Empezó el “fin de ciclo” del macrismo: lo avalan encuestas y el comportamiento de la Justicia
Juan Guahán|
Mauricio Macri cumple 1221 días de haber comenzado su mandato presidencial y le restan –si lo termina- 240 para culminarlo, pero ya ha iniciado su “fin de ciclo”. Lo advierten las encuestas y lo certifica el fino olfato de los jueces federales. Los votos de las provincias patagónicas se inclinan por una “tercera posición”.
Hay que tener presente algunas fechas electorales que hoy sacuden a los “operadores” políticos que se mueven frenéticos buscando los arreglos que les permitan acceder al manejo de una porción del presupuesto. El próximo 22 de junio es el “cierre de listas”; el 11 de agosto es la fecha prevista para las elecciones internas (PASO).
El 27 de octubre habrá elecciones para presidente y legisladores nacionales y eventualmente el 24 de noviembre habrá segunda vuelta si ninguna fórmula presidencial alcanza el número requerido para ser electo en la primera vuelta. Estas fechas y la trasmisión del mando, prevista para el 10 de diciembre, son las que movilizan voluntades, objetivos y recursos de la más diversa índole.
Ellos forman parte de una metodología que es el sustento de lo que se conoce como la democracia representativa. En ella, según el artículo 22 de la Constitución: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución”.
Esto hace que la papeleta que se puso en la urna le da autoridad a quien junte más votos a gobernar por cuatro años y hacerlo o no de acuerdo a los prometido. Ésa es la esencia de la democracia que tenemos. De todos modos estos aspectos institucionales deben ser complementados con otras cuestiones políticas y ellas tienen que ver con la confianza en ese gobierno para que pueda gobernar.
La confianza política en el actual gobierno sigue cayendo hasta el punto que no son pocos los que ponen en duda que pueda cumplir con los plazos constitucionales ya fijados. Más allá de esa situación extrema, que hasta ahora no aparece, sí es evidente que el gobierno ha iniciado el período en el que su capacidad de decisión sobre los factores de poder tiene un peso cada vez menor. Eso no lo imposibilita para proponer leyes, dictar decretos o resoluciones pero su efectivo cumplimiento e influencia en la sociedad se va deteriorando.
Todo lo dicho permite afirmar que se ha iniciado el “fin de ciclo” del actual gobierno macrista, situación que muy difícilmente pueda ser revertida, lo que anticipa la perspectiva de una derrota electoral.
Son muchas las cuestiones que van marcando la aproximación a esa situación, pero algunos hechos recientes le dan una fuerza y credibilidad mucho mayor: varias encuestas y el comportamientos de la Justicia Federal.
Respecto a las encuestas, la inmensa mayoría de las conocidas coincide en un tema clave: Macri pierde con los principales candidatos de la oposición, Cristina Fernández de Kirchner, Lavagna y Sergio Massa. Es un dato que, al igual que todas las encuestas, puede estar “tocado” por otros intereses. Pero esos “otros intereses” forman parte del sistema de poder que tenía al macrismo como gobierno propio y que –ahora- lo han abandonado.
Si no queremos considerar a las encuestas, tenemos lo ocurrido en las recientes elecciones provinciales y también en la percepción que se puede obtener de la generalizada bronca que cosecha en la calle y en sus dificultades para presentarse en público.
El otro punto en el que se verifica esta pésima tendencia -para el macrismo- está referido al comportamiento más reciente de la Justicia Federal. En ese sentido hay una serie de medidas desplegadas esta semana y que merecen ser consideradas. Por ejemplo, llama la atención la pérdida de vigor de las causas impulsadas desde varias usinas y despachos del gobierno y radicadas en los Tribunales Federales de Comodoro Py (en la Capital Federal). Mientras tanto crecen aquellas otras causas, aplaudidas y muy posiblemente promovidas desde el kirchnerismo, asentadas en la Justicia Federal de la ciudad de Dolores.
En Comodoro Py hay un par de situaciones desarrolladas estos últimos días que llamaron la atención. Una está referida a la demoras en los juicios vinculados a las causas por corrupción de Cristina y otros dirigentes kirchneristas. Con ello se va diluyendo la estrategia macrista de hacer la campaña con Cristina sentada en el banquillo de los acusados.
Es como si algunos funcionarios judiciales -maestros en el arte practicado por los teros- están comenzando a “pisar” las causas para frenar su avance. El otro dato, no menos significativo, es que el propio juez Claudio Bonadío, articulador de las causas contra el mirchnerismo, tomó un par de inéditas decisiones: liberó a dos personas, cuya detención había sido avalada por la propia Cámara: Rafael Llorens (exasesor legal del Ministerio de Planificación) y José María “Vasco” Olazagasti (exsecretario privado del ministro Julio de Vido).
