyacencias de la zona exclusiva, allí pescan -degradando el ambiente, devastando las reservas ictícolas y con prácticas laborales esclavistas- unos 470 buques, apoyados por 4 barcos de mantenimiento que aseguran su reabastecimiento de petróleo y alimentos. También los acompañan 8 barcos frigoríficos que recogen la captura para procesarla y llevarla directamente a sus lugares de destino, sin pagar canon ni impuestos. En nuestra área protegida solo 177 buques tienen permiso para pescar dentro de nuestra “Zona Económica Exclusiva”.
Cada barco pesca entre 10 y 20 toneladas de calamar por día. Esa “ciudad” pesquera captura en 2 meses algo más de lo que a los buques legales les demanda un año entero.
Argentina pierde miles de millones de dólares por los derechos que no percibe y la salvaje depredación de los recursos.
Además de ese “vacío legal”, los pesqueros, fundamentalmente chinos apelan a todo tipo de artimañas. Una de las conocidas es pescar con barcos mellizos uno legal que da su posición al GPS y otro ilegal que lo hace en aguas argentinas y escapa cuando percibe que lo han ubicado. Luego no aceptan las denuncias porque el buque “mellizo legal” puede demostrar que estaba pescando en aguas internacionales. Otra forma de violar las normas es modificar la posición que el GPS informa.
La mayoría de estos pesqueros hacen temporada, para pescar el deseado calamar grande (illex) entre enero y agosto, vienen de hacer lo propio en las costas del Pacífico Sur (Chile, Perú y Ecuador). Ésa es la forma cómo operan las viejas potencias coloniales y las que pretenden ocupar su lugar.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)