La “Operación Guacamaya”: nuevo intento de sobrevivencia de la oposición venezolana
Marcos Salgado
Los opositores ligados a María Corina Machado (MCM) que permanecían en la residencia de la embajada argentina en Caracas desde la Semana Santa de 2024 ya no están allí.Eso parece ser lo único que está claro y verificado. De ahí en más, en los días posteriores a la noticia voceros y escribas más o menos orgánicos de la oposición de ultraderecha derramaron miles de artículos y posteos en redes, subidos al tren detrás de Marco Rubio y María Corina Machado.
Pero de a poco y casi imperceptiblemente, el eje de la noticia se fue corriendo en un sentido más estratégico (aunque para nada nuevo), donde se postula que la salida de los de la embajada muestra la debilidad del gobierno de Nicolás Maduro. Ese argumento se ha repetido hasta el hartazgo en diferentes momentos. Es el caballito de batalla permanente de MCM. Lo utilizó sin éxito durante las elecciones del año pasado, luego en la inexistente toma de posesión de Edmundo González este año y lo repite ahora, subida al relato de la “Operación Guacamaya”.

Posverdad mediante, ya (casi) nadie reclama al menos cierta verosimilitud aunque, hasta ahora, la “Operación Guacamaya” tenga fallas de origen evidentes. Como el nombre, que apareció varios días después de la noticia, da la sensación que el guión (Machado dijo que la aventura debería llegar a Netflix) se escribe sobre la marcha.
Aún cuando hasta la vocera del Departamento de Estado, Tammy Bruce, le bajó el tono a las versiones sobre una operación épica de extracción, el relato se mantiene con la ayuda de los medios adscriptos, que lo dan como cierto sin más.
Un poco de contexto
Para guiarse en la oscuridad, no debe perderse de vista que todos estos idas y vueltas tras la salida de asilados en la embajada argentina se inscriben en una puja mayor, que excede y por mucho a la mayoría de sus personajes y escribas: la pelea por el control de los recursos naturales de Venezuela. Eso es lo central. Tras el fallecimiento del comandante Chávez, en 2013, diferentes planes de la Casa Blanca variaron según quien sea su morador, pero siempre tuvieron como eje una supuesta debilidad de Nicolás Maduro.

La declaración de Venezuela como amenaza inusual y extraordinaria por Obama en 2015, las presiones actuales de la administración Trump, la multitud de medidas coercitivas unilaterales y la estrategia de ahogo, invasión y golpe de los halcones del primer gobierno del magnate, marcan una década compleja de asedio, que del lado venezolano tuvo otra constante: la paciencia estratégica para negociar sin dejar de resistir. Otra constante, la hegemonía política interna del chavismo, que la oposición no logró romper ni aun con amplísima mayoría en la Asamblea Nacional.
En rigor, tras el fracaso de la Asamblea Nacional 2015-2021, la oposición de ultraderecha solo sumó desventuras. Al fracaso de la estrategia Guaidó se le sumó luego el de la “primaria unitaria”, saboteada desde dentro mismo de la oposición. También fracasó en los hechos la estrategia del conteo propio de los votos de las elecciones presidenciales de 2024, que terminó de desmoronarse cuando, ya este año, el plan Guaidó 2.0 de juramentar a Edmundo González se desvaneció antes de comenzar.
25M y lo que viene
En este marco, llegan las elecciones legislativas y regionales del próximo 25 de mayo. El llamado al saboteo de MCM no fue atendido por referentes de ese sector, como el ex candidato presidencial Henrique Capriles y el gobernador del Zulia, Manuel Rosales, quien pretende repetir al frente del principal distrito electoral del país. En ese marco, el episodio de la embajada le otorga a MCM una presencia que había perdido y que necesitaba como el oxígeno. Tal vez eso explique por qué la Operación Guacamaya se escribe sobre la marcha.
Otra derrota política que suma MCM es la problemática de los migrantes. La oposición había logrado capitalizarlo como un drama producido por Maduro. La consigna de la ˝vuelta de nuestros hijos” fue el eje de la campaña de González, vigilado de cerca por Machado. Pero en eso llegó Trump y como un elefante en un bazar, comenzó la estigmatización y persecución de venezolanos. Fue él y no Maduro quien termina dando pie a un poderoso movimiento, el de los familiares de los secuestrados en El Salvador.

Incluso el caso de la niña Maikelys Espinoza, separada de su mamá deportada a Venezuela y su papá, secuestrado en El Salvador, se convirtió en una bandera no del gobierno, sino de la ciudadanía venezolana. Es un caso abierto que no se debe perder de vista y que muestra cómo entre los gobiernos de Trump y Maduro hay varios frentes abiertos y mucho por negociar. En usinas mediáticas de la derecha con línea directa en el Departamento de Estado se leyó este fin de semana que EE.UU. quiere negociar la situación de nueve estadounidenses detenidos en Venezuela.
También se aventura que en la lista del interés de la Casa Blanca está el gendarme argentino Nahuel Gallo, detenido en diciembre y sospechoso en Venezuela de ingresar para realizar tareas de espionaje. Esto parece difícil, atendiendo a que no es habitual que EE.UU. mueva ni un dedo por terceros, aunque en el relato actual de la “Operación Guacamaya” sí cabe. ¿Se viene un intercambio de los gringos por los secuestrados en la mazmorra de Bukele? Si ocurre, semejando acuerdo desplazará a la noticia de la “operación” en la embajada. Y Netflix, sin serie.
* Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTV en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)