La tierra y la economía

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Gabriel Loza Tellería

En mi nuevo libro: Más allá del PIB; el otro desarrollo analizo en estos tiempos del cambio climático la relación entre la teoría económica y el papel de la Naturaleza. Así, fue denominada inicialmente factor Tierra (T) por Smith y Ricardo y asociada a la renta de la tierra y a los rendimientos decrecientes. Sin embargo, para John Stuart Mill, que será el padre de la economía ecologista, la “economía de la sociedad” dependía de la cantidad limitada de agentes naturales y en especial de la tierra.

De esta manera, creía que si la tierra ha de perder toda esa parte que tiene de agradable gracias al crecimiento ilimitado, para el bien de la posteridad, la humanidad debería contentarse con el estado estacionario. En Marx, el trabajo y la tierra son la fuente original de riqueza y que el capitalismo en su dinámica no solo expolia al trabajo sino también a la tierra.Trabajadores de la tierra, economía popular que crece en cuarentena

Con los neoclásicos, la tierra era uno más de los factores de producción, y después fue olvidada en la función de producción de Solow así como en los modelos endógenos, donde el crecimiento ilimitado era posible en un mundo que es, en realidad, una especie de nave o espacio limitado con recursos finitos, ante aumentos de la población en las regiones subdesarrolladas y de la “permanencia” de la población en los países adelantados como producto del alargamiento de la esperanza de vida.

La profecía de Malthus de que el crecimiento de la población era mayor al de los alimentos, fue olvidada por los neoclásicos y keynesianos hasta ser sacudidos en 1970 por el Informe del Club de Roma que daba una esperanza de vida del planeta, de nuestra nave, hasta 2070 si se seguía al ritmo del deterioro del medio ambiente y del agotamiento de los recursos naturales, profecía que parece próxima al ritmo del calentamiento global. La respuesta fue posicionar, más como slogan que como verdadero paradigma, el desarrollo sustentable como un problema de equidad intergeneracional.

El Banco Mundial acuñó el concepto del capital natural para identificar la contribución a la riqueza de los recursos naturales renovables y no renovables y, hasta el Foro Económico Mundial, posicionó el concepto del déficit ecológico, que significa tomar en cuenta los costos en el medio ambiente y la ecología que genera el crecimiento del PIB. A los indicadores de desarrollo humano, se les incorporó el efecto en el deterioro del medio ambiente construyendo el Índice de Desarrollo Sostenible (IDS), que mide la eficiencia ecológica del desarrollo humano, reconociendo que el desarrollo debe lograrse dentro de los límites planetarios.

Otro desarrollo y desmercantilizaciónLa nueva narrativa del otro desarrollo, iniciada por Boulding (1966), planteó que la sociedad debería comenzar a considerar el PIB como un costo que debe minimizarse en lugar de un beneficio que debe maximizarse, cambiando la lógica de la teoría de crecimiento dominante. Postulaba que el crecimiento continuo no es posible en un planeta con recursos finitos, donde solo una mayor durabilidad de stock de capital y de la población se traduciría en una mejor ecología en el sistema como un todo. Para la economía ecológica, el estado estacionario seria el ideal con "la economía del equilibrio biofísico y el crecimiento moral”. No significa que el crecimiento cero deba ser un objetivo de política, sino que la dependencia y la defensa del crecimiento económico no deben ser un obstáculo ni excusa para la mejora del bienestar, del pleno empleo, la eliminación de la pobreza y protección del medio ambiente.

La economía ecológica nació en el Norte plateando que el crecimiento debe terminar no así el desarrollo, entendido como la capacidad de la humanidad para vivir dentro de los límites ambientales de manera de usar los recursos renovables en un ritmo que no debe exceder su tasa de renovación, los recursos agotables en un ritmo no superior al de su substitución por recursos renovables y sólo generar residuos en la cantidad que el ecosistema sea capaz de asimilar o reciclar.

Sin embargo, pese a los Acuerdos de Paris de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados para finales de este siglo y los deseos de reducción del calentamiento global, existe amplia evidencia de que el cambio climático podría convertirse en catastrófico.

*Ex Presidente del Banco Central de Bolivia, Ministro de Planificación del Desarrollo y Director de la Unidad de Análisis de Políticas Económicas y Sociales (UDAPE). Es economista y Master en Administración de Empresas. Funcionario Internacional de la Comunidad Andina. Consultor de organismos internacionales como PNUD, OIT, FONPLATA. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

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