La pobreza ya alcanza al 40,1% de los argentinos y al  56.2% de los niños

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Claudio della Croce

En el primer semestre del año la pobreza alcanzó en Argentina al 40,1 por ciento de los y las argentinas, lo que implica un salto de casi un punto frente a la medición de fines de 2022 (39,2 por ciento) y de 3,6 puntos en relación con el mismo período del año pasado. La indigencia alcanzó al 9,3 por ciento y creció más de un punto con respecto al 8,1 por ciento de diciembre del año pasado.

El comienzo de la veda electoral para anuncios de gobierno que puedan incidir en los resultados de las elecciones generales coincidió con la publicación de un dato que incomoda al oficialismo: pobreza e indigencia.

En números crudos, son 18,6 millones de argentinos y argentinas los que no alcanzaron a adquirir la canasta de productos básicos que determina la linea de pobreza. La cifra perforó el techo de 40 por ciento que solo había sido superado en 2020, durante la pandemia de la coronavirus. Y son 4,3 millones a los que no les alcanza para comer.  De cara al futuro, los números son aún más pesimistas: 56,2% de los niños y niñas de 0 a 14 años, son pobres

Por la aceleración de la inflación de los alimentos, la indigencia creció más en términos relativos, y alcanzó al 9,3 por ciento de las y los argentinos. Las estadísticas no incorporan el salto de 15 por ciento en el precio de los alimentos que se produjo tras la devaluación del tipo de cambio oficial luego de las elecciones internas (PASO).

Son cifras alarmantes que reflejan las consecuencias de años de ajuste de los gobiernos para cumplir con los dictados del Fondo Monetario Internacional, y de políticas que benefician siempre a los poderosos y hunden a las mayorías en la miseria.

Pero son cifras del pasado reciente, del primer semestre del año cuando, aunque con inflación acelerada, todavía no había calado la incertidumbre electoral, ni la devaluación del tipo de cambio oficial. Los analistas coinciden en que el dato empeoró y puede llegar a superar los puntos máximos durante la pandemia.

La inflación de julio y agosto, con las canastas alimentarias creciendo por encima de la inflación general, indican que la pobreza va a subir fuerte, al menos dos o tres puntos más. El proceso de aumento de la pobreza va a continuar a pesar incluso de que las medidas que ha tomado el gobierno para compensar un aumento desmedido de precios producto de la devaluación, pero que no resuelven el problema de la pobreza.

La medición de pobreza e indigencia por ingresos monetarios que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) toma como base de estimación el acceso de los hogares y las personas a la canasta básica alimentaria (CBA) y a la canasta básica total (CBT).

“En promedio, el ingreso total familiar aumentó un 50,4%. Las canastas regionales promedio aumentaron 52,6% (CBA) y 48,8% (CBT). Los ingresos en el período estudiado aumentaron a un nivel superior a la CBT e inferior a la CBA. Así, los pobres no indigentes presentan un leve descenso y los pobres indigentes muestran un incremento mayor en términos relativos, lo que da como resultado, en conjunto, un aumento de la pobreza”, explica el informe.

En cuanto a los grupos de edad según condición de pobreza, el informe mostró que más de la mitad (56,2%) de las personas de 0 a 14 años son pobres, un aumento de cinco puntos porcentuales respecto a un año atrás. En la población de 65 años y más, en cambio, el 13,2 por ciento se ubicó bajo la linea de pobreza.

«Es cierto que generamos empleo, pero también es cierto que el salario no alcanza. Es cierto que construimos Estado, pero también es cierto que no nos alcanzó para derrotar la pobreza», admitió Sergio Massa, ministro-candidato oficialista a la presidencia.

El índice no tomó por sorpresa a analistas, que pronosticaban una suba en los niveles de pobreza producto de la mayor inflación, y particularmente de los más pobres entre los pobres, por la suba del rubro de los alimentos por encima del nivel general de precios mes a mes. «Los pobres no indigentes presentan un leve descenso y los pobres indigentes muestran un incremento mayor en términos relativos, lo que da como resultado, en conjunto, un aumento de la pobreza», especificó el Indec.

A nivel regional se observó un aumento de la pobreza en tres regiones y una reducción en otras tres. La indigencia, en cambio, aumentó en todas las regiones. Las mayores incidencias de la pobreza en personas se observaron en el noreste (42 por ciento) y Gran Buenos Aires, que abarca a la Ciudad de Buenos Aires y a los partidos del cono urbano bonaerense, (41,4 por ciento). Las menores, por su parte, se registraron en las regiones patagonia (33,2 por ciento) y pampeana (36,8 por ciento).

La indigencia alcanzó al 10,4 por ciento de la población en el Gran Buenos Aires y creció casi dos puntos respecto a la medición anterior.

La dinámica histórica local muestra que la pobreza e indigencia crecen al ritmo de las devaluaciones, la inflación alta, el desempleo, la caída del PIB, y los períodos de ausencia de implementación de políticas públicas para garantizar los derechos sociales básicos.

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Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), asegura que los principales saltos de pobreza se dieron durante el plan de ajuste Rodrigazo de 1974 (subió de 5 a 15 por ciento); luego de la hiperinflación de 1989 (12 a 40 por ciento); también durante el colapso de las políticas menemistas con la crisis de 2001(27 a 65 por ciento).

En el último semestre del 2020, la crisis económica que desató la pandemia la pobreza saltó de 35,5 a 42,0 por ciento, y la indigencia de 8,0 a 10,5 por ciento.

Según el investigador Gonzalo Asussa, las causas de la pobreza son más bien estructurales y no coyunturales: «esta es una crisis que no tiene la particularidad de haber disparado el desempleo, pero sí hay una situación estructural de déficit en la generación de empleo formal en el sector privado hace varios años. Y tanto en Argentina como en toda la región la informalidad ha sido una correa de transmisión constante y estructural de transmisión de la pobreza y reproducción de la desigualdad».

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El crecimiento económico de la pospandemia, un 10% en 2021 y otro 5% en 2022, quedó en manos de las grandes empresas formadoras de precios. Alta rentabilidad para pocas sociedades, y un alto costo para los trabajadores y trabajadoras, para el Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

La ausencia de políticas centradas en la distribución equitativa de la riqueza e ingresos, explicaría, en parte, el incremento de la povreza al primer semestre de este año. Si bien se llegó a un nivel de desempleo bajo (6,2%), los ingresos no alcanzan para cubrir una canasta básica. El fenómeno de trabajadores pobres es una realidad, tanto en el segmento formal como informal.

La ausencia de políticas distributivas para reorientar esa rentabilidad privada, sumado a la persistente inflación negociada que no frena, pegaron de lleno en el poder adquisitivo de la población, y de ahí el incremento de la pobreza.

*Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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