La vacuna rusa y la ignorancia
Pedro Brieger|
“Ahí vienen los rusos” es una gran película de sátira política de 1966 que mostraba el pánico generado en un pequeño pueblo de los Estados Unidos cuando encalló un submarino soviético. Esa película humanizaba a los tripulantes soviéticos, los mostraba como lo que eran, personas de carne y hueso, y por supuesto -los prejuicios e ignorancia- de quienes los recibían como si fueran extraterrestres.
La llamada “guerra fría” finalizó, el muro de Berlin cayó en 1989, la Unión Soviética se desintegró en 1991, pero los prejuicios subsisten. Ya no son soviéticos, pero siguen siendo rusos. Y en nuestro mundo “occidental” vaya uno a saber qué imaginario se ha construido sobre lo que existe “allí”, en ese mundo.
Todo viene a cuento de la llamada “vacuna rusa” que varios países latinoamericanos están comprando y numerosos medios de comunicación cuestiónan su efectividad como si viniera de un pequeño país perdido en alguna isla del océando índico.
Obviamente la vacuna Sputnik V del instituto Gamaleya no tiene apellido de laboratorio suizo, francés o estadounidense, como si éstos fueran los únicos confiables. No es este el lugar para analizar la efectividad de tal o cual vacuna o las historias de las terribles pruebas que varios laboratorios “confiables” hicieron en el llamado “Tercer Mundo”.
Pero sí para señalar lo anacrónico de contraponerle a una vacuna fabricada en Rusia o China la autoridad moral y científica de lo que muchos periodistas señalan como “el mundo civilizado”. Sí, en estos términos.
Vale la pena recordar que la Unión Soviética tuvo un alto desarrollo tecnológico-nuclear y que tenía al menos un cuarto de la comunidad científica del mundo antes de su desintegración, absorbida obviamente por Rusia. De más está decir que estas aseveraciones sobre las vacunas “rusas” o “chinas” están plagadas de prejuicios frente a civilizaciones con historias varias veces milenarias.
Por otra parte, por lógica, si hay un mundo “civilizado” con una ética y moral superior, por contraposición el otro mundo no sería “civilizado”.
También hay que decir que la historia de este llamado “mundo civilizado” no se corresponde con el imaginario creado.
Es una construcción ideológica fantasiosa que “olvida” los genocidios de las potencias coloniales en América, Africa y Asia, o el traslado masivo de personas del África hacia América para someterlas a condiciones de esclavitud; las dos grandes guerras mundiales, los campos de concentración con sus cámaras de gas o las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, sólo para mencionar algunas de las obras de esto que se llama “mundo civilizado”.
¿Acaso se puede hablar de “mundo civilizado” en nuestra región con la historia de las dictaduras militares y sus genocidios, desapariciones, torturas o robo de bebés para “salvar al mundo occidental y cristiano”, frase tomada del escritor Miguel de Unamuno?
Es posible que detrás de las críticas a la vacuna “rusa” haya intereses y presiones de grandes laboratorios y empresas farmacéuticas para eliminar un competidor de fuste. Y mucha ignorancia.
*Sociólogo y analista internacional argentino, director del portal nodal.am. Columnista invitado del Cenro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)