La crisis del relato de la derecha “moderna y exitosa” /A crise do relato da direita ‘moderna e bem sucedida’

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Aram Aharonian|

La idea la expresó Aristóteles, el polímata (filósofo, lógico y científico) de la Antigua Grecia; la desarrolló el prusiano Immanuel Kant, pero la hizo popular el argentino Juan Domingo Perón: “La única verdad es la realidad”, y eso que ninguno de ellos vivió en esta época de la posverdad y las fake news o mentiras permanentes.

Desde hace dos años y medio, tras el triunfo electoral (por demás ajustado) del neoliberal Mauricio Macri en Argentina, comenzó a difundirse un discurso mediático sobre una derecha moderna y exitosa, en contraposición a las derrotas del progresismo en este país y otros de Latinoamérica.

Fue el lema para el mercadeo y posterior venta de un relato para hacer creer que el cipayismo y la entrega tenía tintes modernos, con gente joven, exitosa en sus negocios, bien trajeada y en general fotogénica, que se abstenía de tener ideas propias, acostumbrada a comprarlas hechas en el supermercado del capitalismo trasnacional.

Pero Macri quemó en 30 meses buena parte de su capital político y hoy se abstiene de hablar de su reelección, mientras sus socios en la coalición Cambiemos buscan una/un candidata/o potable que pueda seguir su camino…Imagen relacionada si es que todavía queda camino.

El relato gustó a conservadores y neoliberales, pero también a muchos socialdemócratas europeos y los culturalmente colonizados (algunos también bien financiados) vernáculos.

José Natanson, director editorial de la versión argentina de Le Monde diplomatique, publicó un libro sobre el surgimiento y consolidación de esa “derecha moderna y exitosa” en Argentina como corolario de la desaparición lenta de un kirchnerismo que buscaba similitudes del macrismo con la dictadura militar.

Sostiene que ese ascenso refleja modificaciones profundas en la sociedad y sus tendencias. Autodefinido como intelectual progresista, habla de su “admiración a la terrible eficacia del gobierno macrista”.

Lamentablemente para Natanson y para la venta de su libro -señala por su parte Antonio Muniz, directivo del peronista Instituto Independencia-, una vez más la realidad apareció con toda su fuerza. El relato neoliberal mostró su fragilidad para entender lo que pasaba y el promocionado como mejor equipo de los últimos 50 años mostró una notoria ineficiencia e ineficacia en la gestión de gobierno (no en la de enriquecimiento).

Hoy en día nadie duda que el mercadeo político es una herramienta útil -en campaña electoral y en la gestión-, pero apostar solo a él y al relato edulcorado lleno de buenas intenciones -con guión del asesor ecuatoriano Durán Barbas-, a la posverdad, la mentira repetida miles de veces y el ocultamiento y negación de hechos como articuladores de la realidad, es suicida. La realidad puede ser ocultada, pero no reemplazada por el relato.

Obviamente, las técnicas que le permitieron ganar dos elecciones consecutivas (la presidencial y la parlamentaria) no alcanzan para gobernar porque, en definitiva significa una subestimación de la sociedad y una negación de la realidad.

Suicidándose con el propio relato

ar macri-pena-duran-barba-1Durán Barba sostiene que el votante promedio argentino “es un chico de 9 años, que tiene un pensamiento mágico, que solo entiende frases cortas, vacías, de buenas intenciones y deseos”, alguien que no logró desarrollar el pensamiento abstracto.

La realidad -la grave crisis, los salarios de hambre, la quita a los jubilados, los ataques a la educación libre, gratuita y laica, el desempleo, la inflación, los tarifazos, la pobreza, la corrida bancaria, el endeudamiento continuo, el stand-by con el Fondo Monetario Internacional, entre muchos etcéteras- mostró que ya el manual duranbárbico y el control de los medios hegemónicos de comunicación, no le servían para enfrentar la crítica realidad.

¿Habrán aprendido que la política tiene primacía sobre las tramposas técnicas de mercado y manipulación mediática? La respuesta a la crisis no es comunicacional, sino económica y política, y esa tozudez por imponer imaginarios colectivos que chocan con la realidad cotidiana, solo muestran la incapacidad, debilidad, impericia, soberbia del gobierno.

