Cristina Fernández de Kirchner en la centralidad política argentina
Emilia Trabucco
Hace poco más de una semana, Cristina Fernández de Kirchner, actual vicepresidenta y conductora del campo nacional y popular argentino, puso un punto final a la idea de un tercer mandato como presidenta de la Nación. A través de una carta, titulada “A los compañeros y compañeras”, expresó: “ya lo dije el 6 de diciembre del 2022. No voy a ser mascota del poder por ninguna candidatura”.
Por si quedaban dudas, tal decisión fue ratificada ante las cámaras de televisión, en una entrevista con el l canal C5N. Cristina insiste en que su decisión está determinada por un estado de libertad condicional.
Su centralidad en la vida política de este país, reside en el hecho de que ella personifica y hace síntesis de los intereses de las grandes mayorías, tanto al interior de la propia coalición gobernante del Frente de Todes, como en oposición a un proyecto neoliberal, encabezado por los sectores concentrados de la Patria Financiera.
Consciente de ello, y con indiscutible coherencia, desde que asumió como Vicepresidenta, viene planteando en sus discursos y cartas publicadas la necesidad de discutir un programa, con base en el alineamiento de salarios y jubilaciones con precios y tarifas, la distribución de la riqueza, la discusión de los recursos naturales, la reforma tributaria, la industrialización, el control del mercado externo, entre muchos otros temas.
Las ofensivas sobre Cristina.
Cristina representa así en Argentina el proyecto de las grandes mayorías del siglo XXI, el kirchnerismo, que logró junto a Néstor Kirchner, los salarios más altos de la región, cuya participación en el PBI nacional llegó a ser del 51%, el famoso “fifty-fifty” en la puja distributiva con el sector empresarial.
Como vicepresidenta, ha denunciado sistemáticamente la ilegitimidad del crédito con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y ha rechazado sin tapujos el acuerdo arribado en 2022, a costa del hambre del pueblo. Se encargó de mencionar que es cierto que la Argentina atraviesa un momento de crecimiento económico pospandemia, pero que eso no tiene sentido si esas riquezas son concentradas en manos de unos pocos y no distribuidas en el pueblo.
Y nos dice: “ya quisieron muchas veces eliminar derechos en Argentina. Comer cuatro veces por día no es una cuestión ideológica, ni tener un buen salario, tener un lugar digno para vivir, que tus hijos estudien. No es populista. Es algo que está en el ADN argentino”.
La afectación de privilegios que supone su proyecto de justicia social es clave para entender las ofensivas mediáticas-económicas-judiciales de las que ha sido víctima a lo largo de sus presidencias, que tuvo su punto de profundización el 1° de septiembre de 2022, cuando Fernando Sabag Montiel gatilló una pistola a 15 centímetros de su cabeza, hecho que quedó registrado en vivo y fue reproducido una y otra vez frente a millones de espectadores.
Sectores económicos, políticos, judiciales y mediáticos operaron para imponer la hipótesis del «loco suelto», cuando existen indicios de que en el atentado hubo autores intelectuales vinculados al corazón dirigencial de la neoliberal coalición Juntos por el Cambio.
Y los medios de comunicación operaron como brazo de maniobra para relativizar este ataque terrorista y hasta justificar la violencia ejercida contra la vicepresidenta. De hecho, un informe del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) del 16 de mayo, muestra que la palabra “Cristina” aparece en el 50% de las tapas de Clarín y La Nación del último año, donde 3 de 4 menciones son negativas.
Además de la ofensiva mediática, Cristina ha definido a la Justicia como la organización política central, el «partido», del poder real en Argentina en este siglo XXI, como lo fueron las Fuerzas Armadas durante gobiernos antidemocráticos. Poder que también se definió como mafia, un entramado que construye el escenario de legitimación para todas las violencias ejercidas contra su persona.
Con un sinnúmero de causas en su contra, proscripción, sentencias armadas en vacaciones, falta de investigación en algunas causas como la del intento de magnifemicidio, y con la complicidad de los políticos de turno, esta mafia puesta a dedo se arroga poderes pisoteando la constitucionalidad y el derecho a decidir del pueblo argentino, y buscando eliminar del juego político a Cristina.
Estos jueces, que desde su trono en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, vimos nuevamente condicionar la democracia argentina a través de una injerencia bochornosa, anulando los procesos electorales de San Juan y Tucumán, y próximamente, Formosa.
