Presidenciales en Paraguay: la recurrente polémica en la recurrente polémica en torno a la reelección
Fernando Martínez Escobar- Ignacio González Bozzolasco| Las posibles vías de la reelección presidencial y la debilidad del gobierno de Cartes para obtener los apoyos parlamentarios requeridos. Negociaciones, desplazamientos y rupturas al interior de la arena política colorada, en una carrera por la presidencia que ya comenzó.
A un año y medio de las próximas elecciones presidenciales en Paraguay, las fuerzas políticas mueven sus piezas en un escenario en el que las principales opciones electorales podrían no estar habilitadas. Al igual que el derrocado expresidente y actual senador, Fernando Lugo, el presidente de la república, el empresario tabacalero colorado Horacio Cartes, da pasos que intentan mantener y proyectar el poder a través de la aparente búsqueda de la reelección presidencial. Esta posibilidad se encuentra vedada en la Constitución Nacional de 1992 y cambiarla implicaría, indefectiblemente, nuevas negociaciones que romperían un delicado equilibrio que el sistema de partidos construyó a partir del inicio de la transición democrática en 1989.
Tras 35 años de gobierno ininterrumpido del General Alfredo Stroessner (1954-1989), la prohibición de la reelección adquirió cuerpo en la actual Constitución paraguaya bajo argumentos que repudiaban la dictadura y decían velar por la consolidación de una verdadera democracia en el país. Sin embargo, la Asamblea Constituyente que rediseñó toda la estructura jurídico-política de este país, contaba con una mayoría colorada (122 de 198) y gran parte de la misma había participado del gobierno de Stroessner, al menos hasta 1987, cuando se generó una profunda fractura dentro del Partido Colorado, que dio inicio a la confrontación política que culminaría con el derrocamiento del entonces presidente.
En dichas condiciones ¿acaso no hubiese sido más conveniente para el Partido Colorado asegurarse la permanencia en el poder habilitando la reelección presidencial?, ¿no era lógico entonces mantener los mecanismos de concentración del poder para garantizar la primacía de este partido por sobre sus competidores?
Resulta que esta organización política, al igual que gran parte de los partidos políticos, no es un todo coherente. En su interior es posible encontrar movimientos internos que compiten y cooperan de manera constante por los recursos de poder, tanto con fuerzas internas como con los partidos adversarios. Al hacerlo, impactan en el funcionamiento del sistema de partidos a nivel nacional. Con la caída del régimen stronista, ninguno de estos movimientos internos tenía la certeza, ni la posibilidad, de hacerse con todo el poder; por lo tanto, para asegurarse algo de ese poder, fue necesario garantizar su distribución.
La distribución de poder entre las diferentes fuerzas políticas, movimientos internos y partidos, fue realizado de dos formas. En primer lugar, mediante la introducción de la regla de “la no reelección presidencial”, lo que afectó inclusive al entonces presidente y artífice de la apertura democrática, el General Andrés Rodríguez. Y, en segundo lugar, la implementación del sistema proporcional en todos los niveles, es decir en el Congreso Nacional, en las gobernaciones, en las municipalidades y al interior de los mismos partidos políticos. Esto permitió la conformación de un sistema de partidos más interdependiente -aunque con clara predominancia colorada-, el distanciamiento de las Fuerzas Armadas de los primeros planos de la política nacional, la incorporación de los partidos políticos de la oposición a la competencia política y la distribución del poder al interior de los mismos partidos, generando una fuerte competencia interna (que se desarrolla además al interior de las instituciones y cargos públicos). Proceso que operó en los hechos como un contrapeso político, permitiendo a los movimientos internos del Partido Colorado la obtención de un mayor margen para negociar al interior de la arena política colorada, apoyándose en los partidos de la oposición.
Por lo tanto, de 1989 en adelante, los movimientos internos del Partido Colorado tendieron a actuar como los principales opositores a un gobierno encabezado por su mismo partido, al mismo tiempo que se convirtieron en los primeros adversarios a cualquier proyecto de reelección. Esto puede verse con claridad analizando algunos intentos reeleccionistas previos.
Si bien todos los presidentes durante la transición democrática paraguaya coquetearon con la idea de su reelección presidencial (con la excepción del derrocado Raúl Cubas), los primeros pasos más decididos en este camino fueron emprendidos por el presidente Nicanor Duarte Frutos (2003-2008). Este mandatario, aggiornado a los vientos antineoliberales y progresistas de la región, buscó articular un nuevo movimiento político tras de sí agitando las banderas y consignas de la mejor época de su partido, durante las décadas del ‘20 y el ‘30 del siglo pasado.