El relato macrista intentó romper la historia reciente del país, pero aún los argentinos recuerdan la crisis de los 90 y, más recientemente, el estallido social del 2001, con el grito de “que se vayan todos”, aunque el que se fue (en helicóptero) fue el incapaz presidente Fernando de la Rúa. Hoy, el retorno a las condicionalidades del FMI trae recuerdos lacerantes a una sociedad que nuevamente tomó las calles pata hacerse oir.

El macrismo cree que vivimos en una época en la cual la política se ha escindido de la vida cotidiana para recluirse en el campo de la gestión. Los individuos se han desapegado de sus tradiciones, donde ya no se guían por estructuras organizativas clásicas, son flexibles, están desterritorializados y deambulan entre la virtualidad y la realidad, señala Nahuel Sosa.

Sus discursos son monocordes, pero ese es uno de los valores que esta derecha promueve, junto a palabras “clave” como esfuerzo, oportunidades, emprendedores, y frases como queremos vivir en paz, vivir cerca de un lugar verde o sentirnos cuidados y admirar a las fuerzas de seguridad. Un concepto básico es del individualismo: los sujetos colectivos no son los actores principales sino los que obstaculizan el cambio cultural.ar macri con globo

El relato oficial degrada institucionalmente la democracia con la criminalización del quehacer político y del conflicto social, acompañado por un neoliberalismo judicial dispuesto a quitar obstáculos del camino. Esta derecha trata de instalar el imaginario de que lo que se obtuvo en el pasado reciente fue producto de esfuerzos individuales y no de políticas de un Estado presente, y que lo único que importa es tener mejores niveles de consumo, aun cuando no se les garantizan las condiciones mínimas de vida.

Hoy, el gobierno de la derecha moderna y exitosa hace agua. Las encuestas de opinión muestran que más del 80% de la población está en desacuerdo total con recurrir al FMI, mientras la imagen y credibilidad de Mauricio Macri -y sus principales empresarios-ministros- cae mes a mes.

El gobierno de la derecha moderna y exitosa se está suicidando con su propio relato. Hizo creer (a esta altura nadie sabe si ellos mismos lo creyeron) que si liberaba las fuerzas del mercado, bajaba impuestos a los sectores más ricos, al agro, la minería y a los sectores más concentrados, si bajaba salarios, jubilaciones y el gasto público, iba a producirse una lluvia de inversiones y poco a poco se asomarían los “brotes verdes”.

Pero no. Quizá la soberbia (o ineptitud, elija usted) de los principales cuadros del macrismo no les dejó percibir que el mundo había e iba cambiando, que ya no era el de la tan mentada globalización. Y alcanzó con que el gobierno de Estados Unidos subiera la tasa de interés, para que desaparecieran como por arte de magia los flujos de capitales hacia los países emergentes. Quizá no se apercibieron que Argentina es un país emergente.

Los grupos financieros amigos -bien dateados, que fugaron en los dos años y medio del gobierno de Macri 50 mil millones de dólares- iniciaron la corrida contra el peso y fugaron millones de dólares. El JP Morgan y el Deutsche Bank (en ambos fue ejecutivo el ministro de Finanzas Luis Caputo) dieron el primer paso, y se sumaron otros bancos y fondos buitres.

ar fmi macri inutilAhora el gobierno se enteró de que el acuerdo con el FMI exige disminuir el déficit fiscal, y eso se hace vía ajuste pero también cobrando impuestos a los sectores que puedan pagarlo, entre ellos el sojero, que se abstuvio de vender la cosecha esperando la devaluación inminente.

La economía está al borde del estallido, con altas tasas de interés en pesos y en dólares, endeudamiento, ajuste, inflación con recesión, estanflación, que hacen inviable la producción no solo para los pequeños y medianos empresarios sino también para los grandes.

La queja generalizada es por la parálisis productiva, por la caída de las ventas, la falta de financiamiento, el corte en la cadena de pagos con tasas entre el 40 y el 70% anual, y no sería nada raro que sigan quiebras en cadena, cierres, pérdida de puestos de trabajo, desempleo masivo y alza en los índices de pobreza e indigencia.

Ruidos en el idilio con los medios hegemónicos

La crisis también amenaza con romper el idilio entre el gobierno y los medios hegemónicos, que buscan sacar aún más ventajas de un gobierno herido. Y el temor es que se rompa el blindaje mediático – eficiente hasta hace poco en la construcción del relato macrista- mantenido hasta ahora con el trasiego de fondos del Estado. Los medios vuelven a mostrar poder omnímodo ante la debilidad del macrismo.

