Venezuela, entre elecciones y sanciones
Álvaro Verzi Rangel
Será muy difícil para Venezuela emprender el camino de su total recuperación sin que sanciones internacionales, especialmente las de Estados Unidos y sus socios de la Unión Europea, sean suprimidas. Algunos apuestan por una solución política que desanude la crisis venezolana en unas elecciones en 2024, todos son conscientes que el país podría pasar años emboscado en la celada de unas sanciones internacionales.
La prolongada vigencia de los efectos de las sanciones ha hecho que Estados Unidos pierda terreno en la opinión pública venezolana, mientras los medios hablan de un lobby venezolano que se fortalece en los sectores de poder estadounidense, que, entretanto, adelanta una política de flexibilización en el sector energético. Ya es común escuchar a empresarios, economistas y dirigentes opositores venezolanos pedir su derogación definitiva.
El 29 de agosto, funcionarios del gobierno anunciaron en Washington que trabajan en un borrador de propuesta para aliviar las sanciones impuestas contra Venezuela en caso de existir una convocatoria a elecciones presidenciales «libres y justas».La medida se centraría en permitir que más empresas puedan comprar petróleo venezolano.
Las sanciones de EEUU a Venezuela están dirigidas específicamente a la industria petrolera, ya que representa casi todos sus ingresos por exportaciones. Pero no lograron detener todas las ventas, y sigue colocando miles de barriles en el mercado internacional.Washington permitió el año pasado que la trasnacional estadounidense Chevron regresara a Venezuela, en el marco de una restricción en el suministro internacional de crudo pesado por el aluvión de sanciones occidentales contra Rusia.
Ahora se espera que Chevron alcance una producción de 200.000 barriles de petróleo diarios (bpd) en Venezuela a finales de ese año, si inicia las labores de perforación.
«Biden relajó las sanciones a Maduro porque pensó que frenaría la inmigración de venezolanos a Estados Unidos», señaló un resucitado Elliot Abrams, asesor de Donald Trump a quien el presidente demócrata Joe Biden postuló para que integre la clave comisión asesora bipartidista sobre Diplomacia Pública en el Congreso.
En un nuevo artículo en Foreing Policy, Abrams se opone a los planes de Biden de aliviar sanciones al sector petrolero de Venezuela. “Bajo Trump, no hubo relajación de las sanciones petroleras, ni acuerdos con Chevron, ni visitas de Juan González – director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional- a Caracas, ni abandono de la oposición democrática”, recordó.
Abrams se desempeñaba como subsecretario de Estado cuando la administración Reagan llevó a cabo la operación conocida como Irán-Contra. En 1991, el halcón republicano que ahora Biden pretende rescatar fue condenado por retener información sobre el asunto Irán-Contra y se lo encontró culpable de otros cargos por delitos menores. Aunque recibió dos años de libertad condicional y 100 horas de servicio comunitario, George W. Bush, decidió beneficiarlo con un indulto.
El diputado opositor a la Asamblea Nacional (AN), José Gregorio Correa, aseguró que la oposición venezolana entendió que se equivocó en el pasado al llamar a la abstención. «Es un tema de arrepentimiento sin reconocimiento, rectificación, el mismo sector que llamó a la abstención porque no tenían los votos y que dijo aquí no se vota hasta que Maduro se vaya, es el que ahora está llamando a votar», señaló.
Aseguró que el 93% del Parlamento venezolano es chavista porque la oposición llamó a no votar, «tienen un acto de arrepentimiento, querían salir de Maduro y se inventaron lo del portaviones de Trump, además con las sanciones solo lograron asfixiar a todo el país, metieron al país en un engaño», afirmó.
Las sanciones
“Las sanciones internacionales a Venezuela se convierten en un problema crónico”, titula un reportaje del diario español El País.
Hoy en día el Estado venezolano tiene serios impedimentos para vender su petróleo, establecer acuerdos económicos, adquirir repuestos, contratar servicios de compañías estadounidenses, canadienses o europeas, acceder al crédito internacional y usar sus fondos congelados en el exterior. Son notorias las complicaciones para efectuar operaciones con la banca de estas naciones.
El colapso económico y productivo de Venezuela afloró completamente en 2013, poco después de la muerte del presidente Hugo Chávez. Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, y al comienzo, algunas nacionales latinoamericanas, colocaron sanciones políticas, económicas y administrativas al gobierno de Maduro con la excusa de la represión a las manifestaciones opositoras de 2014 y 2017, y por acusaciones a miembros de la plana dirigente de corrupción, lavado de dinero y violaciones a los derechos humanos.
De acuerdo a cálculos de la firma Datanalisis, 74 por ciento de la población ya no está de acuerdo con las sanciones internacionales al país, frente a un 17 por ciento que sí lo está. Cerca del 30 por ciento de la población responsabiliza a las sanciones de la situación actual.
El 76 por ciento manifiesta, en particular, su interés en que sean suprimidas las sanciones petroleras, en una nación con altas tasas de endeudamiento y salarios misérrimos. Las sanciones personales a funcionarios son aprobadas con un 52 por ciento.
Jorge Roig, ex presidente de la patronal Fedecamaras, afirma que “en realidad, las sanciones no son para cambiar gobiernos, sino para obligar a un gobierno a sentarse a negociar con la otra parte. Eso se ha logrado en parte, en la República Dominicana, Barbados, Noruega y México. Pero las sanciones a la nación no tienen justificación. Necesitamos producir. Por concepto, las sanciones que restringen las libertades no pueden ser apoyadas por los grupos económicos, eso ha sido así históricamente”.
“El distanciamiento con las sanciones proviene del hecho de que no han cumplido su objetivo y han agravado aún más los problemas de la gente. Hace cuatro años, las sanciones fueron vistas con simpatía por la mayoría de la población”, señala Luis Vicente León, director de la firma Datanalisis.
El proceso de flexibilización de sanciones podría continuar en el sector energético, pero aún luce intrincada una auténtica solución política. “El país necesitaría, al menos, retomar su industria petrolera y gasífera, acceder al crédito internacional y recuperar los activos que tiene congelados en el exterior”, afirma León, para regresar a los tiempos de antaño.La oposición de Venezuela busca candidato presidencial
Mientras tanto, se acercan unas elecciones presidenciales todavía sin fecha, y ya hay un nuevo Consejo Nacional Electoral puesto en funciones por la Asamblea Nacional. La condición número uno que pone el gobierno del Partido Socialista Unidos de Venezuela (Psuv) y Nicolás Maduro a un acuerdo político es el fin inmediato de las sanciones internacionales al país y a su Gobierno.
*Sociólogo y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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