Mientras eso ocurría en Comodoro Py, por el lado de Dolores el juez Alejo Ramos Padilla sigue firme en su despacho, avalado por la Corte mientras crece la causa que tiene al fiscal Carlos Stornelli como uno de los principales involucrados. (Dicho sea de paso hubo una movilización en Tribunales en solidaridad con el mencionado Fiscal y allí se reunió una multitud estimada entre 28 y 30 personas).
Así es como la Justicia se va acomodando a este “cambio de ciclo” que se está iniciando. Es probable que esta tendencia vaya en aumento, porque si Cristina no es candidata esas causas perderán buena parte de su interés y si lo es el cambio de ciclo se hará más ostensible.
La Patagonia se anota para una “tercera posición”
En las elecciones presidenciales del 2015 el peronista de derecha Sergio Massa creyó haber descubierto el “agujero del mate” proponiendo un camino intermedio entre el cristinismo y el macrismo. Lo graficó diciendo que quería construir un espacio que expresara “la ancha avenida del medio”.
Los resultados de esa elección no fueron los que él esperaba. En las legislativas del 2017 repitió el esquema y la suerte le volvió a ser esquiva, después de haber acompañado a Mauricio Macri en algunas andanzas internacionales, desde hace algunos meses cría su política tratando de cobijarse en el regazo de Cristina.
Ahora da la impresión que las provincias patagónicas están eligiendo el camino –que hace cuatro años atrás- Massa propusiera sin la osadía y constancia de darle continuidad, aunque su “ubicuidad” siempre deja abierta esa posibilidad.
Lo cierto es que los recientes procesos electorales de tres provincias patagónicas parecen optar por caminos propios, sin quedar aprisionados en la lógica del enfrentamiento Cristina-Macri.
Semanas atrás se votó a gobernador/a en Neuquén y el último domingo se repitió esa elección en Río Negro. Al mismo tiempo, en Chubut se realizaron las primarias de una futura elección provincial.
En Río Negro ganó una fuerza provincial (52,49%), con una candidata –Arabela Carreras- que tuvo que reemplazar a la candidatura del actual gobernador Alberto Weretilneck, porque la Suprema Corte de Justicia había dispuesto que era inconstitucional su reelección. Resultó segundo Martín Soria (35,08%), hijo del ex gobernador y candidato del kirchnerista Frente para la Victoria y resultando tercera la candidata de la macrista Cambiemos, con apenas 5,67% de votos.
En Chubut se realizaron las elecciones primarias. El actual gobernador Mariano Arcioni, quien espera ser reelecto por una fuerza provincial cercana al peronismo federal logró el 31,8%. El peronismo unido tuvo tres fórmulas que sumadas alcanzaron el 34,28% de los votos.
Ahora tendrán la ardua tarea de mantener esa unidad, en torno al triunfador y futuro candidato a gobernador, el kirchnerista Carlos Linares (16,6%), los otros dos candidatos consiguieron 14,08% y 3,6% respectivamente. Por último el candidato de Cambiemos reunió el 14% de los sufragios.
Si a estos datos de las elecciones del domingo pasado le agregamos lo que ocurriera en Neuquén recientemente, tendríamos un panorama de cómo se dio el voto patagónico. Su síntesis se puede resumir en:
1) La importancia de las fuerzas locales en el interior: En dos casos (Neuquén y Río Negro) ganaron fuerzas de tipo provincial que niegan su pertenencia a los dos grandes polos nacionales (Cristina/Macri) en disputa. El tercer caso (Chubut) hay una paridad con leve ventaja peronista, que se resolverá en las elecciones definitivas, entre un “peronismo unido” y la fuerza local también de procedencia peronista.
2) Los fracasos de Cambiemos: En los tres casos la alianza macrista Cambiemos obtuvo resultados lastimosos que son un pésimo antecedente para las elecciones presidenciales, aunque haya habido algunos “votos útiles” de adherentes de Cambiemos que prefirieron votar a la fuerza local para evitar una victoria kirchnerista, no parece que esos traslados de votos sean la causa de las derrotas que están sufriendo.
3) El cristinismo no logra acaudillar al conjunto del peronismo del interior: Tanto en Río Negro como en Chubut se pudo observar la existencia de un importante voto proveniente de fuerzas originadas en un peronismo que prefirió colocar los temas locales por encima de las disputas nacionales.
Los resultados de las primarias de una provincia no Patagónica como San Juan, tienen varias semejanzas con los casos patagónicos. Allí hubo una rotunda diferencia a favor del actual gobernador peronista –Sergio Uñac- que tampoco se mete en el enfrentamiento Cristina/Macri y opta por buscar la unidad, desde una proximidad con el peronismo federal.
De todo lo dicho surge que las elecciones ya celebradas indican que la mentada “grieta” tiene un peso sustancial solo en dos distritos, aunque éstos sean claves: La Capital Federal (7,95% del electorado nacional) con una clara preeminencia macrista y los distritos del Gran Buenos Aires (25,92% del electorado nacional) donde el predominio cristinista es apabullante. Pero esos distritos son apenas la tercera parte del conjunto nacional.
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**Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)