Argentina: Massa y la economía se van alineando, pero ¿cuál es el eje del gobierno?

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Juan Guahán

Al estilo de algunas “democracias” europeas, mientras el Presidente es un cuidadoso cumplidor de un rol estrictamente protocolar, aunque -en su fuero íntimo- conserva otras expectativas que se podrán conocer el próximo año. Pero, por ahora solo se guarda una bala, la amenaza de su renuncia. Mientras tanto, Sergio Massa –que vendría a ser algo así como un Primer Ministro- empezó a gobernar. Por lo menos está produciendo una avalancha de anuncios.

Mientras desde el poder trasmiten esa idea de un nuevo gobierno, a pesar de haber transcurrido dos años y 18 meses de asumido, desde la calle surgen algunas preguntas: ¿Quién gobierna?, ¿Cuál es el eje de ese gobierno? El primer interrogante continúa sin ser resuelto.14 años después, Alberto Fernández y Sergio Massa compartieron un abrazo  “calcado” | Política | La Voz del Interior

Vale la pena hacer un primer reconocimiento. En todo el sistema de poder y gran parte de la población hay una común aspiración: Que haya un mínimo de estabilidad, que alguien -al menos- pare un poco toda esta locura, desorden y confusión. Hasta aquí una voluntad común, una necesidad compartida. Pero, claro… para hacerlo hay que definir para dónde se quiere ir. Aquí sigue estando presente la cuestión del eje que permita ordenar al conjunto de las decisiones.

Marginado el presidente Alberto Fernández de las definiciones fundamentales, las contradicciones que éste tenía con su Vice (Cristina Fernández de Kirchner) ahora se trasladaron a la relación de ésta con Massa. La situación no es la misma. Más allá de las características personales, hay otra gran diferencia y ella radica en la particular realidad a la que deben responder. Antes teníamos el preludio, la posibilidad de una crisis. Ahora no. El riesgo se está manifestando y todos los protagonistas se han asomado al abismo y no les gusta, les da miedo.

Tal situación los hace compartir la necesidad de alcanzar una mínima estabilidad pero lo hacen desde visiones diferenciadas. Por detrás, o –tal vez- por delante, de esa necesidad de lograr algún equilibrio, hay ideas diferentes sobre los rumbos a desarrollar.Para unos, el cristinismo, se trata de la recuperación del Estado como ordenador y guía, para que luego –alcanzada esa estabilidad- lograr que la economía vuelva a permitir la tradicional propuesta kirchnerista de una mejor distribución.

En cambio, para otros, para el massismo, el eje es un ajuste desarrollando un Estado que construya a favor del mercado y del capital financiero como ordenador del mismo. Los efectos prácticos y datos económicos indican que –estos años de gobierno Alberto-cristinista- terminaron actuando a favor de una mayor concentración económica, con pérdida de empleos e ingresos. A nada de ello es ajeno el Fondo Monetario Internacional (DMI), con sus exigencias y forzados acuerdos motivados en sus fraudulentos préstamos.

Todo lo dicho fortalece la idea de que la confrontación, al interior del elenco gobernante, ahora es superior a la de antes. Esta alianza (Cristina/Massa) es posible porque ambos se necesitan, para tratar de salvarse del daño autoinfligido. Pero, a diferencia de Alberto, Massa no es un delegado de Cristina, sino que tiene un poder propio, aunque sea menor al de Cristina. Al punto tal que, en las elecciones legislativas del 2013 derrotó –con apoyo del macrismo y en la provincia de Buenos Aires- al candidato de Cristina. (41 a 31%).

