La dialéctica del déspota y el eunuco
Matías O. Feito
“(…) un eunuco no adula más desagradablemente a su déspota e intenta irritar por medios más infames su indiferente capacidad de goce para conquistarse un favor, como el eunuco de la industria, el productor, que para conquistarse centavos de plata, para sacarle del bolsillo al prójimo cristianamente amado”
Carlos Marx
Proponemos una puesta en critica del proceso político que vive Argentina con perspectiva a construir un modelo estratégico para la situación original que atravesamos. Nos interesa explorar sus debilidades constructivas sin caer en formulaciones políticas que nos auto-marginen de las luchas políticas y sociales.
¿Cómo operar en este tipo de alianza de clases? Daremos los primeros pasos en delimitar un perfil del adversario, un contra qué-contra quién, desde las fracciones sociales que lo componen, los discursos teóricos que funcionan de puntos de apoyo y las acciones políticas que produce.
La sociedad del 10 de diciembre de 2023
En la sociedad del 10 de diciembre (2023) en Argentina asumió el gobierno del estado el agrupamiento político de La Libertad Avanza, que previamente había ganado la contienda electoral. Este agrupamiento no asume solo la direccionalidad política, lo hace junto a la aristocracia financiera (capa particular de la oligarquía financiera) que realmente lo desencadenó.
Es una situación original de realización de poder en el itinerario de esta fuerza del campo del régimen que logra un grado de unificación política (partido del orden) entre diversas fracciones burguesas bajo los negocios políticos y económicos aún más radicalizados que en otros momentos históricos (las 4M, Martínez de Hoz, Menem, Macri…).
¿Qué nudos de consenso hacen que los de arriban pueden vivir como viven? Podemos enumerar una primera aproximación al anudamiento hoy: 1) fracaso hegemónico de la fracción burguesa que dirigió la alianza en el gobierno anterior (2023-2019); 2) asunción de la fuerza, donde participan elementos de la reacción, al gobierno del estado desde una alianza comandada por la aristocracia financiera que tiene a la pequeña burguesía institucionalista como base de maniobra, y una masa despreciada de trabajadores constituida en inflación y desamparo; y 3) desarme intelectual, político y moral en el campo del pueblo –en particular en la tecnología de detenimientos políticos y sociales a las organizaciones en alianza con 1) que permitió el desplazamiento de 2).
Las figuras del déspota y el eunuco: consumo, producción, impotencia
En esta búsqueda de nociones traemos las figuras del déspota y el eunuco para explorar algunos aspectos de los problemas del poder y el estado.
El pasaje de Marx que extraemos de los Manuscritos económico-filosófico de 1844 lo insertamos en un momento de predominio del capital financiero. Siguiendo la interpretación de Jean-Joseph Goux que sitúa la escena del déspota y el eunuco como goce calculable, entre consumidor y productor, respectivamente. El déspota es el lugar del goce, el eunuco la mediación que produce para el déspota situaciones de las que está impedido gozar.
Las figuras nos remiten a la teoría subjetiva del valor (opuesta la teoría objetiva del valor en Smith, Ricardo, Marx) en la medición por la utilidad marginal. Desde esta concepción, el eunuco de la industria crea situaciones para los apetitos dominantes, a la vez que reproduce su debilidad al ir tras caprichos, arbitrariedades, a cualquier precio.
¿“Todos” pueden consumir? En la concepción contrapuesta están los sufrimientos concretos del trabajador (valor-trabajo). Lo consumido desde la mirada de Marx consiste en el consumo productivo de fuerza de trabajo en el proceso de explotación capitalista, previamente expropiados de las condiciones de vida. El consumo productivo de fuerza de trabajo en el capital industrial, pero también en relaciones de la forma capital-dinero o capturas de tiempo de trabajo en fetichismos digitales.
El goce del capital concentrado en esta coyuntura (intensifica, modifica legislación, etc.), nos permite redefinir la figura del déspota en los grupos económicos sobre los sufrimientos corporales de la clase obrera y el campo del pueblo. ¿Quiénes tienen prohibido el consumo productivo? ¿Y el consumo individual? Ahí es donde nace la conciencia de expropiado. Pero volvamos a nuestro tema exactamente opuesto: obediencia y realización de poder.
En lo inobservado desde la perspectiva del déspota encontramos el punto contrarrevolucionario en que se apoya el discurso teórico que soslaya otra mirada de la génesis, formación y realización de relaciones sociales en dos dimensiones: valor (trabajo) y poder (lucha). Contraponiendo la explicación del valor por su utilidad (desde lo dominante) y en el campo político por el gobierno (desde el orden existente).
En lo político, la figura del déspota podemos relacionarla con el dictado de la ley. Él dicta la ley de acuerdo a su utilidad. La figura del eunuco nos recuerda a una particular marcha a la obediencia: “actúa de tal manera de complacer al legislador” (Silvia Bleichmar).
Con esta breve exploración nos interesa una homología en el campo político de la relación del déspota en la concepción marginalista que hace observable el valor desde el goce, el consumo, la utilidad subjetiva, y que funciona de ariete ideológico en las confrontaciones.
Crítica al marginalismo político
Tras ir delimitando ciertos elementos de los discursos teóricos, nos aproximamos al marginalismo en el campo del régimen de dominio. Podemos encontrar esta noción en Michel Foucault cuando analiza el periodo histórico de la razón de estado (que no logramos encontrar en otro texto), dice: “(…) en esta perspectiva hay un elemento que podríamos definir como un marginalismo político en su tipo, habida cuenta de que lo único en cuestión aquí es la utilidad política” (La tecnología política de los individuos, 1982).
