Sálvese quien pueda: La disolución del maquillaje neoliberal argentino

619

 

Jorge Elbaum

La alianza neoliberal Cambiemos parece haber entrado en fase de desintegración cariocinética. Las seis facciones que conformaron su entramado ensayaron en la última semana formas diferentes de digerir los resultados de las elecciones primarias (PASO), entre intentos de insivibilización de la realidad, la advertencia sobre el terrorismo comércial, hipotéticos desastres migratorios y la amenaza de desintegrar Mercosur.

Estas facciones son: (a) los empresarios ligados a las corporaciones trasnacionales, (b) los medios hegemónicos, (c) los servicios de inteligencia, (d) las delegaciones diplomáticas de Washington y Tel Aviv, (e) el grupo de tareas de (los tribunales capitalinos de) Comodoro PRO, y (f) los servicios de inteligencia, las que ensayaron las diferentes estrategias de abandono del barco macrista  y los primeros planteos de lobby sobre el Frente de Todxs.

Los primeros –sobre todo aquellos que devinieron funcionarios gubernamentales– apelaron, luego de la irritación inicial, a generar efectos de invisibilización. La máxima expresión de dicha perspectiva se hizo visible en el stand-up de la fundadora de la Alianza Libertadora del siglo XXI, Elisa Carrió, quien asumió las riendas de la contraofensiva: “Cobardes los que se borran. Cobardes los que se enamoran de cualquier candidato cuando está en juego la República”.

Entre los históricos baluartes mediáticos se observaron respuestas menos reactivas, más pragmáticas y ubicuas: muchos periodistas acólitos se sintieron inspirados por el rayo lumínico de la autocrítica demorada, al tiempo que sus jefes programaban en forma paralela instancias de contacto para garantizar una salida ordenada del macrismo, que permita configurar una oposición compacta y creíble en el próximo Congreso Nacional.

El temor de Héctor Magnetto (CEO del Grupo Clarín)  y sus seguidores es que la derrota electoral venga acompañada de un descrédito generalizado hacia la alianza neoliberal hoy en el gobierno, y que el nacionalismo popular incremente su capital político y se convierta en un actor capaz de proponer medidas de fondo.

Los medios hegemónicos ya asumieron la derrota. La tarea que les compete es condicionar a los próximos gobernantes. En 2003, luego de la asunción de Néstor Kirchner, el entonces prohombre del diario La Nación, Claudio Escribano, le presentó un pliego de condiciones para restringir su maniobrabilidad política (1).

Hoy, sus referentes más conspicuos ya están trabajando en ese mismo escenario. Quizás no recuerdan que Kirchner los enfrentó con un 22 % de los votos. La idea de un triunfo de lxs Fernández en primera vuelta y de una concomitante implosión de la alianza gobernante hace crecer el estupor entre las huestes mediático-hegemónicas.

La recepción de los resultados de las PASO al interior del núcleo duro del macrismo se vio caracterizada de manera estructural  por una doble actitud crispada: un viaje abrupto –sin escalas– de la cólera insomne e irascible de la noche del domingo a un decisionismo improvisado, contradictorio y carente de cualquier estimación de  impacto, apenas un día después.

Resultado de imagen para carrioFrente a estos actos intempestivos e incoherentes, muchos analistas recordaron el apotegma presidencial pronunciado apenas un año atrás: “Si me vuelvo loco, puedo hacerles mucho daño”. Empresarios de la Unión Industrial Argentina hipotetizaron el último viernes que esa habría sido la explicación más plausible sobre la sobreactuación optimista, en formato financiero, que incluyó la manipulación de los denominados “mercados”,  eufemismo utilizado para nominar a los compradores y vendedores de acciones y bonos locales, o a homólogos putativos con sede en Estados Unidos (2).

Los manotazos de ahogado, coherentes con el seguimiento oportunista de la realidad, se combinaron con un evidente desánimo de las bases electorales macristas. Mientras Carrió anunciaba que “nos van a sacar muertos” (asociando la lógica electoral a un relato funerario),  el jefe de gabinete Marcos Peña apeló a uno de sus recurrentes ademanes negacionistas: lanzó una comunicación a su feligresía más cercana para convencerla de la necesidad de desconocer los datos empíricos de las PASO.

El título de la misma fue: “Ellos no ganaron. Línea discursiva para aguantar”. Esa impronta rayana en la pérdida de consciencia de realidad, fue sin duda la que motivó al Presidente a eludir la felicitación a su contendiente del Frente de Todxs, hecho que se constituye en un dato inédito en la historia democrática argentina.

Los datos evidencian que la mascarada del marketing continúa siendo el formato político privilegiado, a pesar de la rauda huida del país de uno de su númenes teóricos más reconocidos, Jaime Durán Barba. En ese mismo registro pretendidamente ficcional, de equívoco e incoherencia interactiva, el actual ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, subrayó el último jueves que Mauricio Macri no estaba “enojado con aquel que votó”. Tal afirmación se produjo 48 horas después de que el Presidente se disculpó, apesadumbrado, por su cólera insomne.

Mientras tanto, las delegaciones diplomáticas que dieron soporte internacional al macrismo como parte de las fracciones constitutivas de la alianza neoliberal local, se dispusieron a mendigar interlocutores en las orillas del Frente ganador. Uno de los referentes políticos cercanos a Alberto Fernández confesó con humor que “en el tendido de puentes se hacían los distraídos respecto al rol jugado en los tres años y medio recientes. Como si ellos nunca hubiesen tenido vínculos profundos, casi carnales, con los dirigentes de Cambiemos”.