También por eso sus políticas respecto al conjunto de la sociedad aparecen condicionadas por estas diferencias y sus expectativas distintas. Cristina puede ayudar a Massa guardando silencio ante el tarifazo que lanza, y también puede mirar para el costado cuando sus gestos -proestadounidenses- hieren al espíritu de sus amigos regionales.Massa se reunió con Cristina Kirchner y ya se habla de su sucesión en  Diputados | Política | La Voz del Interior

Si Massa es la rueda de auxilio para salir del paso, Cristina trabajará para que llegue al 2023, pero es poco probable que lo haga para asegurarle la candidatura presidencial, si ella tuviera perspectivas de triunfo. A menos que la debacle de la oposición sea de una magnitud –hoy- impredecible y que las acciones de Massa le rindan –en lo inmediato- el fruto que espera y lo constituyan en el “hombre insustituible de la Embajada”.

La oposición teme a sus extremos y también a “la ancha avenida del medio”

Hasta tiempos recientes todo parecía indicar que las internas disolventes solo tenían posibilidades de desarrollarse en el oficialista Frente de Todos (FdT). Pero, a medida que pasan los días, crece la idea que los problemas de la oposición no son menores. Su mayor preocupación era transitar el tiempo porque en el 2023 sería su turno. Pensaban que solo debían esperar que el oficialismo se disgregara en recurrentes crisis que -por cierto- no han desparecido, ni mucho menos. Pero la realidad ha ido cambiando.

Más allá que la realidad no muestra mejoras y la situación de gran parte del pueblo sigue empeorando (la inflación del 7,4% para julio lo ratifica), los sucesos más recientes demuestran que ese camino, de una sucesión casi asegurada, se va haciendo cada vez más confuso.

Los peligros, para la actual oposición, tienen diferentes orígenes: Su propia y explosiva crisis y los riesgos que estos estragos sociales y económicos, se trasformen en rebeldías populares. Una reacción de ese tipo podría terminar no solo con el oficialismo sino también con quienes –como opositores- comparten responsabilidades institucionales, que son auténticas complicidades.Noticias | Desunidos por el Cambio: todos contra todos

En lo que respecto a su situación interna, ella se ha ido complicando, desde dos sitios distintos y opuestos. Por una parte el propósito de acuerdo con los libertarios que tenían o tienen, algunos de sus dirigentes (Mauricio Macri, Patricia Bullrich), no logra cuajar como parecía.

A las desgraciadas declaraciones del ultraderechista Javier Milei sobre la venta de órganos y otras extravagancias se le agregaron adelantos u “operaciones” sobre eventuales alianzas locales, producidas por Patricia. Las declaraciones de Mile, que asimilan a Macri con “la casta”, pusieron en “pausa” las concordancias que se insinuaban.

Más complicada aún es la situación respecto a los radicales y cierto peronismo que aspira a construir, con o contra Massa esa “ancha avenida del medio”. Facundo Manes, el hombre de las neurociencias, viene remando en esa dirección. Su acuerdo con el gobernador de la provincia de Córdoba Juan Schiaretti, que éste quiere ampliar al gobernador sanjuanino Sergio Uñac, le da a esa idea una consistencia mayor.

Aún más compleja es la situación si tenemos presente que el jujeño Gerardo Morales, presidente del radicalismo, derrotado en el Congreso de Gualeguaychú (marzo 2015) que decidió la alianza con Macri, ahora quiere volver a dar pelea, bajo condiciones que considera favorables, luego del fracaso de la coalición macrista, con un relativo marginamiento del radicalismo.

A lo dicho hay que agregar que Morales mantiene fuertes vínculos con Massa, al igual que Gustavo Sáenz, el gobernador salteño. La actual Secretaria de Energía, Flavia Royón, fue -hasta la semana pasada- integrante del gabinete provincial del gobierno salteño. Nadie le puede quitar a Massa el derecho a imaginar un fortalecimiento de su Frente Renovador, que ahora sí pueda transitar esa “avenida del medio”.Un amparo contra el tarifazo | Los 40 jefes comunales peronistas evalúan  una presentación en conjunto | Página12

Esa interna, metida –por ahora- en un túnel sin salida, recibió duras palabras de Elisa “Lilita” Carrió, con sus personalizadas denuncias sobre hechos de corrupción, que aumentan la fuerte tensión ya existente en esa coalición. Estas consideraciones fortalecen la incertidumbre acerca de cómo se presenta el futuro, sus perspectivas, los miedos y confusiones de los que mandan frente a la dura situación que ellos mismos han contribuido a crear.

