Trabajo y empleo en el sector de la prestación de cuidados para el futuro del trabajo/ Prestação de cuidados e o futuro do trabalho

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Eduardo Camín|

Sin que se advierta demasiado, se está deslizando en la realidad de las sociedades contemporáneas un cambio de perspectivas. Supongo que la historia consiste sobre todo en eso, en la manera como se reparten los acentos de la realidad que nos rodea. Cuando hacemos referencia a la realidad destacamos que es aquella que acontece de manera verdadera, en oposición a lo que pertenece al terreno de la fantasía, la imaginación o la ilusión.

Este es el caso cuando analizamos un nuevo Informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que nos advierte que es necesario duplicar las inversiones en la economía del cuidado a fin de prevenir una inminente crisis de los cuidados a las personas. Un problema real de múltiples consecuencias.

Según el informe Trabajo y empleo en la prestación de cuidados para el futuro del trabajo (Care work and care jobs for the future of Resultado de imagen para Trabajo y empleo en la prestación de cuidados para el futuro del trabajowork), 2.100 millones de personas necesitaban cuidados en 2015, incluidos 1.900 millones de niños menores de 15 años y 200 millones de ancianos. Para 2030, este número debería llegar a 2.300 millones al sumarse otros 200 millones de ancianos y de niños.

Los cambios radicales en las políticas deberían hacer frente a la creciente necesidad de cuidados y abordar la enorme disparidad entre mujeres y hombres en las responsabilidades familiares y de atención. Las cifras muestran que las mujeres dedican más de tres cuartas partes del tiempo empleado en el trabajo de cuidado no remunerado. Alrededor de 269 millones de nuevos empleos podrían ser creados si se duplicasen las inversiones en educación, salud y trabajo social de aquí a 2030, señala el informe.

“La prevalencia mundial de familias nucleares y hogares monoparentales, así como el crecimiento del empleo de las mujeres en ciertos países, incrementan la demanda de cuidadores. Si no se abordan de manera adecuada los déficits actuales en la prestación de cuidados y en su calidad, se generará una crisis del cuidado global insostenible y aumentarán aún más las desigualdades de género en el mundo del trabajo”, declaró Laura Addati, principal autora del documento.

Resultado de imagen para trabajo domesticoRecordaremos que el origen del término “trabajo de cuidados” está en los debates sobre el “trabajo doméstico” de las feministas socialistas de los años setenta. A partir de estos debates, desde mediados de los ochenta, el feminismo ha demostrado cómo el trabajo doméstico y de cuidados que las mujeres han venido desempeñando ha permitido a los hombres realizar su actividad en el ámbito público, a los niños y niñas tener valores y normas, formación, desarrollo físico y emocional y a las comunidades gozar de cierta cohesión social.

Sin embargo, a pesar de ser importante, la norma social de empleo en la que se basó el contrato social de postguerra otorgó derechos de ciudadanía sólo a las personas empleadas, de modo que, el trabajo doméstico y de cuidados, al no ser retribuido, no generó estos derechos. Según el informe, las mujeres tienen a su cargo 76,2 por ciento de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado, más del triple que los hombres.

Los datos de 64 países, que representan dos terceras partes de la población activa del mundo, muestran que en el mundo se emplean 16.400 millones de horas (¿anuales?) en el trabajo de cuidado no remunerado, lo cual equivale a 2.000 millones de personas trabajando ocho horas diarias sin recibir remuneración alguna. Si estos servicios fuesen valorados sobre la base del salario mínimo por hora, representarían 9 por ciento del PIB mundial, es decir 11 billones (mil millones) de dólares (paridad del poder adquisitivo en 2011).

El informe señala que el trabajo de cuidado no remunerado es el principal obstáculo que impide a las mujeres incorporarse, permanecer y progresar en la fuerza de trabajo. En 2018, 606 millones de mujeres en edad de trabajar declararon que no habían podido hacerlo a causa del trabajo de cuidado no remunerado.

