La oposición boliviana acelera la guerra sucia para impedir la reelección de Evo
Sullkata M. Quilla
Los incendios en la Chiquitanía y la desconfianza en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se han convertido en las dos puntas de lanza con las que la oposición busca disminuir la gran ventaja que, según todas las encuestas Evo Morales les lleva a sus competidores de cara a las elecciones generales del 20 de octubre.
La derecha boliviana, apoyada por Estados Unidos y Colombia, y grupos ideológicamente similares de Venezuela y Nicaragua, apuesta a generar un ambiente de convulsión social que ponga en duda la legalidad y la legitimidad de una victoria de Morales, para así alentar un escenario de desestabilización, similar al creado en Venezuela.
A dos semanas de las elecciones generales, el país amaneció amenazado con una ‘revolución de colores’. Luis Fernando Camacho, exjefe del comité Pro Santa Cruz habló de la necesidad de avanzar en su sueño secesionista. Con mucha similitud a los denominados intentos de golpes blandos en Europa del este, Camacho instó claramente a la ‘rebeldía y desobediencia, ante un posible fraude’ electoral.
El 23 de agosto de 2008 el expresidente del Comité Cívico de Santa Cruz Bronco Marinkovic (prófugo de la justicia por sedición y separatismo), planteó que la autonomía ya era insuficiente y había que pasar al federalismo de la llamada Media Luna -Tarija, Pando, Santa Cruz y Beni- con acciones de fuerza de manera escalonada
Mientras, los focos de incendio en la Chiquitanía —que es una zona de transición entre el Chaco y la Amazonía—, han sido atribuidos por la oposición a normas aprobadas por el gobierno para ampliar la frontera agrícola y la quema controlada, que es una técnica empleada tradicionalmente para mejorar la calidad del suelo para una próxima siembra de cultivos.
Respaldada por medios de comunicación hegemónicos, nacionales y trasnacionales, la oposición partidaria y la camuflada en las autodenominadas “plataformas ciudadanas”, ha construido esta imagen para reforzar la posición anti-Evo.
La ofensiva es sobre los sectores de la población que respaldaron la marcha de un grupo de indígenas del Tipnis en 2011 y que en el referéndum del 21 de febrero de 2016 votaron en contra de la propuesta de modificar el artículo 168 para habilitar a Morales para las elecciones de este año.
También es posible que surja algún grupo de jóvenes supuestamente ambientalistas para presentar a una contraimagen construida del líder indígena sobre su conocido respeto a la Madre Tierra.
La oposición ataca, asimismo, la credibilidad del Tribunal Electoral poniendo en duda. su imparcialidad. Hace una semana, el embajador de Alemania, Stefan Duppel, en claras declaraciones tan injerencistas como irresponsables dijo: “A mí me preocupa el día después de las Elecciones ¿Están todos de acuerdo en que esos resultados son limpios? Yo creo que hay mucha desconfianza en general en elecciones”.
Las declaraciones de Duppel evidencias la estrategia de la oposición para desconocer los resultados de unas elecciones en las que le darían a Evo Morales una victoria en primera vuelta. Seguramente si no se viviera una etapa preelectoral, el embajador sería expulsado del país.
Cambio reportó el apoyo a esta manifestación de representantes de la extrema derecha boliviana como Carlos Sánchez Berzaín (prófugo en Estados Unidos tras la matanza de octubre de 2003) y Leopoldo Fernández, exprefecto de Pando condenado el 10 de marzo de 2017 a 15 años de cárcel por la denominada Masacre de Porvenir, que el 11 de septiembre de 2008 costó la vida a 13 personas, en su mayoría campesinos.
Medios de prensa alertaron recientemente sobre la presencia en el departamento cruceño de un equipo de expertos civiles y militares encabezados por George Eli Birnbaun, consultor político estaounidense, que llegó a ser jefe de gabinete del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, además de trabajar con Arthur Finkestein, diseñador de estrategias para los republicanos en Estados Unidos.
Birnbaun también dirigió el equipo de campaña política de Martha Lucía Ramírez, vicepresidenta de Colombia, a favor de quien aplicó la estrategia de las falsas noticias, concluye La Época.
* Antropóloga y economista, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)