El “massazo” del tarifazo

Las dudas, vacilaciones, marchas y contramarchas de gobierno y oposición son aprovechadas por el poder económico para seguir acumulando mayores ganancias y consolidando su poder. No es casualidad que el jueves pasado se reuniera -en el Hotel Alvear de Buenos Aires- el Consejo de las Américas, nave insignia del empresariado estadounidense, creado por David Rockefeller.

Allí, el embajador de Estados Unidos en Argentina, Marc Stanley, se arrogó el derecho de opinar sobre los acuerdos políticos necesarios para llegar al proceso electoral de 2023. Stanley exigió compromisos inmediatos antes de que los sectores populares se decidieran a darle otra orientación al futuro y afirmó que el sistema político debe trabajar “en acuerdos desde ahora, y no esperar a las elecciones de 2023″. Su sentencia fue interpretada en clave de exclusión del kirchnerismo: no sea cosa que la crisis vuelva a posicionar en el primer plano a la máxima referente del movimiento popular.

La CGT marchó "contra la inflación" y a favor del gobierno: "Esta puede ser  la primera de varias movilizaciones" | PerfilNo podía llamar la atención que allí hablara Massa. Pronunció palabras como garantizar la “paz social”, que sonaron -a los entrenados oídos profesionales de su auditorio- como “la más maravillosa música”. Se le olvidó decir que la paz social es hija de la justicia social y que ésta sigue estando gravemente herida en la Argentina de hoy.

Tampoco hizo hincapié que el día anterior, una integrante de su gabinete ministerial hizo pública una medida que seguirá dañando el tejido social. Los aumentos de tarifas de servicios públicos de agua, luz y gas, con sus respectivas segmentaciones y precisiones, tendrán un extendido y profundo impacto en el conjunto del pueblo.

Los datos hasta ahora divulgados indican que los sectores medios; los trabajadores que están en negro; aquellos que viven de changas y los jubilados serán los más perjudicados, por la falta o debilidad de organización y de otros instrumentos para defenderse. Aunque entre las organizaciones de consumidores crece la idea de apelar a la justicia, reclamando que las audiencias públicas -previas y obligatorias- ya celebradas, no tienen validez para estos incrementos.

Los trabajadores en blanco o registrados y los empleados estatales tienen en los sindicatos y sus paritarias medios para defenderse.La CGT, la CTA y otros espacios marcharán contra los formadores de precios

El millón trescientos mil personas que tienen la ayuda del Potenciar Trabajo, cuentan –en buena proporción- con organización y capacidad de movilización para el reclamo, además de las posibilidad de sostener algunas changas.Agrava los efectos de este tarifazo el hecho que estos diversos sectores sociales ya vienen padeciendo, en los últimos años, una caída de sus ingresos reales.

Por último, como nos suele pasar ocurrir en la vida cotidiana, cualquier problema más o menos serio repercute en todo el cuerpo y produce cimbronazos no esperados. Algo de eso nos está pasando, como sociedad.

Nos fuimos dando cuenta que las cosas no daban para más. La creciente concentración económica y el exacerbado centralismo portuario de un modelo agotado pusieron sobre el escenario las contradicciones políticas. El país aceleró su derrumbe, mientras que la pobreza crecía y el asistencialismo no alcanzaba. La ausencia de un proyecto y fuerza política capaz de liderar una salida hizo que la situación llegara hasta límites inéditos. Desde los sectores populares no se pudo gestar una fuerza y plan alternativo.

Pero hoy, el Proyecto está y la fuerza también. Lo puso el FMI y sus sirvientes locales. Ellos, que están dentro del gobierno y la oposición, son los encargados de llevarlo adelante. Habrá que ver hasta dónde el pueblo lo permite.

*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

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