Un informe OIT-Gallup de 2017 constató que, a nivel mundial, la mayoría de las mujeres preferirían trabajar en empleos Resultado de imagen para mujeres trabajadorasremunerados, pero los principales desafíos identificados, tanto por las mujeres como por los hombres, que enfrentan las mujeres que ocupan empleos remunerados es conciliar la vida familiar y profesional y la falta de servicios de cuidado asequibles

 Es necesario incrementar el gasto en la prestación de cuidados

El informe promueve un camino real para el trabajo de cuidado, que daría lugar a un total de 475 millones de empleos de aquí a 2030, es decir 269 millones de empleos adicionales en comparación con el número de empleos en 2015. Esto implicaría un gasto público y privado en servicios de cuidado de 18,4 billones de dólares (millones de millones) o 18,3 por ciento del total del PIB previsto.

Por otra parte esta inversión permitiría a los países alcanzar diversas metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS) y el compromiso de muchos países de aquí a 2030: según la agenda ODS. entre estos estarían los Item ODS 3 (salud y bienestar para todos), el ODS 4 (educación de calidad), el ODS 5 (igualdad de género) y el ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico)

El informe resalta que la mayoría de los trabajadores del cuidado son mujeres, con frecuencia migrantes, que trabajan en la economía informal en condiciones precarias y mal remuneradas. “Una ruta más fácil para la prestación de cuidados significa reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidado no remunerado y alcanzar el trabajo decente para los cuidadores, incluidos los trabajadores domésticos y migrantes. Los empleos de baja calidad para los cuidadores dan lugar a una prestación de cuidados de baja calidad. Nuestro informe llama a modificar radicalmente las políticas macroeconómicas, de cuidado, protección social, trabajo y migración”, concluyó Laura Addati.

 Algunas cifras

Resultado de imagen para mujeres pobres trabajadoras

  • Las madres de niños menores de seis años son objeto de la más alta “penalización del empleo”, con sólo 47,6 por ciento de ellas empleadas;
  • Los cuidadores no remunerados también sufren una “penalización de la calidad del empleo”: vivir con un niño menor de seis años implica la pérdida de cerca de una hora de trabajo remunerado a la semana para las mujeres y un aumento de tiempo de trabajo remunerado de 18 minutos semanales para los hombres;
  • Las mujeres con responsabilidades de cuidado tienen mayores probabilidades de ser trabajadoras autónomas, de trabajar en la economía informal y es menos probable que hagan aportes a la seguridad social;
  • Las actitudes hacia la división del trabajo de cuidado, remunerado y no, en función del género están cambiando, pero el modelo familiar de “hombre como sostén de la familia” sigue bien arraigado en las sociedades, junto a la continuidad del papel central de las mujeres como responsables del cuidado en la familia;
  • En 2016, sólo 42 por ciento de los países 184 que disponen de datos respetaban las normas mínimas establecidas en el Convenio número 183 sobre la protecci´pond e la maternidad de la OIT.
  • En el mismo año, 39 por ciento de los 184 países que disponen de datos no tenían ninguna ley que estableciese el permiso de paternidad (ni remunerado ni no remunerado);
  • A nivel mundial, las tasas brutas de matriculación en los servicios para niños menores de tres años eran de sólo 18,3 por ciento en 2015, y apenas alcanzó el 57 por ciento para los niños de entre tres y seis años;
  • Los servicios de cuidado de larga duración prácticamente no existen en la mayoría de los países de África, América Latina y Asia.

Creemos que hablar del trabajo de cuidados en este momento de crisis laboral no puede ser más pertinente, puesto que frente a la resignación que supondría asumir la soberanía y los designios de los mercados, el pensamiento y la práctica feminista ofrece un nuevo paradigma de actuación: el de la sostenibilidad de la vida, la idea de dignidad humana en tanto núcleo de los derechos humanos.