A la mitad de su mandato (2006), Duarte Frutos logró que el Comité Ejecutivo de la Junta de Gobierno (órgano de gobierno del Partido Colorado) se posicione a favor de la enmienda del artículo 229 de la Constitución Nacional, con el objetivo de incorporar la figura de la reelección del presidente. Para esto, el órgano se amparó en un dictamen de tres prestigiosos juristas que recomendaban la figura de la “enmienda constitucional” (y no el de la reforma, como señalaba la mayoría de los legos). Este punto es relevante pues los intentos posteriores se ampararán en argumentos similares, aun cuando Duarte Frutos vio frustrado su intento reeleccionista debido a la negativa de los legisladores (la enmienda constitucional requiere de mayoría en ambas cámaras del Congreso). Es precisamente en las movilizaciones opositoras a esta estrategia donde surge la figura del entonces obispo Fernando Lugo como articulador de diferentes sectores políticos y sociales adversos a los intentos del entonces presidente.
En el período inmediatamente posterior, el entonces presidente Fernando Lugo (2008-2012) impulsó también a mediados de su mandato (2011) una iniciativa similar a la de su antecesor. Electo presidente gracias a una amplia alianza opositora al Partido Colorado, este mandatario tuvo todavía menos chances, debido a la débil fuerza parlamentaria propia con la que contaba, situación que, finalmente, llevaría a su derrocamiento a través de un golpe parlamentario. Siguiendo la misma estrategia trazada por Duarte Frutos y acompañado por más de cien mil firmas de apoyo, un parlamentario próximo a Lugo presentó un proyecto de enmienda constitucional para habilitar la reelección presidencial. Sin embargo, el mismo no prosperó debido al mayoritario rechazo de los parlamentarios
La coyuntura actual en torno a la reelección y sus posibles derivaciones
El pasado sábado 29 de octubre, el Partido Colorado, reunido en Convención, máxima instancia de decisión partidaria, resolvió apoyar la reelección del actual Presidente. Continuando con la lógica de alta confrontación interna desde la caída del stronismo, el principal movimiento opositor al interior del Partido Colorado se retiró de la convención en manifiesto rechazo a esta decisión. Este movimiento, denominado Colorado Añetete (en guaraní: “verdadero” colorado) y liderado por el Senador Mario Abdo Benítez que ya se encuentra en abierta carrera presidencial para el 2018, es en la actualidad uno de los principales escollos que enfrenta el Presidente Cartes en la Cámara de Senadores para lograr su reelección.
El nuevo mandato partidario indica además que sus militantes deben buscar la reelección presidencial por las vías que consideren pertinentes. Los caminos son dos: la enmienda o la reforma de la actual Constitución. Ambos dependen de la decisión del Congreso y, si bien Cartes ya se ha pronunciado en contra de la enmienda frente a las resistencias suscitadas, tampoco cuenta en la actualidad con la mayoría requerida para utilizar dichos mecanismos constitucionales.
Existe además una tercera vía que no depende del Congreso, sino de una eventual interpretación del artículo 229 por parte de la Corte Suprema de Justicia. Esta vía es sostenida por el expresidente y actual Senador Fernando Lugo, quien afirma estar habilitado para ser candidato a presidente en las elecciones del año 2018. El mencionado artículo, que trata de la duración del mandato, establece que “el Presidente de la República y el Vicepresidente durarán cinco años improrrogables en el ejercicio de sus funciones, a contar desde el quince de agosto siguiente a las elecciones. No podrán ser reelectos en ningún caso. El Vicepresidente sólo podrá ser electo Presidente para el período posterior, si hubiese cesado en su cargo seis meses antes de los comicios generales. Quien haya ejercido la presidencia por más de doce meses no podrá ser electo Vicepresidente de la República”. En la interpretación de este artículo, Lugo afirma que, al no ser actualmente presidente, él puede volver a ser candidato a la presidencia. Si esta opción prospera, el propio Horacio Cartes podría usarla teniendo para ello solamente que renunciar unos meses antes al cargo.
Las tres vías mencionadas resultan en extremo complicadas en su efectiva aplicación. A lo que debe sumarse el hecho de que Fernando Lugo supera actualmente el 50% de las preferencias en todas las mediciones realizadas, mientras que Horacio Cartes no logra sobrepasar el 20%. Con este panorama claramente dificultoso, la pregunta que surge es: ¿cuál es la jugada política de Cartes por detrás de la Convención Colorada y su pronunciamiento a favor de la reelección?
Todo el movimiento reeleccionario podría ser nada más que una gran “cortina de humo” que garantice a Cartes la no dispersión del poder a mitad de su mandato, momento en el que las fuerzas internas de su partido comienzan a reacomodarse de cara a las próximas elecciones presidenciales. Si este fuera el caso, aunque sin reelección posible, Horacio Cartes estaría logrando mantener el liderazgo al interior del Partido Colorado, garantizando así la designación del próximo candidato presidencial de su partido y potencial sucesor. Al mismo tiempo, conseguiría debilitar, dispersar y acorralar a su principal movimiento opositor Colorado Añetete, el liderado por el Senador Sea cual fuera la jugada en marcha, las fichas ya están puestas, lo que muestra de forma incuestionable que la carrera presidencial ya ha arrancado en el Paraguay.
*Ambos son Doctorandos en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigadores PRONII-CONACYT Paraguay. Publicado originalmente en Cuadernos de Coyuntura