Se fue Ángela Merkel, llegó el socialdemócrata Olaf Scholtz: ¿cambiará algo en Alemania y Europa?
Isabella Arria
La asunción del socialdemócrata Olaf Scholtz marcó el fin de 16 años (cuatro mandatos) de gobierno de la conservadora Angela Merkel, quien estuvo a nueve días de batir el récord de longevidad en el poder de Helmut Kohl. Sholz, de 63 años, fue apoyado por los Verdes (118 escaños) y los liberales del FDP (92), que forman la nueva coalición tripartita, in´pedita a nivel federal germano, en el poder.
«Sí», dijo Scholz a la presidenta de la Cámara, Bärbel Bas, cuando le preguntó si aceptaba el resultado de la votación, y el presidente de la República, Frank-Walter Steinmeier, le entregó un acta que oficializa su nombramiento y marca el inicio de un mandato lleno de interrogantes, pero también de esperanzas.
Scholtz será el noveno canciller (primer ministro) de Alemania después de la guerra, luego de que su partido socialdemócrata ganara las legislativas con 206 escaños contra 197 de la formación conservadora Unión Demócrata Cristiana. El nuevo gobierno será el más equitativo en términos de igualdad de género. Ocho de sus 16 ministerios estarán ocupados por mujeres, entre ellos los cuatro que atañen a la seguridad nacional y política exterior: Asuntos Exteriores, Interior, Defensa y Ayuda al Desarrollo.
Al Partido Socialdemócrata (SPD), la fuerza más votada en las elecciones generales del pasado septiembre con un 25,7 por ciento, le corresponden siete ministerios, además de la Cancillería.
El 26 de setiembre hubo elecciones para el Parlamento, y Angela Merkel, tras 16 años como canciller, no participó en ellas. La democracia de Alemania es parlamentaria, por lo que no hay elección directa para el cargo de canciller. Si hubiese elección directa, según las encuestas, el socialdemócrata Scholz hubiera ganado con 48 por ciento.
Después de haber atravesado muchas crisis en los últimos años, e incluso de haber sido dada por muerta, la socialdemocracia europea parece haber dado una vuelta de página, al menos en Alemania. Los analistas recuerdan que hasta hace seis meses, las ambiciones de Scholz únicamente encontraban sonrisas compasivas.
Para algunos observadores, su candidatura por el SPD sólo se debió a la falta de políticos populares y presentables, y que muchos se habían desgastado durante los años de Merkel. Olaf Scholz es un político experimentado, un convencido socialdemócrata y ha ocupado muchos cargos importantes en el partido y el gobierno. Pero se lo considera reservado y un poco aburrido. “Scholz es uno de esos políticos que piensan inteligentemente pero no se comunican inteligentemente”, escribió Der Spiegel.
El pensamiento racional y rápido es parte de su personalidad, pero no la emocionalidad, y mucho menos la pomposidad. La sensatez parece ser bienvenida en momentos de crisis, el conocimiento y la experiencia sosiegan los espíritus en tiempos agitados e inciertos, y la distancia mantenida con respecto a las bases del SPD, generalmente ubicadas más a la izquierda, es un punto a favor para las personas más conservadoras.
Hasta mayo los analistas consideraban que Laschet, el candidato de la alianza conservadora CDU/CSU y, por lo tanto, sucesor de Merkel (CDU), contaba con las mayores probabilidades de ser canciller. Los conservadores contaban con 30% de las preferencias. Con Baerbock, una candidata de 40 años, Los Verdes ya eran la segunda fuerza política más grande del país. En las encuestas superaban por mucho al SPD.
Parecía que en Alemania, como en otros países de Europa occidental, la era dorada de la socialdemocracia había llegado a su fin. Los medios de comunicación hablaban sobre todo del escenario de coalición más probable: un gobierno conservador-verde. Desde finales de julio, sin embargo, el panorama cambió y una una semana antes de las elecciones ganó con 15 puntos de ventaja con respecto a Laschet y 17 con respecto a Baerbock los debates preelectorales.
El programa de gobierno socialdemócrata está enfocado en asuntos de justicia social y laboral, cambio climático, movilidad y transporte, y digitalización.
de rumbo para estimular el crecimiento y el trabajo. Gracias a sus recursos financieros, durante la pandemia Alemania pudo ofrecer un fuerte apoyo estatal a empresas y trabajadores, y Scholz, como ministro de Trabajo de Merkel, jugó un papel decisivo en esa política.
Scholz es considerado un socialdemócrata bastante conservador. Una de sus creencias fundamentales, sin embargo, es que se necesita un Estado capaz de actuar para dar apoyo a los trabajadores y trabajadoras y a las personas de bajos ingresos. Insiste en que todo el mundo debe recibir el pago que realmente merece por su trabajo. Para algunos observadores, el dirigente ha entendido el error de la elite política occidental de enfocar su retórica en “competitividad” y “mérito”.
Un punto muy relevante en la campaña electoral y en el actual programa del SPD es la idea de elevar el salario mínimo a 12 euros la hora, con igualdad de género. También sugirió que debería haber un marco legal común sobre salario mínimo a escala de la Unión Europea.
El programa del SPD está enfocado así en temas de justicia social y laboral, cambio climático, movilidad y transporte y digitalización. La agenda internacional no ha jugado un rol importante en estas elecciones, a pesar de temas coyunturales como la derrota occidental en Afganistán –donde Alemania había mandado 150.000 soldados en los últimos 20 años-, la migración u otros temas que requieren una posición común europea.
Tras 16 años, se fue la conservadora Ángela Merkel y ahora el que manda es el socialdemócrata Olaf Scholz: ¿cambiará algo en la política alemana y la europea?
* Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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