El trabajo de cuidados representa un cambio radical de perspectiva que visibiliza la dependencia del sistema mercantil respecto a la economía del cuidado y debería otorgar a las personas cuidadoras derechos de ciudadanía. Podríamos destacar que esta visión, este enfoque -al que se acostumbra a llamar de la reproducción social- pone en jaque la deshumanización del sistema capitalista en lo que tiene de explotación de la naturaleza, de los hombres sobre los hombres y de los hombres sobre las mujeres.Imagen relacionada

En una sociedad que envejece, como es el caso de la mayor parte de los países ricos, y donde la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo no parece que se vaya a revertir de forma drástica a corto o mediano plazo, existe una fuerte demanda de cuidados insatisfecha.

Puesto que la mayor parte del trabajo de cuidados se realiza de forma no remunerada en el seno del hogar por parte de las mujeres, no suele concedérsele categoría económica, es decir, no es considerado trabajo al no mediar remuneración monetaria y, por tanto, es excluido de los análisis económicos.

Pero que se haga esto no quiere decir que tenga que ser así. De hecho, es necesario incluir la magnitud, importancia y naturaleza del trabajo no pagado si queremos realmente analizar con seriedad el impacto que la robotización puede tener en el mundo del trabajo, en nuestros niveles de bienestar y en nuestras vidas.

No deberíamos perder de vista que el mercado de trabajo está sufriendo un proceso acelerado de precarización y muy especialmente de pérdida de autonomía de las y los trabajadores sobre su uso del tiempo. Los horarios cada vez son más flexibles a demanda de las necesidades de la empresa o el cliente, y lo es hasta la demanda de trabajo a través de loscontratos por horas que se suceden como un rosario y que hacen muy difícil un aspecto básico de lo que llamamos conciliación y que es la organización de los tiempos e incluso, de los micro-tiempos.

El planeta, las sociedades, las personas y las relaciones se mantienen si se cuidan, apostar por los cuidados es hacerlo por la sostenibilidad de la vida.Mientras tanto, agazapado en los anaqueles de la globalización, la robotización asoma el cartel ¡Yo puedo ocuparme!…

*Periodista uruguayo, miembro de la Asociacion de Coresponsales de prensa de la ONU. Redactor Jefe Internacional del Hebdolatino en Ginebra. Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


EN PORTUGUÉS

Prestação de cuidados e o futuro do trabalho
Por Eduardo Camín

Sem muito alarde, se está deslizando na realidade das sociedades contemporâneas uma mudança de perspectivas. Suponho que a história consiste, sobretudo neste caso, na maneira como se propagam as percepções sobre a realidade que nos rodeia. Quando fazemos referência à realidade, destacamos que é aquela que acontece de forma verdadeira, em oposição ao que pertence ao terreno da fantasia, a imaginação ou a ilusão.

Este é o caso quando analisamos um novo Informe da Organização Internacional do Trabalho (OIT) que nos adverte que é necessário duplicar os investimentos para prevenir uma iminente crise dos cuidados às pessoas. Um problema real de múltiplas consequências.

Segundo o informe “Trabalho e emprego na prestação de cuidados para o futuro do trabalho (Care work and care jobs for the future of work)”, em 2015 havia 2,1 bilhões de pessoas necessitavam cuidados, incluindo 1,9 bilhão de menores de 15 anos e 200 milhões de anciãos. Até 2030, esse número deveria chegar a 2,3 bilhões, com a inclusão de outros 200 milhões de anciãos e menores de idade.

As mudanças radicais nas políticas deveriam fazer frente à crescente necessidade de cuidados e abordar a enorme disparidade entre mulheres e homens nas responsabilidades familiares e de atenção. As cifras mostram que as mulheres dedicam mais de três quartas partes do tempo empregado no trabalho de cuidado não remunerado. Ao redor de 269 milhões de novos empregos poderiam ser criados se fossem duplicados os investimentos em educação, saúde e trabalho social daqui a 2030, segundo o informe.

“A prevalência mundial de famílias nucleares e lares mono parentais, assim como o crescimento do emprego das mulheres em certos países, incrementam a demanda por cuidadores. Se não se abordam de forma adequada os déficits atuais na prestação de cuidados e sua qualidade, se gerará uma crise global na questão dos cuidados que será insustentável, porque aumentará ainda mais as desigualdades de gênero no mundo do trabalho”, declarou Laura Addati, principal autora do documento.

Recordaremos que a origem do termo “trabalho de cuidados” está nos debates sobre o “trabalho doméstico” das feministas socialistas dos Anos 70. A partir destes debates, desde meados dos Anos 80, o feminismo demonstrou como o trabalho doméstico e o trabalho de cuidados que as mulheres vem desempenhando permite aos homens realizar sua atividade no âmbito público, ajuda as crianças a ter valores e normas, formação, desenvolvimento físico e emocional, e as comunidades a gozar de certa coesão social.

Entretanto, apesar de ser importante, a norma social de emprego na qual se baseou o contrato social do pós-guerra outorgou direitos de cidadania só às pessoas empregadas, de forma o trabalho doméstico e o trabalho de cuidados, ao não serem retribuídos, não geram esses mesmos direitos. Segundo o informe, as mulheres têm a seu cargo 76,2% de todas as horas de trabalho de cuidado não remunerado, mais que o triple que os homens.

Os dados de 64 países, que representam dois terços da população ativa do mundo, mostram que o mundo consome 16,4 bilhões de horas de trabalho por ano em trabalhos com cuidados de terceiros não remunerado, o que equivale a 2 bilhões de pessoas trabalhando oito horas diárias sem receber remuneração alguma. Se esses serviços fossem recompensados sobre a base do salário mínimo por hora, representariam 9% do PIB mundial, aproximadamente 11 bilhões de dólares.

O informe aponta que o trabalho de cuidados não remunerado é o principal obstáculo que impede as mulheres de se incorporar, permanecer e progredir na força de trabalho. Em 2018, 606 milhões de mulheres em idade de trabalhar declararam que não puderam fazê-lo por causa do trabalho de cuidados não remunerado.

Um informe da OIT e do Gallup, realizado em 2017, constatou que, a nível mundial, a maioria das mulheres preferem trabalhar em empregos remunerados, mas os principais desafios identificados tanto pelas mulheres quanto pelos homens ocupam empregos remunerados é conciliar a vida familiar e profissional e a falta de serviços de cuidado acessíveis.

É necessário aumentar o gasto na prestação de cuidados

O informe promove um caminho real para o trabalho de cuidado, que daria lugar a um total de 475 milhões de empregos daqui a 2030, ou seja, 269 milhões de empregos adicionais em comparação com o número de empregos em 2015. Isso implicaria em um gasto público e privado em serviços de cuidado de 18,4 trilhões de dólares ou 18,3% do total do PIB previsto.

Por outra parte, este investimento permitiria aos países alcançar diversas metas dos Objetivos de Desenvolvimento Sustentável das Nações Unidas (ODS) e o compromisso de muitos países daqui a 2030: segundo a agenda ODS, entre estes estariam os itens ODS 3 (saúde e bem-estar para todos), ODS 4 (educação de qualidade), ODS 5 (igualdade de gênero) e ODS 8 (trabalho decente e crescimento econômico).

O informe ressalta que a maioria dos trabalhadores de cuidados são mulheres, com frequência migrantes, que trabalham na economia informal em condições precárias e mal remuneradas. “Um caminho mais fácil para a prestação de cuidados significa reconhecer, reduzir e redistribuir o trabalho de cuidados não remunerado e buscar um patamar de trabalho decente para os cuidadores, incluindo os trabalhadores domésticos e migrantes. Os empregos de baixa qualidade para os cuidadores dão lugar a uma prestação de cuidados de baixa qualidade. O informe também sugere uma modificação radicalmente nas políticas macroeconômicas a respeito dos cuidados, proteção social, trabalho e migração”, concluiu Laura Addati.

Algumas cifras

As mães de crianças menores de seis anos são objeto da mais alta “penalização do emprego”, com somente 47,6% delas empregadas.

