El triunfo fascista en Buenos Aires provocó desorden mental en el campo democrático

33

Víctor Ego Ducrot

Y lo peor del caso es que el paciente no se enteró ni quiere enterarse de su desorden psíquico, político y cultural. Pero vayamos por partes.

El vocero presidencial, Manuel Adorni, el más votado en la Ciudad de Buenos Aires

El pasado domingo 18 hubo elecciones en la ciudad de Buenos Aires, para renovación parcial de la legislatura local, órgano legislativo de un gobierno municipal con jactancia de algo más. Un episodio que de vivir los argentinos en un estado de cierta normalidad democrático-burguesa, no merecería demasiado atención pública y menos en el exterior.

Sin embargo, lo que sucedió cobra relevancia especial, y no sólo porque por primera vez en casi dos décadas perdió la derecha en la capital y uno de los cinco distritos electorales más importantes del país, sino porque cayó en manos de ese fascismo de nuevo tipo que irrumpió hace algo más de un año con la presidencia del lunático Javier Milei y su lógica contra la razón, la modernidad y exterminador del humanismo lacerado, que trata de sobrevivir en medio del desquicio contemporáneo.

Para el futuro doméstico se trató de un resultado en las urnas que podría tener una proyección catastrófica de cara a los próximos comicios legislativos a nivel nacional, previstos para octubre próximo.

Sin embargo, ese punto no es materia de tratamiento en este texto, que pretende buscar algunas líneas de análisis que ayuden a comprender qué le sucede a la sociedad argentina y sobre todo a sus sectores democráticos y progresistas, que deambulan a oscuras y con una cerrazón de espíritu y terquedad intelectual que asusta.

Leandro Santoro

A pocas horas de conocido el resultado del domingo y tras escuchar y ver la comparecencia en TV de Leandro Santoro, el joven candidato de la difusa coalición de un peronismo que se oculta tras ciertos velos – por cierto el principal espacio opositor-, publiqué en mi cuenta en redes sociales la siguiente miscelánea:

Por primera vez desde el ’83 la ultraderecha explícita, el fascismo así sin tapujos, gana una elección en la ciudad de Buenos Aires, pero Santoro «da clases» de Historia y política y festeja su supuesta “gran elección”.

Y a renglón seguido me preguntaba: Cuánto más hace falta para entender que así, el fascismo seguirá avanzando, quizás hasta que se le acaben los dólares del FMI y los «blanqueos» de capitales, pero el campo popular seguirá a la deriva y destruyéndose a sí mismo…
El domingo último, también por primera vez en la ciudad porteña estuvo ausente de las urnas el 50 por ciento de los empadronados y empadronadas; es decir los candidatos votados, todos, son portadores de nimias minorías.

Pero más grave resulta aún constatar que en las barriadas más populosas, habitadas por las clases sociales más golpeadas por los ajustes y las políticas antisociales del gobierno, ese ausentismo electoral llegó hasta el 80 por ciento.

Para qué ir a votar- se preguntan en Buenos Aires los más pobres-, si la política y sus dirigentes no nos representan, lo que debería ser una voz de alerta sobre todo para el peronismo- la tradicional fuerza de “los humildes”-, pero ésta parece adormecido en su entendimiento, como afectada por el virus de la estulticia, y no responde a otra cosa que no sean lugares comunes y discursos que el tiempo arrojó al cuarto de los trastos viejos e inútiles.

Pero eso no es todo. Casi fue una aseveración sin necesidad de demasiadas constataciones teóricas el hecho de que el voto de su propia y natural clientela no le era suficiente a las derechas para ganar elecciones, que debían robarle millones de conciencias, voluntades y sufragios a las fuerzas populares.

Da la impresión de que la ciudad de Buenos Aires se encargó de transformar, de virar la ecuación: al fascismo le alcanzaron los votos de los barrios ricos y medio altos para alzarse con la victoria.

Colegas y amigos de una emisora radial me preguntaban al día después acerca de cuál podría ser la salida ante semejante encrucijada. Y respondí lo único que sé: “no sé; quizás pensar, estudiar, revisarnos”. Sin la intención de ser concluyente- absurdo sería-, quizá valga la pena compartir aquí unas últimas lecturas. Me enteré revisando un artículo publicado hace meses por el diario londinense The Guardian…Curtis Yarvin helped inspire DOGE. Now he scorns it.

“Curtis Yarvin no es precisamente un nombre conocido en la política estadounidense. Sin embargo, este pensador neorreaccionario y bloguero de extrema derecha se está consolidando como una importante influencia intelectual sobre figuras clave de la próxima administración de Donald Trump, en particular en lo que respecta a las posibles amenazas a la democracia estadounidense”.

Se trata de un lunático que es seguido con atención en el gobierno argentino.

Fui hasta algunos de sus textos y hasta un análisis que sobre ellos hace el lúcido intelectual italiano Franco Berardi, de la Universidad de Boloña.

“La subjetividad social está inervada por automatismos tecnolingüísticos: ésta es la sustancia del poder contemporáneo, que se basa en el formateo del lenguaje. Durante las últimas décadas, esta es la transformación del poder, que casi nada tiene que ver con el Estado, las leyes y la toma democrática de decisiones”, dice Berardi.

Y añade: “Curtis Yarvin es uno de esos intelectuales que hablan de ‘Ilustración oscura’ desde principios de siglo. Sus tesis, que hoy se traducen en programa de gobierno, pueden resumirse así: la democracia es un experimento fallido, el igualitarismo es represión de la dinámica innovadora de la sociedad. Es deseable una forma de monarquía tecnocrática y para conseguirla hay que desmantelar las estructuras del Estado y sustituirlas por dispositivos de poder tecnofinanciero”.

Lo que Berardi califica de “poder tecnofinanciero” no sería otra cosa que el plexo de mecanismos para la práctica y el dominio político que las burguesías actuales proponen de cara a esta nueva etapa del sistema mundo capitalista global, que denomino como ciclo “la mercancía total o absoluta”.

El riesgo de que la inteligencia artificial manipule las elecciones - LA  NACION
El riesgo de que la inteligencia artificial manipule las elecciones. El gobierno lanzo video con IA que anunciaba el retiro de la candidatura del macrismo

Desde los orígenes mismos del sistema capitalista la producción social en cierto punto siempre fue mercancía, pero hasta el arribo de ese nuevo ciclo ciertas dimensiones de lo humano registraban una distancia ética y estética relativa aunque esencial respecto de lo objetual expuesto en el escaparate, comprable, vendible o intercambiable.

Ya no. Las atronadoras modificaciones tecnológicas en los sistemas de producción, distribución y comunicación de bienes tangibles han sumergido a la totalidad de lo socialmente producido y al género humano mismo a su condición de mercancía, y por supuesto fetiche absoluto.

Nuestros más nimios actos de la vida cotidiana producen plusvalía, de la mano del algoritmo, y ellos nos están llevando hacia un nuevo mundo de convivencia (no convivencia), a una suerte de guerra invisible que se expresa en la vida política.

El reduccionismo disruptivo de los nuevos fascismos vio y entendió los cambios y opera sin escrúpulos. El campo democrático, aún camina a tientas…

*Periodista, corresponsal extranjero, escritor y docente universitario argentino. Doctor en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Fundador  de la Agencia Periodística de Buenos Aires (AgePeBA), autor de numerosos libros,  director del portal Tomate. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)