Los otrora difusores cromáticos del macrismo empiezan a saltar el cerco, inquietos por la legitimidad futura de imagen y voz. Divisan un potencial naufragio con factura económica y social —a corto y/o a mediano plazo—  y se niegan a verse como garantes solidarios, a pesar de la evidente responsabilidad colectiva en otorgarle protección, viabilidad, comodidad discursiva, modosidad y aire empático y confortable desde diciembre de 2015, señala Jorge Elbaum.

Imagen relacionadaMirtha Legrand, exactriz y ahora anfitriona de almuerzos y cenas televisivas, se siente “traicionada” Afirmó el 12 de mayo: “Hagan algo… Marcos Peña (jefe de gabiente)… Que habla y dice que está todo bien, mentira, no está todo bien, mentira. Digan la verdad”. Mirta les recrimina el capital simbólico invertido para dotar al macrismo de una legitimidad utilizada durante dos años y medio.

Otro ejemplo es Marcelo Longobardi. El 25 de mayo editorializó desde radio Mitre —del grupo oligopólico Clarín—, y señaló el “deterioro político del gobierno” y del “cuadro de situación económico complicado” y lo resposabilizó por su mala praxis.

El camaleónico sicario periodístico Jorge Lanata señaló en su programa radial el 24 de mayo que “No hay que subestimar al público: está harto de que los medios le mientan”. El acólito neoliberal Alfredo Lewkowicz, conocido como Alfredo Leuco, caracterizó al gobierno como “un grupo de burócratas que no acertó nunca con las soluciones económicas y que encima les importa un carajo lo que pasa con la democracia y los sectores más vulnerables de la Argentina”.

Estos fuegos de artificio (basados en arrebatos superfluos) intentan, sigilosamente, salvar algo del incendio. En la fuga se pretende aniquilar la política, caracterizando a la crisis actual como la expresión de errores personalizables e individualizables. Elbaum indica que se busca así eludir la confrontación de los guiones que esos individuos y malos actores interpretan, haciendo referencia omisa al proyecto que han actuado y expresan.

La disparada de quienes “abandonan el barco” viene con trampa: deslizan críticas a unos gobernantes puntuales y no a las causas que permitieron el abismo que ya se ve en el horizonte.

El rey quedó desnudo

En un modelo neoliberal no hay amigos ni aliados permanentes, sino socios. Solo los negocios pueden aspirar a ser duraderos. El rey quedó desnudo y no hay relato edulcorado que pueda disimular siquiera la crisis. Quizá con mercadeo y manipulación mediática se pueda construir un candidato, pero no un gobernante ni un estadista.

Trabajadores, jubilados, mujeres, jóvenes, estudiantes, científicos, niños, madres, docentes, desocupados, farmacéuticos, emprendedores, extranjeros, pequeños empresarios, productores rurales, comerciantes, médicos, comienzan a manifestar su disidencia en las calles, el mal humor social crece y decae vertiginosamente la imagen del gobierno y del presidente.

br marchaMacri apela ahora a videos. En uno de los últimos atacó el proyecto parlamentarios para frenar los tarifazos de los servicios públicos, y mientras daba consejos caseros de cómo ahorrar energía atacó a la expresidenta y pedir a los senadores que “no se dejen conducir por las locuras de Cristina Fernández de Kirchner”, volviéndola a los primeros planos. “Tratar de loca a una mujer, es típico de machirulo”, le respondió la ahora senadora.

El pueblo vuelve a las calles, como en 1946 con Perón, en 1968 con el Cordobazo, en el 2001 con el “que se vayan todos”. El gobierno teme el estallido y su única respuesta es usar la violencia policial para reprimir, el aparato judicial para criminalizar la protesta social y avanzar sobre las libertades individuales y los derechos constitucionales para mantener el modelo hasta sus últimas consecuencias.

Volviendo a Aristóteles, Kant y Perón, la única verdad es la realidad, No el relato.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Mágister en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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EN PORTUGUÉS

A crise do relato da direita ‘moderna e bem sucedida’

O povo voltou às ruas, como em 1946 com Perón e em 2001 na crise do corralito. O governo teme uma crise social e sua única resposta é usar a violência policial para reprimir, o aparato judicial para criminalizar as manifestações sociais e avançar sobre as liberdades individuais e os direitos constitucionais, para manter o modelo até as últimas consequências

Por Aram Aharonian

A ideia foi expressada por Aristóteles, o polímata (filósofo, lógico e cientista) da Antiga Grécia, logo desenvolvida pelo prussiano Immanuel Kant, mas se tornou popular na Argentina quando dita pelo general Juan Domingo Perón: “a única verdade é a realidade”. E isso que nenhum deles viveu nesta época da pós-verdade e das fake news, ou mentiras permanentes.

Há dois anos e meio, após o triunfo do neoliberal Mauricio Macri nas eleições presidenciais (por pequena vantagem), começou a ser difundido na Argentina um discurso midiático sobre uma nova direita moderna e bem sucedida, que explicava as derrotas do progressismo no país e outros lugares da América Latina.

Esse foi o lema que o marketing político utilizou, vendendo um relato que mostrava os ajustes e privatizações com uma roupagem moderna, promovida por gente jovem, com sucesso nos negócios, bem vestida e geralmente fotogênica, que não tinha ideias próprias, acostumadas a comprá-las prontas no supermercado ideológico do capitalismo transnacional.

Mas Macri queimou, em 30 meses, boa parte desse capital político, e hoje se abstém de falar de sua reeleição, enquanto seus sócios na coalizão Cambiemos (“Mudemos”), buscam candidata(o) potável, que possa seguir o seu projeto e o seu caminho… se é que ainda resta caminho.

O relato caiu no gosto de conservadores e neoliberais, mas também no de muitos socialdemocratas europeus e no dos culturalmente colonizados – alguns também financiados.

José Natanson, diretor editorial da versão argentina do Le Monde Diplomatique, publicou um livro sobre o surgimento e a consolidação dessa “direita moderna e bem sucedida” na Argentina como corolário da desaparição lenta de um kirchnerismo que buscava similaridades do macrismo com a ditadura militar.

A obra sustenta que essa ascensão reflete modificações profundas na sociedade e suas tendências. Auto definido como intelectual progressista, Natanson fala de sua “admiração à terrível eficácia do governo macrista”.

Infelizmente para Natanson, e para as vendas de seu livro, a realidade novamente apareceu com toda a sua força. O relato neoliberal mostrou sua fragilidade para entender o que acontecia, e a que foi tantas vezes chamada de “a melhor equipe econômica dos últimos 50 anos” mostrou uma notória ineficiência e ineficácia na gestão de governo – mas não em termos de enriquecimento deles mesmos, através das vantagens que os cargos permitiram.

Hoje em dia, ninguém duvida que o marketing político é uma ferramenta necessária – tanto na campanha eleitoral quanto na gestão –, mas apostar somente nisso e no adocicado e cheio de boas intenções, com os roteiros escritos pelo assessor equatoriano Jaime Durán Barba, abusando da pós-verdade, da mentira repetida mil vezes e do ocultamento e negação de fatos como articuladores da realidade, é uma estratégia suicida. A realidade pode ser ocultada, mas não substituída pelo relato.

Obviamente, as técnicas que permitiram à direita vencer duas eleições consecutivas (a presidencial, em 2015, e a legislativa, em 2017) não ajudam a governar, porque isso significa subestimar a capacidade da sociedade de entender o que está acontecendo na realidade.

Suicidando-se com o próprio relato

Durán Barba defende a ideia de que o eleitor médio argentino “é como uma criança de 9 anos, que tem um pensamento mágico, que só entende frases curtas, vazias, de boas intenções e desejos”, alguém que não consegue desenvolver o pensamento abstrato.

A realidade – a grave crise, os salários de fome, a corte de recursos aos aposentados, os ataques à educação livre, gratuita e laica, o desemprego, a inflação, os aumentos das tarifas dos serviços básicos (luz, água, gás, etc), a pobreza, a corrida bancária, o endividamento contínuo, a ajuda do Fundo Monetário Internacional, entre muitos outros temas – mostrou que o manual duranbárbico e o controle dos meios hegemônicos de comunicação não serviram para enfrentar esses problemas.

Será que aprenderam que a política sempre termina se sobrepondo sobre as técnicas de marketing e manipulação midiática? A resposta à crise não é comunicacional, e sim econômica e política, e essa insistência em impor imaginários coletivos que chocam com a realidade cotidiana acabam revelando a incapacidade, debilidade, imperícia e soberba do governo.

O relato macrista tentou reescrever a história recente do país, mas os argentinos ainda lembram a Crise do Anos 90 e a outra, mais recente, que foi a crise social de 2001, com o grito de “fora todos os políticos”, apesar de que apenas um tenha ido realmente – e de helicóptero, que foi como o incapaz presidente Fernando de la Rúa fugiu da Casa Rosada, após renunciar. Hoje, o retorno às condicionalidades do FMI traz recordações assustadoras a uma sociedade que tomou novamente tomou as ruas para se fazer escutar.

O macrismo crê que vivemos numa época na qual a política se desligou da vida cotidiana para se recluir no campo da gestão. Os indivíduos estão desligados de suas tradições e já não se guiam pelas estruturas organizativas clássicas, são flexíveis, e já não são territorializados, perambulando entre a virtualidade e a realidade.

Seus discursos são repetitivos, mas esse é um dos valores que esta direita promove, junto a palavras chave como “esforço”, “oportunidades”, “empreendedores”, e frases como “queremos viver em paz”, “viver perto de um lugar verde”, “queremos nos sentir cuidados” e “admirar as forças de segurança”. Um conceito básico é o do individualismo: os sujeitos coletivos não são os atores principais, e sim os que obstaculizam a mudança cultural.

O relato oficial degrada institucionalmente a democracia, com a criminalização da política e dos movimentos sociais, acompanhada por um neoliberalismo judicial disposto a tirar todo e qualquer obstáculo do caminho. Essa direita tenta instalar o imaginário de que o que se obteve no passado recente da Argentina foi produto de esforços individuais e não de políticas de um Estado presente, e que o único que importa é ter melhores níveis de consumo, mesmo quando isso não garante as condições mínimas para viver.

Hoje, o governo da direita moderna e bem sucedida está fazendo água. As pesquisas de opinião mostram que mais de 80% da população não concorda com a medida de pedir ajuda ao FMI, e com isso a imagem e credibilidade de Mauricio Macri – e de seus principais empresários-ministros – cai mês após mês.

O governo da direita moderna e bem sucedida está se suicidando com seu próprio relato. Levou as pessoas a acreditarem – e a esta altura ninguém sabe se eles mesmos chegaram a acreditar – que liberar as forças do mercado, baixando impostos aos setores mais ricos, ao agro, à mineração e aos setores mais concentrados, diminuindo também os salários, as aposentadorias e o gasto público, se produziria uma chuva de investimento que pouco a pouco se transformaria em resultados positivos para todos.

Mas não. Talvez a soberba – ou inaptidão, escolha você – dos principais quadros do macrismo não permitiu a eles perceber que o mundo havia mudado, que já não era o da tão glorificada globalização. E bastou o governo dos Estados Unidos subir a taxa de juros para que desaparecessem os fluxos de capitais aos países emergentes como num passe de mágica. Talvez não sabiam que a Argentina é um país emergente.

Os grupos financeiros amigos do governo – que, dotados de informação privilegiada, tiraram do país cerca de 50 bilhões de dólares durante estes primeiros dois anos e meio do mandato de Macri – iniciaram a corrida contra o peso e levaram seus milhões para fora do país. Os bancos JP Morgan e Deutsche Bank – duas instituições onde o atual ministro de Finanças argentino Luis Caputo trabalhou como executivo, antes de chegar ao governo – deram o primeiro passo, e logo foram seguidos por outros bancos e fundos abutre.

Agora, o governo descobriu que o acordo com o FMI exige diminuir o déficit fiscal, e isso se faz via ajuste, mas também cobrando impostos dos setores que podem pagar, entre eles o da soja, que se absteve de vender a colheita esperando a desvalorização iminente.

A economia está a um passo da crise social, com altas taxas de juros em pesos e em dólares, endividamento, arrocho, inflação com recessão, estagflação, uma série de elementos que tornam inviável a produção, não só para os pequenos e médios empresários, como também para os grandes.

A queixa generalizada é pela paralisia produtiva, pela queda das vendas, a falta de financiamento, o corte na cadeia de pagamentos com taxas entre 40 e 70% anuais, e não seria estranho se continuarem as quebras em cadeia, como num efeito dominó de fechamentos de empresas, perda de empregos, desemprego massivo e aumento dos índices de pobreza e indigência.

Ruídos no idílio com os meios hegemônicos

A crise também ameaça romper a aliança entre o governo e os meios hegemônicos, que querem tirar ainda mais vantagens de uma administração ferida. O temor na Casa Rosada é o de não contar mais com a blindagem midiático – que até há pouco tempo vinha sendo eficiente na construção do relato macrista –, que vem sendo mantida com graças a uma boa quantidade de recursos do Estado gastos em publicidade oficial. Os meios voltam a mostrar seu poder de aproveitar a fragilidade do macrismo.

