Argentina: El triunfo de “los Fernández” dejó varias interrogantes
Juan Guahán
Llegó 27 de octubre y pasó lo que tenía que pasar o -al menos- lo que más lógicamente podía pasar: Triunfó la coalición del “Frente de Todos”, donde confluyen la mayoritaria fuerza del kirchnerismo acaudillado por Cristina kernández de Kirchner, el pejotismo (Partido Justicialista), distintas vertientes del peronismo y un variado grupo de agrupaciones –la mayoría de izquierda- que acompañan con más ganas que fuerza.
Todo eso comenzó a construirse cuando la ex Presidenta estimó que sola no lograría reunir la fuerza suficiente y que podría ser derrotada por el macrismo, en segunda vuelta. Su intuición, una visión estratégica y capacidad discursiva claramente superiores a la de sus congéneres, todo ello agudizado por los riesgos penales, le dio la lucidez –escasa en ese ambiente- para dar un paso al costado y entregarle el primer lugar a un viejo amigo, enojado adversario y luego entusiasta defensor, como lo era el ubicuo Alberto Fernández.
Si ello fue un “acto de grandeza patriótica” o un gesto de “supervivencia política”, poco importa, lo realmente valedero es que en esa decisión se concentran tres cuestiones claves de ese momento:
Una, la rotunda hegemonía de Cristina en el peronismo y particularmente en los jóvenes, muchos de ellos provenientes de sectores no peronistas; dos, el mantenimiento de un fuerte rechazo hacia su persona, como consecuencia de la profunda “grieta” existente y tres, su vocación “institucionalista” de jugar todas las cartas a la vía electoral desechando la experiencia de Juan Perón cuando alimentó la resistencia no institucional una vez desalojado del gobierno.
El debate, la brecha
El domingo pasado a la noche se inició un debate acerca de la variación de los votos entre las lecciones internas PASO del 11 de agosto y las elecciones presidenciales del 27 de octubre. Seguramente, al final del recuento definitivo, el Frente de Todos aumentará la distancia, lo que no se traduciría en números significativos.
La idea conspirativa de un “acuerdo” entre Mauricio Macri y Alberto Fernández, para “dibujar” esos resultados según el interés de los EEUU, no parece tener un sustento consistente. En realidad lo que habría pasado es que “los Fernández”, siguiendo la doctrina institucionalista de “no hacer olas” que pudieran perjudicarlos, apostaron a una campaña “suave” con pocos actos, escaso contenido y con Cristina entre Cuba y “presentaciones” de su libro.
Macri, en cambio, modificó el plan de campaña y salió a la calle y a “pura emoción” convocó a que más electores concurran a las urnas, procurando –además- el cambio de voto de otros sectores, explotando los rasgos más antiperonistas de la sociedad.
En materia legislativa y según la votación provisional, el Frente de Todos tendría 109 legisladores, que podrían llegar a 121 con los aliados más cercanos. El macrismo reuniría 120 diputados. El quórum para sesionar es de 129 diputados. La situación en el Senado es diferente. Su quórum, para sesionar, son 37 senadores y el FdT tendría esos 37 senadores y el macrismo 28.
Acuerdos y contradicciones en el nuevo oficialismo y oposición
Es posible hacer una breve reseña de la situación interna de las fuerzas del nuevo oficialismo hegemonizado por el peronismo y la oposición dominada por el PRO. Comenzando por la nueva oposición no quedan dudas que el tema central es la situación y el futuro de Mauricio Macri. El primer gran tema a resolver es la continuidad o no de la alianza Juntos por el Cambio.
La principal duda radica en la posición futura del radicalismo que, en la Convención de Gualeguaychú (2015), decidió formar parte de esa coalición y este año ganara las elecciones para gobernador en las provincias de Mendoza y Jujuy, manteniendo el gobierno de la provincia de Corrientes, que vota para gobernador según otro cronograma.
En cuanto al otro componente de la alianza, la Coalición Cívica, está fuertemente vinculada al futuro de su fundadora y líder Elisa Carrió, quien acaba de formalizar la renuncia a su banca, a partir del próximo 1° de marzo. Pero con “Lilita” nunca se sabe.
Por último, el PRO, principal componente de esta coalición tiene como principal cuestión a resolver, el tema de Macri. Éste seguramente tendrá que concurrir recurrentemente a los Tribunales, ya que tiene decenas de causas abiertas.
Es probable que él piense sortear esa dificultad con una estrategia semejante a la de Cristina: endurecer su línea opositora y apostar al fracaso del futuro gobierno, confiando en la capacidad demostrada en las recientes movilizaciones para sostener su posición y esquivar la cárcel.
No se puede descartar que su situación, junto a la de otros funcionarios de su gobierno, sea un elemento de negociación, para ir cerrando –simultáneamente- las causas a Cristina y los funcionarios K sometidos a proceso. Pero el categórico triunfo de Horacio Rodríguez Larreta en la Capital, junto al hecho de mantener el poder territorial y la Caja de la Ciudad de Buenos Aires, lo coloca en las puertas de disputarle a Macri la conducción de las fuerzas opositoras.
En lo que respecta al nuevo oficialismo, está claro que un bloque de poder está constituido por el acuerdo de la mayor parte de los gobernadores (peronistas e independientes) con Alberto Fernández.
En el otro polo de la coalición gobernante están Cristina, conduciendo con su hijo Máximo la fuerza territorial de La Cámpora y con una sólida base en el futuro gobierno de la Provincia de Buenos Aires, donde concentrarán su fuerza. También aportarán a este polo los gobiernos del Chaco, Formosa y La Pampa.
Por su rol y características personales es muy probable que Sergio Massa, como futura cabeza de la Cámara de Diputados, teniendo fuertes lazos con Alberto Fernández, opte por mantener cierta independencia. No hay que olvida que su sueño es la presidencia y que en el medio es capaz de aliarse con el cristinismo para controlar y dominar a Alberto.
Por su parte la carta de Cristina es su hijo Máximo para el 2023 o más adelante. Aunque todo ello está muy lejos.
Lo cierto es que este 27 de octubre emergió la tradicional “argentina blanca”, esta vez vestida con los colores del club Boca Juniors: Franja amarilla en el medio; azul, arriba (el norte empobrecido) y abajo (la “vacía” Patagonia). Esta Argentina es “el país” desde Bernardino Rivadavia, el primer presidente, hasta ahora. En esa franja están Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, San Luis, Mendoza y la Capital.
* *Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)