El gobierno recibe al FMI y suma riesgos inminentes, mientras suenan ruidos de botas
Juan Guahán|
Ya están en la Argentina los funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI), garante del dólar y encargado de asegurar que el país va a pagar su deuda externa, y pasa algo novedoso: más allá de la pandemia reinante, aún son débiles las muestras de repudio. La postal de otras visitas era claramente distinta. Las movilizaciones callejeras estaban cargadas de un bullicioso rechazo… pero hay indicios que adelantan que esta semana se empezará a recuperar la memoria.
El cuestionamiento al FMI se manifestaba desde su llegada a Ezeiza hasta el destino del poder: la Plaza de Mayo; sin olvidar al Hotel Sheraton, su habitual residencia cuando “nos honraban con sus presencias”. Descifrar las razones de ese cambio aclararía varios puntos de la situación que estamos atravesando.
Para algunos se trata de otro FMI, mucho más humano y comprensivo de la situación, aunque ello no se note en los efectos de sus políticas.
Desde otro ángulo se trata del Covid y un hartazgo social que debilita las movilizaciones masivas, a excepción de las convocadas por reivindicaciones directas, urgentes e indudables. Este adormecimiento de la tradicional rebeldía popular puede tener vínculos con el hecho que la mayor parte del peronismo, la fuerza popular que le daba cuerpo y forma a esa indocilidad, hoy es gobierno. Muchos de los dirigentes que encabezaban aquellas muestras de enojo y desobediencia, hoy pispean el ingreso de los ejecutivos del FMI al Palacio de Hacienda, desde las hendijas de las ventanas de sus oficinas en la Casa Rosada. Eso, hasta ahora, no resolvió los problemas, pero sirvió para amortiguar las broncas colectivas.
En ese marco el gobierno le quiere mostrar a los empleados del FMI que los quiere recibir haciendo bien los deberes. Ahora vienen los debates y las típicas condicionalidades que someten –en beneficio de los intereses de las trasnacionales y los países centrales- nuestras soberanías nacionales. No son pocas las muestras que desde los propios círculos del cristinismo más duro han aceptado estas “reglas de juego” y el corrimiento a la derecha no se detiene. Desde las adyacencias de la ex-Presidenta tratan de “salvar la ropa” y el año con la aprobación de alguna forma de “impuesto a los más ricos”
¡Yo voy a gobernar… que pague el que sigue!
Es una costumbre muy arraigada. Los gobiernos transfieren a quienes los suceden las deudas que cada uno de ellos contrajo, y así sucesivamente. En el medio los consabidos intereses (y otras yerbas) que son el gran negocio del mundo financiero internacional y los gobernantes de turno. Pocos dan cuenta que esa dependencia impide ejercer la autonomía que deberíamos tener como país y atenta contra el bienestar de la mayoría de los compatriotas.
Mauricio Macri lo practicó con siniestra alevosía y con la complicidad del FMI. El pueblo, al elegir a Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, creyó que votaba por poner fin a esa siniestra trampa, enjuiciar a sus responsables y dejar constancia que se trataba de una impagable “deuda odiosa”. Una vez más la mayoría confió en “espejitos de colores”.
Ya se renegociaron los reclamos de los bonistas, ahora vino la hora del FMI. Es cuando Alberto Fernández muestra algunos rumbos del plan que ya está aplicando.
Si fue malo renegociar con los bonistas, es peor aún lo que se está haciendo con el FMI. Por esta ruta el país se encamina hacia la desgracia colectiva. En algún momento hay que decir ¡basta!, y recorrer otros caminos. El actual gobierno no muestra la voluntad de hacerlo, mientras algunos ex uniformados quieren revivir viejas mañas.
Esta semana nos dejó un ejemplo de cómo se aplica la regla que le puso el título a esta reflexión.
Había que desarmar la presión ejercida –desde una franja del poder económico- para que la mentada devaluación se produzca. La brecha entre el dólar oficial y el paralelo había superado el 150%; el gobierno sabía que eso no sería del agrado de nuestros “ilustres visitantes”. Bajó la brecha al 88%, pero l última semana se volvió a escapar y ya está en el 118%.
El Ministro de Economía sacó a relucir una jugada maestra. Cumplir con el pedido de los grandes fondos de inversión y dolarizar deudas en pesos. Eso serviría para achicar la brecha cambiaria y mostrar el control que tenía sobre el dólar.
De esa manera lograba varias ventajas: hacía que próximos vencimientos –en pesos- se alejaran, lo que achicaba los compromisos más inmediatos; le daba seguridad a los “bonistas-inversores”, dolarizando una parte de su cartera en pesos de escaso valor por bonos e intereses en dólares, con lo cual diluía la necesidad de una urgente devaluación.
Ahora, los voceros de esos mismos sectores –autodefinidos como “analistas financieros”- piden más: Quieren eliminar el anticipo impositivo de ganancias que se introdujo a mediados de septiembre. Así seguirá este partido que se empezó perdiendo antes que el rival (aunque más justo sería decir enemigo) entre a la cancha.
De ese modo seguimos adelante, al compás de alegatos oficiales, el rumbo no solo no se corrige, sino que se acentúa. Marchamos, como marcados por un destino implacable, hacia la “Crónica de una muerte anunciada”.