Os cuidadores não remunerados também sofrem uma “penalização pela qualidade do emprego”: viver com uma criança menor de seis anos significa uma perda de cerca de uma hora de trabalho remunerado por semana para as mulheres e um aumento de tempo de trabalho remunerado de 18 minutos semanais para os homens.

As mulheres com responsabilidades de cuidados têm maiores probabilidades de serem trabalhadoras autônomas, de trabalhar na economia informal e é menos provável que possam contribuir com a seguridade social.

As posturas sociais com relação à divisão do trabalho de cuidados (remunerado e não remunerado) em função do gênero estão mudando, mas o modelo familiar de “homem como sustento da família” continua enraizado nas sociedades, assim como o papel central das mulheres como responsáveis pelo cuidado da família.

Em 2016, somente 42% dos 184 países-membros dispunham de leis que respeitavam as normas mínimas estabelecidas no Convênio nº 183 sobre a proteção da maternidade da OIT.

No mesmo ano, 39% desses países não tinham lei de licença paternidade, nem remunerada nem não remunerada.

A nível mundial, a taxa bruta de matrícula nos serviços para crianças menores de três anos era de só 18,3% em 2015, e chega aos 57% para crianças entre três e seis anos.

Os serviços de cuidado de longa duração praticamente não existem na maioria dos países da África, América Latina e Ásia.

Falar do trabalho de cuidados neste momento de crise do trabalho não pode ser mais pertinente, uma vez que, contrariando a resignação social diante dos desígnios do mercado, o pensamento e a prática feminista oferecem um novo paradigma de atuação: o da sustentabilidade da vida, a ideia da dignidade humana como o núcleo dos direitos humanos.

O trabalho de cuidados representa uma mudança radical de perspectiva que visibiliza a dependência do sistema mercantil com relação à economia do cuidado, e deveria outorgar aos cuidadores direito de cidadania. Poderíamos destacar que esta visão coloca em xeque a desumanização do sistema capitalista no que diz respeito à exploração da natureza, dos humanos sobre outros humanos e dos homens sobre as mulheres.

Numa sociedade que envelhece, como é o caso da maior parte dos países ricos, e onde a incorporação das mulheres ao mercado de trabalho não parece que será impulsada de forma drástica a curto ou médio prazo, existe uma forte demanda de cuidados que ainda não foi satisfeita.

Devido a que a maior parte do trabalho de cuidados se realiza de forma não remunerada, dentro de casa e é realizado por mulheres, não costuma ser categorizada economicamente. Ou seja, não é considerado trabalho, ao não mediar remuneração monetária e, portanto, é excluído das análises econômicas.

Mas isso não quer dizer que tenha que ser assim. Aliás, é importante incluir a magnitude, relevância e a natureza do trabalho não pagado se queremos realmente analisar com seriedade o impacto que a robotização poderá ter no mundo do trabalho, em nossos níveis de bem-estar e nossas vidas.

Não deveríamos perder de vista que o mercado de trabalho está sofrendo um processo acelerado de precarização, e muito especialmente de perda de autonomia das e dos trabalhadores sobre seu uso do tempo. Os horários são cada vez mais flexíveis à demanda das necessidades da empresa ou do cliente, assim como a demanda de trabalho através dos contratos por horas, que se transformam em um calvário e tornam muito difícil um aspecto básico do que chamamos de conciliação, que é a organização dos tempos, e inclusive dos chamados “micro tempos”.

O planeta, as sociedades, as pessoas e as relações se mantêm se forem bem cuidados, e é por isso que apostar nos cuidados é tomar uma boa medida em favor da sustentabilidade da vida. Enquanto isso, das prateleiras da globalização surge a robotização, e lá se esconde um cartaz que diz: necessito trabalho!

Eduardo Camín é jornalista, ex-diretor do semanário Siete Sobre Siete, membro da Associação de Correspondentes de Imprensa da ONU, redator-chefe internacional do Hebdolatino e analista associado ao Centro Latino-Americano de Análise Estratégica (CLAE)

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