En forma paralela, coincidente con la antigua estrategia de pinzas, el Departamento de Estado de Washington encomendó a su mastín  regional, Jair Messias Bolsonaro, la tarea de amenazar a la Argentina con una potencial desintegración del Mercosur, cuya existencia, sin embargo, ya ha sido puesta en cuestión, en forma paulatina, desde su asunción presidencial el 1° de enero de 2019.

A las advertencias de terrorismo comercial, el enviado de Trump le sumó la inminencia de hipotéticos desastres migratorios producidos por la mímesis chavista del Frente de Todxs. En ese mismo plano, el Consejo de las Américas (Americas Society / Council of the Americas, AS/COA), dispuso la suspensión de su evento anual, que podría dar pie a la degradación del mejor equipo de los últimos 50 años, cuyo triste y solitario final busca ser disimulado al máximo posible.

El encuentro se pospuso para el 4 de diciembre, una vez que se conozca el Gobierno electo, y puedan desplegarse los mecanismos de extorsión diplomática habituales de los think-tanks y los académicos funcionales a los intereses trasnacionales.

El otro pilar de la facción injerencista, la Embajada de Israel –que logró influir de forma trascendente dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores, gracias a los oficios de Mario Montoto y Patricia Bullrich–, ha delegado sus operaciones en las organizaiones isfraelíes DAIA y la AMIA, que se han abocado, desde el último martes, a despegarse de sus versiones más caricaturescas,  como el diputado Waldo Wolff o el Secretario de Derechos (in)Humanos, Claudio Avruj.

Rápido de reflejos, Wolff se dedicó a eliminar antiguos posteos provocadores, entre los que figuran videos recientes en los que apostrofaba en forma arrogante sobre la victoria de Juntos por el Cambio, mientras caminaba desafiante por un country de la zona norte bonaerense.

La febril supresión virtual incluyó la rápida evaporación de decenas de posteos en los que desafiaba a dirigentes populares, se regodeaba con la muerte de, excanciller Héctor Timerman e incitaba al encarcelamiento de Cristina Fernández de Kirchner y su hija Florencia. En forma coincidente, el titular de la DAIA, Jorge Knoblovits, mandó a sus asistentes a poner paños fríos con relación al kirchnerismo sugiriendo que nunca fueron parte de las persecuciones que tramitaron.Waldo Wolff.

Sin embargo, la ofensiva más explícita del Likud provino de uno de sus dirigentes más caracterizados, Gustavo Perednik, quien hizo circular un mensaje de WhatsApp a través de cientos de dirigentes de la derecha comunitaria.

“Ustedes piensan con el bolsillo en vez de pensar con la cabeza”, les señaló en un mensaje consternado: “Yo no digo que con Macri estamos bien, solo digo que no voto antisemitas y que no voy a permitir que mis hijos vivan en un país donde seamos perseguidos y no tengamos voz ni voto”, agregó. “Yo llamo a toda la comunidad judía a que se una y vote con la cabeza y no con el bolsillo”.

Según dirigentes cercanos a Perednik, su apelación colérica fue en respuesta a un documento difundido semanas atrás por el Llamamiento Argentino Judío, firmado por su presidente Marcelo Horestein, en el que se cuestionaba la intención de la derecha comunitaria de “considerar a la colectividad argentina judía como una entidad homogénea” alineada con las políticas de la Embajada israelí.

En ese documento se advertía, además, que “no somos indiferentes ante este proyecto político económico neoliberal llevado adelante por el gobierno actual que, al igual que en la dictadura y el menemismo, sólo beneficia a un reducido sector social de dueños de grandes corporaciones, terratenientes, bancos, grupos económicos muy concentrados y sectores del privilegio, al tiempo que atacan a la industria nacional para volver a primarizar la economía y convertirnos en exportadores de materias primas con muy poco valor agregado (…)”

“En estas elecciones están en juego dos modelos de país: uno con el predominio de los mercados donde las grandes mayorías son convidadas de piedra en una sociedad injusta, donde la mitad de la población es descartable; y otro, donde la intervención del Estado actúe como distribuidor del ingreso, de manera que el conjunto de la sociedad pueda tener una vida digna, con salud y educación al alcance de todos y que los sectores más vulnerables no queden liberados a su propia suerte”. Según allegados a Perednik, este último comunicado fue el disparador de su contrariado mensaje incendiario [3].

Mientras los CEOs de las 250 empresas de mayor facturación se debaten entre la resignación y el pedido para que Macri se baje y le deje el lugar a Lavagna, sus amigos de (los tribunales capitalinos de) Comodoro Pry se escudan en el disimulo, las raudas tramitaciones de jubilaciones y la consecución de visas con destino a Miami. Los pases de factura empiezan a estar a la orden del día y las llamadas telefónicas hacia operadores políticos difusos se han convertido en la tarea tribunalicia más febril.

Muchas de las secretarias de despacho han recibido la orden de esquivar las comunicaciones con actuales funcionarios, muchos de ellos preocupados en garantizarse coberturas de mediano plazo frente a la futura irrupción de causas –hoy paralizadas– por conflicto de intereses y enriquecimientos ilícitos producidos durante el trayecto empresarial por la función pública. En la planta baja del edificio de Retiro comparaban, el último jueves, las causas de judicialización del dólar futuro con la sobreactuación financiera previa a las elecciones y su contracara,  la ausencia de intervención el lunes subsiguiente, como método para escarmentar a la sociedad en su conjunto.

Fue sin duda la diputada Elisa Carrió quien condensó la fase psicótica de Cambiemos: “Este es el momento de la victoria”. Como atestiguó Joan Manuel Serrat en una hermosa canción, Sinceramente tuyo, que evoca un libro editado durante los últimos meses, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

*Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la). Publicado en elcohetealaluna.com

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.