Mirko C. Trudeau
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que a partir del 1º de agosto impondrá un arancel de 50 por ciento a las importaciones de Brasil, después de un altercado público esta semana con su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien en la cumbre del BRICS rechazó las amenazas del mandatario estadunidense y advirtió: No queremos un emperador
.
La medida del gobierno de EEUU fue tomada en represalia porque la justicia brasileña lleva adelante un proceso al exmandatario ultraderechista Jair Bolsonaro por su intento de dar un golpe de Estado en 2023 con métodos calcados de los que el propio Trump empleó en enero de 2021 con la misma fallida intención.
Lula afirmó que los aranceles de Trump activarían la ley de reciprocidad económica de Brasil, que permite suspender acuerdos comerciales, de inversión y de propiedad intelectual con países que dañen la competitividad del país. Agregó que EEUU ha tenido un superávit comercial de más de 410 mil millones de dólares con su país en los pasados 15 años. Brasil es un país soberano con instituciones independientes que no aceptarán ser controladas por nadie
, afirmó Lula.
El comercio entre los dos países alcanzó 41 mil 700 millones de dólares entre enero y junio, con 20 mil 21 millones para las exportaciones desde Brasil y 21 mil 695 para los productos estadunidenses, según datos del gobierno brasileño. Estados Unidos es el segundo socio comercial de Brasil, después de China, y los aranceles suponen un importante aumento respecto del 10% que había anunciado el 2 de abril para la mayor economía de América Latina.
En febrero, Lula da Silva criticó duramente el anuncio de su colega estadounidense Donald Trump de que su país tomaría la Franja de Gaza y la convertiría en la Riviera de Oriente Medio. “Nadie va a hacer un lugar hermoso sobre miles de cadáveres de mujeres y niños”, dijo Lula durante una entrevista radial en el estado de Bahía. También condenó a la administración Trump por amenazar con anexar y ocupar otros países y territorios, como Groenlandia y el Canal de Panamá.
Trump también mostró su odio-preocupación por el grupo BRICS. Cuando se realizaba en Río de Janeiro la cumbre del grupo formado por 11 economías emergentes (incluidas Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), Trump amenazó en su plataforma Truth Social:
A cualquier país que se alinee con las políticas antiestadunidenses del BRICS se le cobrará un arancel adicional de 10 por ciento. No habrá excepciones a esta política
. La repuesta de Lula fue clara: El mundo ha cambiado. No queremos un emperador
. Y advirtió: Somos naciones soberanas. Si él cree que puede imponer aranceles, otros países también tienen derecho a imponer aranceles
.
La Confederación Nacional de la Industria de Brasil afirmó que no hay ningún hecho económico que justifique
un arancel de 50 por ciento sobre todas las importaciones brasileñas, medida que calificó de arbitraria y políticamente motivada. Lula, que derrotó a Bolsonaro en 2022, respondió también a las otras críticas. Recordó que el juicio a Bolsonaro es sólo competencia de la justicia brasileña y, por lo tanto, no está sujeto a ningún tipo de injerencia o amenaza
y que la libertad de expresión no se confunde con agresión o prácticas violentas
.
También el cobre
Trump también envió cartas para fijar tarifas arancelarias a otros siete países: Filipinas, Brunei, Moldavia, Argelia, Libia, Irak y Sri Lanka, luego de hacerlo el lunes con Japón, Corea del Sur y otra docena de naciones.
Un día antes, Trump había expresado su propósito de gravar el cobre con una tasa de 50 por ciento, sin dar ningún detalle acerca de qué presentaciones del mineral se verían afectadas, a lo que el presidente de Chile –mayor productor cuprífero del mundo–, Gabriel Boric, respondió que en diplomacia no se hace política por redes sociales, sino mediante comunicaciones oficiales
. Por último, Trump envió cartas a Filipinas, Brunéi, Moldavia, Argelia, Libia, Irak y Sri Lanka para notificarles que serán sujetos a tarifas de hasta 30 por ciento.
En la carta dirigida el miércoles al presidente de Brasil, Trump agrega que este impuesto será independiente de todos los aranceles sectoriales. También afirmó que 50 por ciento es mucho menos de lo necesario para lograr la igualdad de condiciones
. No obstante, Estados Unidos vende a Brasil más de lo que le compra.
Sanciones y más sanciones
Fuera de la trama arancelaria, Trump acusó al presidente ruso Vladimir Putin, de decir “pendejadas ( bullshit)” y lo amenazó con una nueva ronda de sanciones por no plegarse a la OTAN en el conflicto con Ucrania, mientras el secretario de Estado, Marco Rubio, anunció represalias contra la relatora de Naciones Unidas para los territorios palestinos, Francesca Albanese, por denunciar el genocidio perpetrado por Israel y Estados Unidos contra el pueblo palestino, y en exhibir a las empresas que lucran con la limpieza étnica.
La andanada de agresiones lanzada esta semana por la Casa Blanca muestra las alarmantes contradicciones entre los fines que éste dice perseguir y las políticas que despliega para lograrlos, así como entre el erosionado poder global de Estados Unidos y la omnipotencia que su presidente cree disponer.
Para analistas estadounidenses, en su delirio de que puede reconfigurar el comercio global y los equilibrios geopolíticos mediante aranceles, está claro que a Trump no le importa si los mismos son ilegales y arbitrarios, pero haría bien en darse cuenta de hasta qué punto resultan contraproducentes.
Señalan que gravar un mineral estratégico como el cobre cuando supuestamente se persigue una reindustrialización acelerada; significa que en lo inmediato los precios de esa materia prima, de la que EEUU produce apenas la mitad de lo que consume, se dispararon en las bolsas de valores, lo que agrega un impulso inflacionario más a su economía.
Para otros analistas, más incomprensible es el castigo al modesto comercio con Irak: Washington gastó cientos de miles de millones de dólares de dinero público en destruir, conquistar y colonizar esa nación árabe a fin de que las grandes petroleras occidentales controlaran sus hidrocarburos, pero ahora Trump impondrá aranceles al botín de guerra, como si los beneficiados del saqueo fueran los iraquíes y no Estados Unidos.
Con Tump , Washington despliega el comportamiento más descarnadamente imperialista en más de un siglo en el momento en que su poder sufre una declinación histórica, sin dominio sobre el comercio, sin la incontestable primacía tecnológica que marcó su cenit, con una moneda en declive estructural y una economía que sacrifica 99 por ciento de la población para nutrir a una oligarquía insaciable, señala La Jornada de México.
El declive material va de la mano con la bancarrota moral e institucional de un país cuyo presidente dice abiertamente que no sabe si está obligado o no a respetar la Constitución, una Suprema Corte que convierte al titular del Ejecutivo en inimputable –a semejanza de los monarcas totalitarios–, una administración que pone todas sus capacidades al servicio del genocidio y un Estado que envía migrantes a campos de concentración, añade.