La contradicción. Es momento de la acción del campo popular
Estas ofensivas de la derecha, sumadas a debilidades en el propio proyecto nacional y popular, han llevado a un escenario de “crisis y empate catastrófico” en nuestro país, enmarcados como no puede ser de otra manera, en una crisis internacional. Las derechas más conservadoras y fascistas toman una gran fuerza, incluso llegando en algunos países al gobierno a través de la vía democrática.
Para poder entender el contexto actual, es necesario remitirse a la gran crisis del 2008, donde el sistema capitalista encontró una salida en la digitalización y financiarización de la economía, que trajo aparejado el surgimiento de una nueva aristocracia financiera y tecnológica. Esta fracción de clase, hoy está teniendo la capacidad de imponer los nuevos tiempos sociales de producción.
La disputa entre proyectos estratégicos puede traducirse en el denominado G2, EE.UU. (Amazon) vs China (Huawei). Tal contradicción, tiene su expresión a nivel local y atraviesa las dos grandes fuerzas sociales que ordenan a su vez la contradicción principal en Argentina, territorio productor de materias primas fundamentales en la cadena de valor, como los alimentos, el litio del norte del país o el gas de Vaca Muerta.
En Argentina, la verdadera (e histórica) disputa puede ordenarse hoy en la contradicción Patria o FMI. El acuerdo con el Fondo Monetario y tener a la política económica en su constante evaluación, con metas de acumulación de reservas, déficit fiscal y control sobre los subsidios en tarifas o políticas sociales, son causales del proceso inflacionario incontrolable que atraviesa la economía, con un crecimiento anual del más de 100% y trabajadores formales sumidos en la pobreza.
Y con elementos extorsivos como las Leliqs, que hoy representan una gasto mayor para el Banco Central de lo que destina la Administración Nacional de Seguridad Socal (Anses) para las jubilaciones. El dinero que el FMI entregó al expresidentes Mauricio Macri para garantizar su continuidad en 2019, fue utilizado pura y exclusivamente para la fuga de capitales: ni un solo dólar fue utilizado para inversiones en el país.
En 2005, Néstor Kirchner, canceló la deuda argentina con este organismo, que desde su desembarco en la década del 1970, implementó políticas y recetas neoliberales, a costa del hambre del pueblo entero. Con el FMI interviniendo en las decisiones de nuestros gobiernos, no habrá posibilidades de un desarrollo económico con inclusión social, y las posibilidades de soberanía política y económica son nulas.
Ante un malestar social general, producto de la crisis económica, de una crisis de representación ante las expectativas no cumplidas por un gobierno peronista y la profundización de la ofensiva de la derecha, es fundamental poder identificar el enemigo real y profundizar el proyecto de justicia social, con debate profundo y con acción política. Con el diseño de un programa de Patria que reagrupe la fuerza para poder pasar a la ofensiva.
Nadie puede negar la capacidad de estadista de Cristina, sin duda la conductora de la fuerza social que puede llevar al país a una nueva etapa de crecimiento con inclusión social, pero es necesario que las organizaciones del campo popular puedan discutir y diseñar activamente el programa político, económico, productivo, social, cultural, defendiéndolo en la calle.
Los enemigos están claros: a) La casta empresaria fugadora y formadora del precio de la comida y la vida de nuestro Pueblo; b) la aristocracia financiera y tecnológica que fue parte del festín financiero del macrismo y nos legó al FMI como estrategia imperial de dominación política sobre nuestro territorio, c) la Mafia Judicial como el corazón del régimen burgués del país; d) la gran prensa y su articulación en AEA y el Foro de Convergencia Empresaria; e) la derecha corrupta, de tinte neofascista, que decidió quebrar el pacto democrático, operando una estrategia política terrorista; f) los dirigentes de movimientos populares y sindicatos que se sienten más cómodos haciendo política con Horacio Rodríguez Larreta, Carolina Stanley o Jorge Triaca: g) la variopinta política del llamado peronismo «racional» que ya trabaja para que el Frente de Todos pierda las próximas elecciones presidenciales.
Es necesario basar el proyecto político, de una patria soberana, en el alineamiento de salarios y jubilaciones con los precios y tarifas, recuperar la producción local con agregado de valor y el control del mercado exterior, una reforma tributaria para que los impuestos no ahoguen a lxs que menos tienen.
A 20 años de la llegada de Néstor Kirchner al poder, estamos convocadxs a dar una gran muestra de fuerza y movilización. Las cosas son claras, Cristina es el programa, por eso decimos: “El proyecto al gobierno, Cristina al poder”.
* Psicóloga, magíster, militante sindical y feminista, colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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