Os outrora difusores cromáticos do macrismo começar a pular o muro, inquietos pelo futuro de sua credibilidade e imagem. Percebem um potencial naufrágio, que pode levar a uma fratura econômica e social – a curto ou médio prazo – e se negar a ser novamente solidários, apesar da evidente responsabilidade coletiva em outorgar proteção, viabilidade, comodidade discursiva, empatia e conforto ao governo e todas as suas figuras, desde dezembro de 2015.

Mirtha Legrand, a ex-atriz e hoje socialite e anfitriã de almoços e jantares televisivos, diz que se sente “traída”. No dia 12 de maio, ela afirmou: “façam algo… Marcos Peña (chefe de gabinete), que fala e diz o que está tudo bem, é mentira, não está tudo bem, mentira! Digam a verdade”. O que ela recrimina é o capital simbólico investido por celebridades midiáticas como ela, para dotar o macrismo de uma legitimidade que foi utilizada durante estes dois anos e meio.

Outro exemplo é Marcelo Longobardi. No dia 25 de maio, seu editorial na Rádio Mitre – do grupo oligopólico Clarín – falava sobre a “deterioração política do governo”, da “situação econômica complicada”, e responsabilizou Macri por essas práticas equivocadas.

O camaleônico jagunço jornalístico Jorge Lanata afirmou em seu programa radial de 24 de maio que “não se pode subestimar o público, que está cansado de que os meios de comunicação mintam para ele”. O fanático neoliberal Alfredo Lewkowicz, conhecido como Alfredo Leuco, caracterizou o governo como “um grupo de burocratas que não acertou nunca com as soluções econômicas e que ainda por cima não estão nem um pouco preocupados com o que acontece com a democracia e com os setores mais vulneráveis da Argentina”.

Estes fogos de artifício, baseados em manifestações supérfluas, servem para que cada um tente sigilosamente salvar algo de suas próprias imagens do incêndio. Nessa fuga, pretendem continuar aniquilando a política, caracterizando a crise atual como a expressão de erros personalizados e individualizados. Querem também driblar o conflito entre o roteiro que esses mesmos indivíduos e maus atores vinham interpretando, omitindo o apoio que deram a este atual projeto nos últimos anos.

Porém, os que abandonam o barco não percebem uma armadilha: deslizam críticas a alguns governantes pontuais e não às causas que permitiram o abismo que já se vê no horizonte.

O rei está nu

Num modelo neoliberal não há amigos nem aliados permanentes, mas sim sócios. Só os negócios podem aspirar a ser duradouros. O rei está nu e não há relato adocicado que possa sequer dissimular esta crise. O marketing político e a manipulação midiática podem servir para construir um candidato, mas não um governante, nem um estadista.

Trabalhadores, aposentados, mulheres, jovens, estudantes, cientistas, crianças, mães, professores, desempregados, farmacêuticos, empreendedores, estrangeiros, pequenos empresários, produtores rurais, comerciantes, médicos… todos começam a manifestar sua insatisfação nas ruas, o mal humor social cresce e a imagem do governo cai vertiginosamente, assim como a do presidente.

Macri apela agora aos vídeos. Em um dos últimos que difundiu, ele atacou o projeto parlamentar para reverter os aumentos de tarifas dos serviços públicos básicos (luz, água, gás, etc), e, enquanto dava conselhos caseiros de como economizar energia, atacou a ex-presidenta, pedido aos senadores, especialmente os peronistas, que “não se deixem conduzir pelas loucuras de Cristina Fernández de Kirchner”, o que a coloca novamente no primeiro plano, como adversária número um do governo. “Tratar uma mulher como louca é o mais típico dos machismos”, respondeu a agora senadora.

O povo voltou às ruas, como em 1946 com Perón e em 2001 na crise do corralito. O governo teme uma crise social e sua única resposta é usar a violência policial para reprimir, o aparato judicial para criminalizar as manifestações sociais e avançar sobre as liberdades individuais e os direitos constitucionais, para manter o modelo até as últimas consequências.

Voltando a Aristóteles, Kant e Perón: a única verdade é a realidade, não o relato.

Aram Aharonian é jornalista e comunicólogo uruguaio, fundador do canal TeleSur e presidente da Fundação para a Integração Latino-Americana (FILA)
www.estrategia.la

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