Este planteo desemboca en la policía (entendida en un sentido amplio entre los siglos XVI y XVIII) como técnica de gobierno que no tomaremos en estas líneas, en particular porque vinculamos esa tecnología o “arma” al momento de predominio del capital comercial.
Con la noción de marginalismo político intentamos describir algunos puntos de apoyo de las acciones políticas en el proceso de radicalización de la aristocracia financiera en Argentina. ¿Qué división opera el marginalismo? Distribuyendo utilidad e inutilidad para la potenciación de la fuerza en el gobierno (en el sentido de uso de lo orgánico). Esta utilidad/inutilidad hace de la confusión entre gobierno y estado una argucia para forzar la proporción entre capitalismo de mercado sobre capitalismo de estado en las estructuras económicas-sociales.
El marginalismo político refuerza una percepción ideológica que naturaliza determinada relación de fuerzas (su economía de fuerzas). En unos, la utilidad máxima de las formas del capitalismo de “plataforma”, de “uberización”, etc., sobre la crítica y crisis de procesos políticos que pugnan por diversas vías de capitalismo de estado. En otros, la línea que corta en inutilidad al desalojar intereses sociales en espacios largamente resistidos. El corte utilidad/inutilidad es consistente con la formación de una situación de poder que tiene como prerrequisito el desarme intelectual, político y moral del campo del pueblo.
Esta aproximación a cierta situación de poder en condiciones de realización de su fuerza donde consume, utiliza, goza sobre los movimientos de oposición bajo el prerrequisito de encontrarlos desarmados, indefensos. En este sentido sus problemas se centran en la gestión o gobernabilidad de un orden de guerra social, “las personas se consideran recíprocamente como sujetos de uso, cada uno explota al otro, y ocurre que los más fuertes aplastan al más débil y que los pocos poderosos, es decir, los capitalistas, atraen todo para sí mientras a los más numerosos, los humildes, les queda apenas para vivir” (Federico Engels).
Un momento de victoria es una larga tarea de intereses y objetivos a cubrir por la aristocracia financiera que altera el orden de las cosas desencadenando un reordenamiento de los cuerpos, reducidos a “sujetos de uso”. ¿Qué acción política puede intercambiar y redistribuir utilidad/inutilidad? También lo realizable puede volverse irrealizable, impotente, en el avance del desierto.
La conciencia infeliz de la clase obrera
El “vandorismo” anticipó la deconstrucción en un concreto movimiento político. Dentro de la conciencia burguesa produjo un movimiento sin la referencia trascendental que lo definía. Claramente, era un periodo ascendente que ponía en crisis la dominación burguesa en diversos ámbitos (incluso dentro de la alianza peronista).
En el movimiento de diciembre de 2001 encontramos un momento donde la fracción mayoritaria del movimiento obrero organizado delega la conducción a los cuadros políticos del peronismo. El movimiento de delegación marcó un largo periodo histórico hasta nuestros días que vuelve a interpelarnos por aquella apertura construida. Esta conciencia desgraciada, infeliz, de la clase obrera está moldeada por aquello que desencadenó, pero no asumió.
La coyuntura actual radica en un moldeado en la destrucción de posiciones obtenidas por la clase obrera y el campo del pueblo a lo largo de históricas confrontaciones. Mientras tanto en el campo del régimen, el partido del orden convoca permanentemente a constituir fuerza auxiliar contra algunas de las mismas identidades destruidas (usuarios de programas sociales, despedidos en el estado, etc.) para descargar el desprecio con el que se fue despreciado en el proceso inflacionario (proceso de rebajamiento), o desamparados ante la legislación y el estado.
Sí la dialéctica del déspota y el eunuco se nutre de identidades moldeadas en la destrucción de relaciones sociales por el capital financiero, y su reclutamiento (re-atadura) sin potencia tras inflación y desamparo. ¿La acción corporativa termina donde empieza la acción hegemónica? No es tan fácil traducirlo cuando permeó en las prácticas sociales de organizaciones de campo del pueblo con aquellos que delegaron la conducción o los que la prohibieron en la sacralidad de poder del estado (en crisis).
¿Cómo operar en este campo de contradicciones del marginalismo político? Registrando la fuerza auxiliar del sistema en cada quién, en cada organización, en nuestras propias relaciones sociales de la clase obrera en formación. Por vía regia de crítica-unidad-critica que recupere la dimensión subjetiva entre fragmentos y fragmentos, donde las fracturas sociales fueron seguidas de destrucciones mutuas. Una política de salida más allá de los fragmentos, fuera del margen dominante que nos utiliza, consume, goza.
La tarea es confrontar el aguijón mejor clavado del orden social en acciones legitimadas en la utilidad de subjetividades despóticas. Estas subjetividades se alojan en las fracturas sociales que construyen y continúan construyendo distanciamientos con los combates cotidianos en el campo del pueblo. Para superar este distanciamiento hay que quebrar la creación de estados de ánimo, que producen desarme en nuestros vínculos al perder sensibilidad crítica frente a la opresión social bajo la promesa de ocupar el lugar del déspota.
Ahí cuando cada acción política nos trae a consensos sin decisión, ausencia de reproducción de cuadros y la tan esperada herencia de una generación de grupos dirigentes que sólo pueden heredarnos derrotas. Estamos ante una posibilidad de nuevas críticas a las verticalidades y asumir la crisis de horizontalidad para construir fuerza social con cada impotencia del poder, con cada imposibilidad de realización del poder.
*Investigador del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO, www.cicso.org), Argentina, invitado por el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (www.estrategia.la)
Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.