Los BRICS se reúnen sin Putin ni Xi Jinping, pese a las amenazas de Trump
Álvaro Verzi Rangel
La décimo séptima cumbre de jefes de Estado y de gobierno del BRICS, un grupo formado en 2009 por Brasil, Rusia, India y China, al que luego se unió Sudáfrica tiene lugar este año en Rio de Janeiro después de la ampliación aprobada en octubre pasado, en Kazán, Rusia. Ahora son 11 miembros de pleno más otros 10 países asociados, entre ellos los latinoamericanos Cuba y Bolivia. En conjunto, producen 43 de cada 100 barriles del petróleo del mundo y realizan una cuarta parte del comercio global.
Sin los presidentes de China y Rusia, Xi Jinping ni Vladimir Putin, los BRICS buscarán este domingo y lunes en una cumbre en Rio de Janeiro hacer valer su peso ante las políticas del presidente estadounidense Donald Trump, aunque la cautela podría imponerse para no desgastar las relaciones con Washington. Xi Xinping faltará por primera vez a la cita desde que asumió el poder en 2012, y Putin, objeto de una orden de captura internacional por presuntos crímenes de guerra en Ucrania, podría participar de forma virtual.
Además de la guerra en Medio Oriente, la cita estará marcada por las tensiones derivadas de las nuevas amenazas del presidente estadounidense Donald Trump, «La tendencia es que el tono de la cumbre sea cuidadoso: va a ser difícil que se nombre directamente a EE.UU. en la declaración final», dijo Marta Fernández, directora del BRICS Policy Center de la Pontificia Universidad Católica de Rio.
La cumbre se realiza en medio la crispación mundial, y para evitar tensiones internas durante la reunión, la diplomacia brasileña está intentando retrasar la discusión sobre la sustitución del dólar en transacciones comerciales, una apuesta fuerte de Rusia pero también de la presidenta del Banco de Desarrollo de los BRICS, la expresidenta brasileña Dilma Roussef, quien dos semanas atrás se reunió con el mandatario ruso Vladimir Putin en San Peterburgo, para estudiar su propuesta de expansión de “liquidez de las monedas nacionales” y la creación de una “plataforma digital para inversiones”.
Lula defendió la creación de un nuevo modelo de financiamiento para los países en desarrollo sostenible y sin condicionamientos. También defendió el uso de monedas locales en las operaciones entre los países de este mecanismo, hace dos meses, Trump amagó con imponer un arancel del 100 por ciento a los países que dejaran el dólar. Una nueva moneda de comercio es extremadamente importante; sé que es complicado, pero si no encontramos una forma de hacerlo terminaremos el siglo XXI como el XX y no será benéfico para nadie, apuntó.

En la anterior cumbre no estaba en el escenario el factor Trump. El presidente de Estados Unidos trata de inclinar a favor de los intereses de Washington la balanza de las decisiones mundiales. Este es un tema que marca la cita y que en las reuniones previas, quedó de manifiesto. Lula da Silva describió el escenario global actual como cada vez más inestable, marcado por el resurgimiento del proteccionismo, el unilateralismo y el impacto de la crisis climática.
Hoy, Brasil difícilmente abrazará las iniciativas rusas. El presidente estadounidense Donald Trump amenazó con tarifas del 100% a los países de los BRICS que decidan sustituir al dólar como moneda de intercambio comercial o de reserva.
Otro tema delicado en el de la guerra de Medio Oriente. La cancelación de última hora del viaje de Masoud Pezeshkian, presidente de Irán, que ha alegado riesgos para su seguridad, resta algo de voltaje a la cúpula. Brasil cuenta con el respeto diplomático de Irán. En 2010 medió junto a Turquía un intento de negociación con Teherán sobre el enriquecimiento de uranio.
El analista geopolítico brasileño Pepe Escobar considera el ataque de Israel a Irán como una agresión a los BRICS, mientras que Ana Saggio Garcia, investigadora asociada del BRICS Policy Center, asegura que la cuestión de Irán coloca más leña en la hoguera de la polarización internacional. “Irán es el reflejo del doble rasero del sistema internacional. Varios países firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear enriquecen uranio con capacidad de armamento nuclear, pero no son atacados”, afirma.
La gran apuesta de Brasil para la Cumbre de Río de Janeiro es intentar implantar la agenda ambiental y la economía verde para canalizar propuestas de los BRICS hacia la COP30 de la ONU que se celebrará en la ciudad brasileña de Belém do Pará, en noviembre.
A finales de mayo, los once países miembros de los BRICS– Sudáfrica, Arabia Saudí, Brasil, China, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Indonesia, India, Irán y Rusia– coincidieron en criticar los bombardeos de Israel y Estados Unidos. A diferencia del G7 de los países más poderosos, que legitimó el ataque, los BRICS reclamaron una solución diplomática al conflicto.
Pero el apoyo de los BRICS con Irán provoca el primer cortocircuito interno, ya que aleja del bloque a Arabia Saudí, que todavía no ha acabado de entregar toda la documentación para ser un miembro pleno de los BRICS, podría bajarse del barco si la declaración final de la cumbre menciona explícitamente a Israel o Estados Unidos.
El ataque de Israel y Estados Unidos a Irán trastocó todos los planes de Lula. Después de que la cacillería de Brasil condenara “enérgicamente” el ataque estadounidense y denunciara una violación de las leyes internacionales, el diario británico The Economist publicó un duro artículo contra el “incoherente” Lula, criticó la irrelevancia de Brasil en la geopolítica global y su postura “cada vez más antioccidental”. Mientras, el gobierno brasileño defendió la coherencia de Lula en “democracia, sostenibilidad, paz y multilateralismo”.
El ataque a Irán desató la «tormenta perfecta» para una reunión en la que Brasil estaba desplegando todo su soft power conciliador para dotar de mayor peso geopolítico al Sur Global. “No es un ataque solo a Irán, es un ataque al orden internacional, tal como fue diseñado, y el Tratado de No Proliferación Nuclear es parte de ese orden. Ya no existe el Consejo de Seguridad. No existe la ONU. No existe la Organización Mundial del Comercio (OMC). De aquí a poco no va a existir el Banco Mundial”, afirmó el ex canciller brasileño Celso Amorim.
Brasil, que se opuso a la ampliación del grupo inicial de los BRICS para no perder peso, tiene el desafío de buscar una posición de consenso durante la cúpula de este fin de semana. El analista brasileño Gustavo de Carvalho, investigador del Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales, aseguró que los BRICS “históricamente no buscan tener un papel fuerte en cuestiones de geopolítica y que esta ocasión no será una excepción”.
La crítica de Lula al unilateralismo alcanzó a Naciones Unidas (ONU). «Hace mucho que no veía a nuestra ONU tan insignificante como ahora. Una ONU que fue capaz de crear el Estado de Israel, pero no es capaz de crear el Estado palestino, que ha sido incapaz de lograr un acuerdo en esa región del mundo para poner fin a un genocidio que está matando a hombres y mujeres en Gaza», añadió Lula en un foro auspiciado por el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB).
Los países europeos se suman a Estados Unidos en el ataque a los BRICS. El duro artículo de The Economist contra la política internacional brasileña reconocía que Lula puso a Brasil en el mapa, pero que no consiguió adaptarse “la evolución del mundo”. En 2009, The Economist publicó una portada con el Cristo Corcovado de Río de Janeiro subiendo hacia el cielo, simulando un cohete, con el titular Brasil takes off (“Brasil despega”). Brasil era recibido de brazos abiertos como potencia mientras se mantuviera en la órbita occidental y bajo la lógica neoliberal.
El mapamundi invertido
A comienzos de mayo, el prestigioso Instituto Brasileiro de Geoestadística (IBGE) lanzó un mapamundi invertido. Diseñado para celebrar la presidencia brasileña de los BRICS (grupo inicialmente formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), el nuevo mapamundi es toda una declaración de intenciones geopolíticas del gobierno del presidente de Brasil, Lula da Silva.
Brasil en el centro, América Latina en posición destacada. Solo aparecen con nombre los países miembros de los BRICS, el Mercosur, la Comunidad de los Países de Lengua Portuguesa (CPLP) y la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) .
El mapamundi invertido, inspirado en la América Invertida (1943) del artista uruguayo Joaquín Torres García, continuaba la inercia de la presidencia brasileña del G20 en 2024, que acabó con una declaración conjunta a favor del impuesto a los ricos y el alto al fuego en Gaza. Y preparaba el terreno para 2025, el año más global del actual mandato de Lula: presidencia de los BRICS en su fase expandida (cuenta ya con once miembros y diez países colaboradores), presidencia del Mercosur (arrancó esta semana) y celebración de la COP30 de la ONU en la
Nuevo orden
A pesar de las amenazas de Donald Trump, el caos geopolítico abre una brecha de acción geopolítica del Sur Global. Celso Amorim considera que ha llegado el momento de reconstruir el orden mundial: “Tenemos que celebrar una gran conferencia, como fue Versalles (en referencia a la Conferencia de Paz de París de 1919), como fue San Francisco (la conferencia de 1945 en la que nació la Carta de las Naciones Unidas). Tiene que tenerse más en cuenta a los países en desarrollo. Creo que los BRICS tendrán una importancia muy grande en esa nueva construcción mundial”.
Fuerzas especiales del Ejército y la Armada brasileña vigilan por aire, mar y tierra la ciudad. Un grupo especializado en ataques químicos, biológicos, radiológicos y nucleares tomó posiciones en el Museo de Arte Moderno, en el Parque Flamengo, cerca del Aeropuerto Santos Dumont.
Este domingo y lunes, en ese sitio –uno de los recintos culturales más importantes de Brasil– se reúnen los líderes de las naciones en donde vive la mitad de la población del planeta y se generan cuatro de cada diez dólares de la economía mundial.
*Sociólogo y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista seniordel Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)