FILA: Es hora de relanzar la integración latinoamericano-caribeña

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Jorge Marchini

Es el nuevo escenario mundial que obliga a no solo a poner eje de atención sobre efectos en nuestros países, sino que, existiendo desafíos comunes y ante la precipitación de eventos, nos convoca a repensar las relaciones y condiciones para la unidad, integración y complementación regional latinoamericana.

En lo inmediato, las decisiones y amenazas por parte de EE. UU anunciadas por el presidente Donald Trump conllevan graves desarticulaciones. La política “Hacer América (EE. UU) Grande Otra Vez” (MAGA) plantea objetivamente la intención de reafirmar la intervencionista Doctrina Monroe de 1823 de «América para los (norte) americanos” y una intimidatoria hegemonía basada
en el “Gran Garrote” (Big Stick) del presidente Teodoro Roosevelt de principios del siglo XX.Transcript: Trump-MAGA Erupt at CBS over Debate—Exposing Big MAGA Scam | The New Republic

Los efectos negativos tienden a multiplicarse. Por su significación, las idas y venidas de anuncios y medidas de un país central como EE.UU. conducen a nuestras sociedades a presenciar un gigantesco desarreglo de las relaciones comerciales, económicas y financieras internacionales, como pueden ser:

• Caídas significativas exportaciones a EE. UU y otros mercados por barreras proteccionistas.

• Desvío de comercio de terceros países que pueden redirigir productos hacia nuestros mercados, desplazando a empresas industriales locales

• Presiones muy peligrosas y regresivas que pueden derivar en una guerra de “devaluaciones competitivas” y de “sálvese quien pueda”,

• Ante el debilitamiento del dólar y el aumento de la inflación en EE.UU. un posible aumento de tasas de interés internacionales, puede aumentar el costo de la deuda, siendo que la mayor parte de los países latinoamericanos se encuentran altamente endeudados.

• Y, sobre todo, el crecimiento de confrontaciones geopolíticas que se contraponen a relaciones multilaterales equilibradas y pacíficas entre países.

La integración y la unidad latinoamericana no deben ser solo aspiraciones declamativas o discursivas. Aun reconociendo la existencia de diferencias de enfoques y posiciones entre nuestros países, debe bregarse por acciones unitarias ante un momento de encrucijada para la región con enormes desafíos compartidos. De allí lo auspicioso y oportuno del impulso por revitalizar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) como mecanismo intergubernamental de diálogo y concertación política.

El tiempo acosa y resulta esencial pasar de los dichos a los hechos, para romper además el clima de escepticismo y confusión existente que por el momento ha sido aprovechado cultural y políticamente por la derecha, al no plantearse un discurso y propuestas progresistas
superadoras, y no solo nostálgicas- melancólicas de “aquellos buenos tiempos”.

Ante el creciente cuadro internacional, entendemos imprescindible que se impulsen procesos de integración. Se hace necesario que se extienda el concepto de mercado interno, al de mercado interno regional, favoreciendo y priorizando el comercio e intercambio regional.

Paso posible, alcanzable

En el sentido de pasar de los dichos a pasos concretos interpretamos como muy oportuna y realista la propuesta inmediata presentada por el Presidente de Brasil. Luiz Inácio «Lula» Da Silva en la Cumbre de la Celac realizada días atrás en Colombia al plantear en su discurso: “Mi
gobierno está decidido a reactivar el Convenio de Pagos y Créditos Recíprocos de la ALADI y a ampliar el Sistema de Pagos en Moneda Local”.Lula: "América Latina y el Caribe deben redefinir su lugar en el nuevo orden global" — Planalto

Cabe recordar que el Convenio de Pagos y Créditos Recíprocos de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) fue un mecanismo creado en 1982 para facilitar el comercio intrarregional en América Latina durante una época de fuerte restricción de divisas (la hoy referida como «década pérdida» de crisis común de deuda externa).

El sistema funcionó como respuesta a una crisis común de balanzas de pagos ya que: a) sostuvo el comercio intrarregional cuando se restringía el acceso a divisas; b) redujo costos financieros y de cobertura cambiaria; c) Incentivó la diversificación comercial entre economías
latinoamericanas; d) significó un precedente para otros sistemas de compensación regional (p.ej., el SUCRE en la CAN y, más tarde, el SML entre Argentina y Brasil y ya más ampliamente los “swaps” con China).

Pasadas más de tres décadas, el sistema debiera ser hoy revisado y mejorado, facilitado además por mecanismos virtuales inmediatos (hoy ya no se necesitaría un «clearing» – compensación trimestral) y más dinámicos.

Cabe de todas formas reconocer que, aun de contarse con la responsabilidad y consistencia de los bancos centrales para honrar saldos, un convenio de pagos y créditos recíprocos no puede resolver por si mismo los problemas estructurales de desequilibrio de balanzas de pagos por asimetrías entre países. Debería ser considerado solo como un paso alcanzable inmediato hacia una necesaria mayor integración regional.

Conclusión

Debe dejarse de lado la mera queja o la observación pasiva del cuadro de empeoramiento y ayuda dar a generar, sin demora, un marco consistente y realista favorable para tomar iniciativas concretas. La planteada de reactivar y modernizar el Convenio de Pagos y Créditos Recíprocos y el Sistema de Pagos en Moneda Local es plausible, realizable y, sobre todo, puede tener efectos sensibles inmediatos.

Como pasos concretos complementarios son posibles:

• Pronunciamientos de ámbitos políticos, económicos y académicos en los países de América Latina y el Caribe favorables

• Impulsar estudios técnicos para actualizar y mejorar el convenio de ALADI. Teniendo en cuenta que ALADI perdió referencia activa en los últimos años y CELAC no cuenta con una estructura institucional y técnica mínima, ni siquiera una secretaría permanente, la tarea podría
ser asumida por ALADI con la colaboración de otras entidades técnicas regionales.

• El centrar la atención inicial en la actualización del convenio de ALADI, ayudaría a generar atención y apoyo social a la necesidad de multiplicar esfuerzos para bregar por posiciones y propuestas en común en foros e instancias internacionales que se convoquen en el marco de la crisis internacional. En lo inmediato, resulta esencial afrontar en forma compartida temas concretos, como lo es el crecimiento de la discriminación por el mayor proteccionismo de países centrales que deriva en incertidumbre y desequilibrios en las balanzas de pagos.

* Profesor titular de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Coordinador para América Latina del Observatorio Internacional de la Deuda, investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la).  Vicepresidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA)