“Cruela” Kamala Harris, una pragmática y neoliberal heredera de Obama
Mirko C. Trudeau|
Kamala (“Flor de loto”) Harris, de 55 años, seleccionada por el candidato demócrata Joe Biden como su vicepresidenta, tiene, a sus 55 años, la imagen de mujer fresca y combativa, poco frecuente en la política de Estados Unidos, opuesta a la de su compañero de papeleta, que tiene 77 años y lleva cuatro décadas en Washington, e incluso a la de sus rivales.
La caracterizan su moderación y su pragmatismo político y se identifica con el centro del partido, aunque en algunos asuntos ha modificado sus posiciones hacia la izquierda por la influencia de políticos como Bernie Sanders y Elizabeth Warren, pero advierte que “No estoy intentando reestructurar la sociedad. Sólo estoy intentando atender a los asuntos que despiertan a la gente en mitad de la noche”, com dijo al New York Times.
Como dice Noam Chomsky, EEUU está dirigido por el sector empresarial para sus propios beneficios y Harris está lejos de ser la “fiscal progresista” promocionada desde que presentó su candidatura en 2019. Su historial no guarda ninguna similitud con otros progresistas como Larry Krasner o Keith Ellison. Varios analistas destacan que Harris se destaca por su crueldad.
Y como prueban señalan que luchó por mantener a gente inocente en la cárcel, bloqueó las indemnizaciones a personas injustamente condenadas, defendió que los delincuentes no violentos permanecieran en la cárcel y siguieran trabajando como mano de obra barata, ocultó pruebas que podrían haber liberado a numerosos detenidos, intentó desestimar una demanda para terminar con el régimen de aislamiento en California y negó la operación de reasignación de género a presos transexuales.
Cabe recordar que hace una década Michelle Obama, ahora oradora en la apertura de la Convención Demócrata, era caricaturizada como “una mujer negra enfadada” y Hillary Clinton luchaba constantemente por suavizar su imagen hecha a imitación de Margaret Thatcher.
Harris nada tiene que ver con el ala progresista en la que destaca la senadora por Massachusetts Elizabeth Warren, quien ha impulsado «un gran cambio estructural» en las instituciones económicas y políticas de Estados Unidos, junto al “squad” (escuadrón) que conforman Alexandria Ocasio-Cortfez, Rashida Tlaib y Ayanna Pressley, el nuevo aire que llevó a los demócratas, en las pasadas elecciones legislativas a recuperar la Cámara Baja del Congreso.
Ocasio-Cortez, hija de padres puertorriqueños y con apenas 30 años, es la congresista más joven de la historia en entrar en el Capitalio; Omar llegó a EEUU con 12 años desde Somalia y también hizo historia cuando se convirtió en la primera legisladora de origen somalí; Tlaib, demócrata de Michigan, es la primera mujer de origen palestino en servir en el Congreso; Pressley, hija única de una madre soltera, es la primera mujer afroestadounidense electa al Congreso en representación del estado de Massachusetts.
El proceso de selección de la vicepresidencia ha sido especialmente caótico porque había bandos distintos y antagónicos (desde informantes de Biden, hasta activistas progresistas, funcionarios demócratas y grupos de donantes principales), compitiendo por influir, persuadir y hasta amenazar a Biden para que eligiera a su favorito.
Hubo ávidos contendientes que subieron hasta lo más alto, se reunieron en privado con Biden, aparecieron en televisión con él, recaudaron fondos para su campaña con ansias y luego, de repente, cayeron en desgracia. En algunas ocasiones aplastó cruelmente sus esperanzas en directos de televisión y en otras ocasiones se hundieron bajo una tormenta de filtraciones que pretendían debilitarlos. En última instancia, con todo este caótico proceso, Biden terminó saltándose al menos tres de sus plazos autoimpuestos.
Biden es conocido desde hace tiempo por su falta de disciplina y por su indecisión, algo que ha trasladado a la actual campaña, hasta el punto de casi haberse saboteado a sí mismo antes de empezar. Hasta el Times habló, eufemísiticamente, de la “costumbre de extender los plazos de tal forma que algunos demócratas se muestran ansiosos y molestos”.
La derrota de los progresistas
El posible ascenso de Harris a la Casa Blanca consolida la derrota, al menos de forma temporal, de la izquierda Demócrata a manos de la facción corporativa del partido, y la fijación de sus élites por seguir adelante con la política superficial y corporativa de la era Obama, que se basa ante todo en rebajar las expectativas de la gente común y corriente.
Harris se parece a Barack Obama, con quien mantiene una relación estrecha desde que compartieron curules en el Senado en 2004, en lo referente a una experiencia personal más multicultural e internacional que la mayoría de sus colegas en Washington.
Pero cuenta con una identidad racial más compleja que la de otros afroamericanos: su madre era india (de la India) aunque la consideraban negra. Harris la define como “brown” (“marrón”, el adjetivo que se utiliza a menudo en Estados Unidos para incluir a latinos, asiáticos y otras personas de distintos orígenes) que loa republicanos y muchos demócratas tratan de olvidar..
