Lo nuevo, lo viejo y lo morboso

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 Matías Feito

“(…) Las cosas siempre pueden empeorar: esa es la tradición de los vencidos”. Ricardo Piglia

Las puertas de la reacción están abiertas. De nada sirvieron las advertencias a gritos: “¡viene el lobo!”. De nada sirvieron las irresistibles conducciones de fragmentos en el campo del pueblo. De nada sirvió tanto aspamento y no resolver los problemas de raíz.

El peligroso proceso de radicalización de la aristocracia financiera no fue avistado. Los fenómenos morbosos afianzando un periodo de clausura a proyectos de transformación social continúan a grandes pasos. La situación de hegemonías rotas en una región latinoamericana saturada por grandes y medianas potencias enmarcan este cuadro general.

Nadie dice que es fácil asumir el desarme intelectual ante las contradicciones internas de un sistema en descomposición. Aun así, es importante asumirlo para dar apertura en medio de una situación política-electoral oscuramente presentida.

Fenómenos morbosos: los tiempos del interregno

Sería simple y tranquilizador definir los fenómenos morbosos como personificaciones políticas (Milei, Bullrich, Trump o Bolsonaro). La aplicación de esta noción debe interpelar a cada quién ante la convocatoria cotidiana del campo del régimen a su auxiliar. Es desde nuestras prácticas que nos preguntamos por lo morboso, por lo que muere del sistema en nosotros.

Los fenómenos morbosos se desenvuelven en el espaciamiento entre lo desalojado, desplazado, y aquello que no puede ser reemplazado progresivamente. Tienen la capacidad de capitalizar, de montaje, sobre la clausura de los proyectos de transformación social. La capacidad de reinstalar lo “viejo que muere”.

No sólo es crisis entre dos momentos de estabilidad, también es descomposición del sistema. Entre crisis y descomposición sucede la temporalidad que intentamos explorar. Grupos dirigentes que intenta congelar el tiempo mientras el terreno tiende a partirse, no hacen otra cosa que expresar la crisis de su dirección.

No hay salida en lo que muere del sistema, sólo destrucción en las interacciones sociales que forman fracturas y aislamientos para la clase obrera y el campo del pueblo. Nada se desvanece en el aire, aquellas destrucciones de relaciones, aquellas relaciones que se descomponen, moldean formas y figuras en el movimiento de lo social.

 Estado de ánimo, proceso de rebajamiento y efectos de inflación

Hay un umbral de formación en las fuerzas sociales y nos remiten a cómo nos transforman las confrontaciones. ¿Es posible superar o relevar lo morboso? Las bajas imperceptibles (y a plena luz del día) que producen procesos inflacionarios, complejidades de la “inseguridad” o grillas burocráticas de organizaciones, son resultantes de los combates cotidianos donde se producen heridos, afectados, derrotados que no vuelven a ser enlazados, a retomar las fuerzas para continuar. Percibimos a aquellos que rompen esas relaciones para sus negocios económicos y políticos, pero no a los afectados de las rupturas de relaciones sociales.

No sólo hay que percibir el momento de confrontación sino también la forma que asume la subordinación de aquellos derrotados, de aquellos afectados sin respuestas en las políticas de gobierno (del estado).

La falta de respuestas podemos buscarlas en el momento de producción de esas políticas donde los afectados por lo destruido del lazo social no tienen lugar, no tienen un punto de escucha. ¿Alguien los convoca en el campo del régimen? Ahí donde el tedio produce indiferentismo, está operando una separación de nuestras fuerzas morales e intelectuales que afectan conductas y voluntades desde las mismas fuerzas corporales. Un detenimiento producto de tecnologías políticas apenas localizables en la neblina ideológica de la imposibilidad de la transformación social. Para conocer hay que luchar. Para atravesar el tedio hay que atravesar la época.

Las fuerzas dominantes se reinstalan en cada nueva situación convocando diariamente a la población, las resultantes de confrontaciones anteriores moldean las nuevas situaciones en busca de alianzas. Los estados de ánimos producidos por el campo del régimen podemos considerarlas bajas morales para el campo del pueblo, los afectados de las rupturas de relaciones sociales quedan desafectados en la percepción política como tedio.

Elías Canetti afirma que los efectos de la inflación en la masa son comparables a guerras y revoluciones. De allí tomamos su señalamiento del “proceso dinámico de rebajamiento” donde se busca a quién descargar un desprecio (grupos, colectivos, etc.) del mismo modo en que se fue despreciado en el proceso inflacionario.

Sobre la perspectiva catastrófica

En Gramsci la perspectiva catastrófica, nos remite a fuerzas sociales, a determinadas situaciones donde las fuerzas “se equilibran de modo catastrófico” en el sentido que “la continuación de la lucha no puede concluir más que con la destrucción recíproca”. Una lectura posible para nuestra escena interesada seria que se destruyen mutuamente ambas fuerzas y una tercera aprovecha el desgaste de los contrincantes.

El papel principal en la escena política estaría demarcado por una figura “cesarista” (progresiva o regresiva), puede ocuparlo una personalidad o un conjunto de intereses permanentes de la burocracia estatal. Desde nuestra percepción la salida cesarista es solo coyuntural o momentánea de la crisis de hegemonía.

Lo original del intento de resolución en Argentina está en la recreación de una zona gris del reformismo burgués donde se articulen negocios económicos y políticos en un proceso de radicalización de los intereses de la aristocracia financiera. Sí el cambio de proporción entre el capitalismo de mercado y el capitalismo de estado, fue dramáticamente invertida y hegemonizada por el primero durante las décadas de los 80s y 90s. En este proceso de radicalización se busca una nueva forma política por lugares utópicos del liberalismo.

¿Organizar una fuerza kathekóntica? Detener al adversario parece la propuesta. La noción kathékon tiene su punto de inicio en Pablo de Tarso, en la Segunda Carta a los Tesalonicenses (Nuevo Testamento). Allí advierte que no hay que detener al adversario (¿Bestia? ¿Mal Radical?) porque luego de su llegada advendrá el Mesías, la venida de nuestro salvador. Esta noción trajo muchas polémicas y discusiones en el ámbito político, caracterizando al kathékon según la época como iglesia, imperio, etc.

¿Vamos a pensar los comportamientos políticos en un tiempo mesiánico? Un kathékon defendiendo el poder del estado (estado práctico) no alcanza para contornear respuestas políticas. Los fenómenos morbosos operan en una escala que debemos registrar desde cada quién a los grandes agrupamientos políticos, en un interregno de crisis y descomposición: en el estado del poder entre clases y fracciones sociales.

Es paradójico el uso de la misma tecnología política ejercida en detener acciones que tiendan a la trasformación social, incluso utilizadas en las propias alianzas políticos y sociales, muchas veces soldadanizando a fracciones obreras y populares. Por eso, debemos quitarnos el aguijón de lo más íntimo de nuestros marcos teóricos, de nuestra reflexión-voluntad, que obedecen al ordenamiento económico-social que producen heridas y sufrimientos. No sólo convocar a evitar fracturas entre organizaciones libres del pueblo, sino construir grados de unidad donde fracasaron hegemónicamente las fracciones burguesas en la alianza social de gobierno.

De nada servirá la frontalidad ante la estupidez erigida en rebelión esclavista, sólo tomar su energía como necesidad de liberación nacional y social permitirá abrir nuevos posibles: ¿liberalismo o liberación? Una vez más: ¡astucia! ¡astucia! ¡astucia!

[*] Investigador del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO, www.cicso.org), Argentina, invitado por el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (www.estrategia.la

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