Nueve candidatos y un solo sillón en La Moneda
Cecilia Vergara Mattei
Al igual que en 2013, serán nueve los candidatos que participarán en los comicios presidenciales de Chile del 21 de noviembre, lo que supone que lo electores tienen una amplia gama de postulantes, uno por espectro ideológico, lo que pude garantizar la elección ese mismo día de un parlamento que garantice los cambios que se han demorado desde la caída de la dictadura.
En la papeleta estarán el candidato (oficialista) de Chile Vamos Sebastián Sichel, el diputado Gabriel Boric (Apruebo Dignidad) y la democratacristiana Yasna Provoste. A ellos se suman José Antonio Kast, del Partido Republicano, el presidente del Partido Progresista (PRO), Marco Enríquez-Ominami, que hará su cuarto intento por llegar a La Moneda, el ideólogo de Felices y Forrados Gino Lorenzini, y el economista Franco Parisi (Partido de la Gente).
Completan la lista Diego Ancalao, académico mapuche, independiente y apoyado por La Lista del Pueblo, y la de Eduardo Artés, de Unión Patriótica.
La campaña electoral estará cruzada por la Convención Constituyente, la cual trabaja desde el 4 de julio con un plazo máximo de un año para redactar una nueva Constitución que reemplace a la actual, heredada de la dictadura de Ausgusto Pinochet.
Son elecciones marcadas por la crisis social que estalló el 18 de octubre del 2019 destapando las desigualdades sociales en Chile, la pandemia y la redacción de una nueva Constitución. Los principales candidatos para la primera vuelta parecen ser el derechista Sebastián Sichel, empresario de 44 años, el centroizquierdista Gabriel Boric, diputado de 35, y la única mujer, la centroderechista Yasna Provoste, de 51 años, actual presidenta del Senado,
Los dos primeros aparecen fuertes en las encuestas y movilizaron más electores de lo previsto en las primarias del 18 de julio. Provoste se sumó tras una consulta ciudadana de escasa concurrencia, tras vencer a otros dos candidatos de la otrora Concetación, que gobernó gran parte de los 30 años que siguieron a la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Para algunos analistas, será una elección incierta porque no están Michelle Bachelet con 35 por ciento ni Sebastián Piñera con 40 por ciento en las encuestas. Para Marta Lagos, fundadora de la Corporación Latinobarómetro, encuestadora desde 1984, “los candidatos centrales son Sichel, Provoste y Boric, y eventualmente Kast que puede dar alguna sorpresa. El resto son secundarios, van a obtener menos de 10 puntos».
Rodrigo Arellano, vicedecano de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo (UDD) señala que lo que está viviendo la sociedad chilena es la desfragmentación política. “Ya se quedaron atrás los tres grandes bloques», indica, tras afirmar que «muchos de los candidatos que se inscribieron son más de sensibilidad de izquierda que de centroizquierda, lo que podría fragmentar la votación que tuvo Gabriel Boric..
Por su parte, Marta Lagos, sostuvo que al candidato derechista Sebastián Sichel “le viene como bomba atómica la candidatura de la democristgiana Yasna Provoste, porque Sichel tiene la expectativa de conquistar los votos de centro. Sin los votos de centro no hay presidente. Ni la derecha ni la izquierda, ningún candidato individualmente tiene los tres millones y medio que se requieren para ser presidente».
«A Sichel le complica enormemente correrse a la derecha (…) cuando él se corra hacia el centro, los votos de derecha conservadora se van donde Kast. Está en una situación compleja, porque si se corre a la derecha y gana los votos de centro, se le van votos hacia Kast, si no se corre, se queda sin los votos de centro», añadió lagos a El Mostrador.
Tradicionalmente, el centro siempre ha sido el lugar que le ha dado el triunfo a los candidatos presidenciales. En esta oportunidad, los únicos candidatos que no ofrecen cambios son Sichel y Kast, ya que lo que proponen es una continuidad.
Sichel es el abanderado corporativo del gran empresariado –que siente la necesidad de representarse de forma directa, corporativa, en la escena política- y puede atraer con su talante de tecnócrata “self-made man” el apoyo de aquella derecha no partidaria y culturalmente moderna e inclusiva.
Las élites de las otras corrientes postularon reformas, tras el tremendo estallido social con la fuerza de un resorte comprimido de 30 años de ilusiones frustradas, sumada la fuerza exponencial de la pandemia, particularmente en sectores medios y bajos y en la juventud que siente que la sociedad está en deuda con ella.
Manuel Contreras señala que en Chile, en poco menos de dos años, se entra a poner fin a la Constitución del dictador Pinochet y, de facto, al pilar fundamental del modelo, las AFP (previsión privada), acompañado de profundos logros culturales: feminismo y diversidad de género, derechos de los pueblos originarios, derechos de la Tierra y la lucha por el medio ambiente, y el reclamo vehemente por la Dignidad.
En la contienda se sabrá, asimismo, cuál es la izquierda que elige la gente, la de Boric o la de Ancalao y Artés o la seudo centroizquierda de Provoste, que más bien es una centroderecha.
Por su parte, Arellano consideró que «el camino está más expedito para Sichel, dado que solamente se inscribió José Antonio Kast (…) Yo creo que las condiciones están abiertas para que tengamos una segunda vuelta entre Gabriel Boric y Sebastián Sichel».
No obstante la profunda crisis de representación de los partidos, sus autoridades conservan poderes muy decisorios, incluida la capacidad para ahogar a sus propios presidenciables. El Partido Comunista lo es a Daniel Jadue pre y posprimarias (perdió ante Gabriel Boric), pero lo niega con expresiones de fe militante en un partido renuente a los lucimientos y a opiniones personales que se adelanten o disientan de la voz oficial.
También la UDI (Unión Democrática Independiente) lo ha sido para Joaquín Lavín, la RN (Renovación Nacional) para Mario Desbordes, quizás por la desintonía cultural de ambos candidatos con esos sectores acomodados, permeables a soluciones asociadas a la revolución tecnológica y los desafíos civilizatorios, y no a negociaciones políticas cupulares e ideologizadas. Ese nuevo sentido común ciudadano de “derecha” podría explicar también la gran votación por el Apruebo (a la Convención Constituyente) en las comunas acomodadas, indica Contreras.
Las ambigüedades en los gobiernos de la Concertación y con los gobiernos de Piñera y los acomodos de sus directivas y al modelo neoliberal pesan toneladas sobre la candidata democratacristiana.
Provoste, para convencer de que es de centroizquierda, debiera posicionarse como la continuadora histórica de “ese camino del que nunca debimos alejarnos”: reforma agraria, promoción popular, chilenización del cobre, y agitadora de la imperativa unidad política y social del pueblo
* Periodista chilena, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.