Donald Trump, al conocer su selección, dijo que la senadora fue “nasty” (“cruel” o “desagradable”) con el juez Kavanaugh. Pero lo cierto es que los republicanos están preocupados por esta nueva fuerza en la campaña de un apático Biden contra Trump y contra el vicepresidente Mike Pence, a quien Harris se enfrentará en el único debate de los aspirantes a vicepresidente, previsto para el 7 de octubre en la Universidad de Utah.
Uno de los primeros debates de las primarias demócratas fue, quizá, el momento más exitoso de la fallida campaña presidencial de Kamala Harris, cuando acorraló a Joe Biden por haber elogiado a senadores racistas y por haberse opuesto a aplicar en todo el país la práctica de llevar escolares de barrios más pobres a barrios más ricos para integrar los colegios, que -auqnue fuera ilegal- seguían segregados por raza.
Harris estudió en la segunda clase integrada de su colegio, y ella iba en autobús cada mañana a un barrio más rico y más blanco que el suyo. “No creo que seas racista, pero…”, le dijo a Biden en ese debate. Biden, tras sufrir en la respuesta, acabó cediendo su turno: “Se me ha acabado el tiempo”.
“Algunos votantes rechazarán su ambición o considerarán que su tono es amenazante aunque realmente no lo sea… sobre todo por los estereotipos que hay sobre las mujeres negras en Estados Unidos. Lo que puede ser importante es que hay más comentaristas, periodistas y activistas dispuestos a reaccionar contra el sexismo y el racismo”, señala Kelly Dittmar, profesora de Políticas de la Universidad Rutgers.
Harris nació en Oakland, en el norte de California, de padres inmigrantes, profesores universitarios. En los años 50, su padre emigró de Jamaica y su madre, del sur de la India, y se conocieron como estudiantes en Berkeley. Su madre, Shyamala Gopalan, fue educó a sus dos hijas, Kamala y Maya, tras divorciarse cuando. llegó a ser una reputada investigadora del cáncer de mama, aun cuando la confundieran con una limpiadora.
Como Obama, Harris Kamala, quien incluso fue acusada de no “ser suficientemente negra” y estar casada con Doug Emhoff, un abogado blanco rico, se educó en colegios donde la mayoría de los estudiantes eran blancos hasta que fue a la Universidad Howard de Washington, que nació como otros college para acoger estudiantes negros.
Cuando le preguntan cómo es ser “la primera”, Harris suele bromear con ser «la primera ‘rellena-el-espacio'» en varias categorías y contesta con que “un hombre” también podría hacer su trabajo. Si fuera elegida, sería la primera vicepresidenta de Estados Unidos. También la primera persona india-americana en ocupar la posición. Su marido también sería el primer “segundo caballero” (blanco) de Estados Unidos.
Harris está acostumbrada a lo que supone ser una mujer en un cargo público y a sufrir comentarios sobre su aspecto o sus relaciones. Su amigo Obama dijo en un evento público en 2013 que era “la fiscal general más guapa” de Estados Unidos. Kamala sigue defendiéndose de la idea de que medró por su breve relación amorosa en los 90 con Willie Brown, poderoso alcalde de San Francisco..
La fiscal y los inmigrantes
En marzo de 2018, en una audiencia en el Capitolio, la senadora Kamala Harris preguntó una y otra vez, de manera directa y cortante, al entonces fiscal general Jeff Sessions si se había reunido con empresarios rusos durante la campaña presidencial de 2016. Después de varias evasivas, Sessions elevó la voz y dijo, casi suplicando: “No soy capaz de acelerar tan deprisa, me pone nervioso”.
Unos meses después, Harris interrogó al aspirante a juez del Supremo Brett Kavanaugh con el mismo estilo: una sola pregunta corta y directa, interrumpiendo al interrogado que divagaba sin contestar. Kavanaugh acabó perdiendo los nervios en esa audiencia, gritando y llorando.
La mayor parte de su carrera, Harris ha sido fiscal elegida, primero de San Francisco y luego de todo el estado de California. Ella fue la primera mujer elegida como fiscal general. Sus interrogatorios en el Senado desde que fue elegida senadora en 2016, la han hecho famosa como única senadora negra, apenas la segunda en toda la historia de EEUU.
El hecho de que Harris tenga la experiencia inmigrante puede conectar en particular con votantes latinos, como “hijos de inmigrantes” dentro del reto que tienen las campañas de movilizar a los nuevos votantes en particular. 32 millones de latinos podrán votar el 3 de noviembre, más que ninguna otra minoría en el país, pero en 2016 menos de la mitad de ellos acudieron a las urnas: la mayoría de ellos (dicen las encuestas) votarán por Biden y un 30% por Trump
Mark Hugo López, director de migración global y demografía en el centro de encuestas Pew, explicó a elDiario.es que también que en 2016 los demócratas perdieron en parte porque la participación de los negros bajó, en particular en suburbios clave. La movilización no ha sido igual desde la campaña de Obama en 2008 y 2012, y está por ver ahora si Biden y Harris resucitan ese entusiasmo.
Su género puede atraer a más votantes mujeres, las más reticentes a Trump en todas las edades y razas, pero también puede alejar a otros votantes. Un 35% de los votantes creen que un hombre es mejor para gestionar asuntos de seguridad nacional, según Pew.
*Economista del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)