Ventajas malgastadas y riesgos que se aproximan
Cuando parecía que cuestiones de la realidad (la recuperada democracia boliviana, la próxima vacuna) le traerían algunas bocanadas de aire fresco, el gobierno optó por consumirlas –al ritmo de la vida actual- de un solo respiro, y se metió en algunos temas (trigo transgénico, nuevos cálculos para haberes jubilatorios) que le pueden complicar el futuro.
Lo ocurrido en Bolivia es una muestra de la capacidad de ese pueblo, particularmente su mundo indígena, de revertir una derrota. Los golpistas no se pudieron consolidar y –a un año de aquellos acontecimientos- la administración del Estado volvió a los sectores populares. Eso fue posible por la organización y lucha del pueblo en la calle. El futuro está cargado de interrogantes, las nuevas autoridades saben que repetir el pasado puede ser una convocatoria a nuevos golpistas.
El actual gobierno argentino y las organizaciones populares dieron sobradas muestras de solidaridad. Tamaño éxito hizo que los funcionarios argentinos quisieran saborearlo en un solo trago. Tanta emoción los llevó a descuidar los aspectos sanitarios. Un caso de Covid-19 hizo que la mayor parte del gabinete, incluido el Presidente, ahora tengan que permanecer aislados por el tiempo establecido.
La posibilidad de tener disponible -en un plazo relativamente corto- la vacuna rusa y otras semejantes, es otra de las noticias que reconfortan al gobierno. Lamentablemente, el exceso de optimismo comunicacional juega en contra.
Aunque las aplicaciones se inicien en diciembre, el alcance de las mismas no podría llegar a tener la magnitud señalada, unas 12 millones de dosis. Los temas burocráticos, los tiempos para su aprobación, la logística necesaria para su conservación, distribución y aplicación, junto a las limitaciones en los volúmenes de producción, son límites reales.
Desde otra óptica la insistencia en la aprobación del primer trigo transgénico del mundo, sujeto a que Brasil lo acepte, es un paso malo y peligroso. No solo afecta a la salud del pueblo, sino que se corre el riesgo de debilitar la penetración de las exportaciones.
Es un negocio para los proveedores de “paquetes tecnológicos”. Son variadas las organizaciones de productores y comercializadores, además de redes de consumidores y ambientalistas, que están avisando sobre los riesgos de autorizar este cultivo.
En cuanto a los nuevos cálculos para los haberes jubilatorios, que se ajustarán en marzo y setiembre y estarán basados en dos variables, recaudación y salarios, se reitera el riesgo que con las actuales políticas la inflación supere ese promedio y los jubilados vuelan a perder, como les viene pasando desde hace varios años.
Ese criterio y la falta de consulta motivó el rechazo hasta de una Confederación Gneral del Trabajo (CGT), que se ha caracterizado por su silencio, y ahora empieza a desperezarse y amenaza con una medida de fuerza.
“Mesa de enlace” para la conspiración
Un grupo de jefes militares y de fuerzas de seguridad retirados presentaron la “Mesa de Encuentro Libertador General San Martín” con el objetivo de expresar opiniones públicas sobre las políticas de defensa y seguridad y ponerse al frente de algunas reivindicaciones de esos sectores. La prensa y el gobierno los han denominado con el nombre de “Mesa de Enlace”.
“Nació para conspirar”, fue la respuesta de Agustín Rossi, ministro de Defensa, y el Presidente avaló y ratificó esos dichos. Según Rossi “Se presenta casi como una conducción alternativa a los jefes de las FFAA, asumiendo potestades, funciones objetivos que son propios de la conducción militar en actividad”
Al frente de esta operación política está el general retirado Ernesto Juan Bossi, que ya intentó una conspiración contra Néstor Kirchner en el 2004. La presentación formal de grupo se hizo en la sede de la Sociedad Militar Seguro de Vida. Se trata de una mutual, que tiene más de 100 años de vida y presta diversos servicios asistenciales a sus miembros, lo hace a través de sus 25 filiales expandidas por todo el territorio nacional.
Dicha entidad sacó un comunicado aclarando que solo prestó el uso de sus instalaciones. Al frente de dicha mutual se encuentra el general retirado Daniel Manuel Reimundes, procesado por espionaje ilegal. Es hijo del Coronel Manuel Reimundes, quien en los ‘60 fue creador de la logia “El Dragón Verde”.
Éste se caracterizó por sus amplios vínculos y fuertes influencias en los políticos de aquellos tiempos, habiéndose opuesto al derrocamiento del presidente Arturo Frondizi. A este Reimundes, su hijo, lo apodan “el dragoncito verde”.
Fundamentaron su creación en tres objetivos: “participar en el debate público y político sobre la defensa y la seguridad nacional; amalgamar a la familia de los uniformados y determinar intereses comunes y particulares de cientos de miles de uniformados”. A pesar de señalar que su aparición no significaba “un desafío a las instituciones”, proclamaron: “no nos justificamos más. Es hora de hacernos escuchar”.
El tiempo dirá si este anuncio está más cerca de alcanzar algunas reivindicaciones materiales, de la reciente experiencia electoral del militar excarapintada Juan José Gómez Centurión, de las protestas de la policía bonaerense que acosaron al gobernador cristinista Axel Kicillof, el aviso de nuevas presiones o una mera aventura publicitaría bien financiada.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)