México bajo en neofascismo de Donald Trump

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Josefina Morales| La crisis de régimen por la que atraviesa nuestro país, enfrenta el precipicio que abre la designación del nuevo presidente de Estados Unidos –fraudulento millonario que no paga impuestos, racista, machista, neofascista- que llega al gobierno a pesar de que la candidata demócrata lo superó por cerca de tres millones de votos y ha conformado un equipo de militares y millonarios de Wall Street y del petróleo que no reconocen el calentamiento global, impulsan la energía fósil y se proponen renovar el armamento nuclear.
Con Donald Trump, miembro destacado del especulador sector inmobiliario que en 2015 representó 13.1% del PIB de Estados Unidos, superando al 12.0% de la manufactura, se exhiben las agudas contradicciones en la élite estadounidense.
Una de sus fracciones busca en el nacionalismo económico frenar la globalización enarbolada, en gran parte por ellos mismos, desde hace tres décadas. Asimismo muestra una fractura social que emerge brutal entre los sectores precarizados con el racismo exacerbado que encuentra en el otro al culpable del deterioro de sus condiciones de vida.

La propuesta para enfrentar el crecimiento de China en la economía mundial, a diferencia de Obama que planteaba profundizar los acuerdos de libre comercio con el Tratado Transpacífico, es cambiar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en particular con México, privilegiar acuerdos bilaterales e imponer un neoproteccionismo comercial. Al mismo tiempo que se propone expulsar a millones de trabajadores mexicanos sin documentos y construir un muro en la frontera con México.

La respuesta del gobierno mexicano a la crisis ha privilegiado la renovación de las políticas neoliberales y un creciente endurecimiento represivo que se entrecruza con la guerra contra el narcotráfico y militariza al país que llega a un clímax de violencia desbordada en las últimas semanas del año al tiempo que busca cambios constitucionales para redefinir el papel de las fuerzas armadas en la seguridad interna.mex pena y trump1

La globalización y TLCAN reprodujeron la dependencia estructural de nuestro país y conformaron un capitalismo neocolonial en el que México ha perdido su soberanía nacional: de la pérdida de la soberanía alimentaria a la monetario-financiera y a la de seguridad nacional. Crítica es la situación energética que nos ha llevado a una creciente importación de gasolina, hoy desabasto especulativo ante la liberalización, entrega del petróleo al capital extranjero.
La economía mexicana se ha insertado a la cola de la estadounidense, con las grandes corporaciones trasnacionales que producen, para ese mercado, mercancías de bajo precio a partir de la sobreexplotación de más de 2.5 millones de trabajadores mexicanos.

El comercio exterior mexicano, dominado por las trasnacionales, ha mantenido el déficit estructural característico de las economías dependientes, sólo durante los primeros siete años de tratado de libre comercio fue positivo. Lo que sí ha presentado es un superávit con Estados Unidos y un déficit con el resto del mundo.

Las exportaciones a Estados Unidos se multiplicaron seis veces y en 2015 alcanzaron 308 788 millones de dólares, 85% del total, mientras las importaciones se diversificaron a partir del 2000 cuando Estados Unidos todavía concentraba cerca de las tres cuartas partes del total y menos de la mitad en el último año, mientras las de Europa alcanzaban 11.1% y 34.3%, correspondiendo a China más de la mitad de éstas.

En México, la Inversión Extranjera Directa que soporta este capitalismo exportador, superó los 350 000 millones de dólares entre 1999 y el tercer trimestre de 2016, cerca de la mitad nueva inversión y una tercera parte destinada a la adquisición de empresas mexicanas. La de Estados Unidos bajó de representar 72% de la total al 45.9% en esos años, concentrada en la industria automotriz. Parte la inversión y de las importaciones no estadounidenses fueron para productos que serían exportados a Estados Unidos.

Los flujos financieros son crecientes y van en gran parte a los bonos públicos que han multiplicado la deuda interna en los últimos años.

La deuda pública total representa más de la mitad del PIB y con la privada externa supera el 60%.
Desde 2015 se registra un proceso de deterioro de la balanza de pagos con la caída de los precios del petróleo, el menor crecimiento de las exportaciones y el cambio de la política monetaria de Estados Unidos.

Esto provocó a lo largo de 2016 mayores flujos especulativos de entrada y salida y un continuo proceso devaluatorio del peso mexicano que cayó de 13.9 pesos por dólar en noviembre de 2014 a 16.6 en 2015 y a 20.6 en 2016.

El otro factor determinante en la economía nacional, amenazado por la política de Donald Trump, es el de las remesas enviadas por millones de trabajadores mexicanos que sin papeles laboran en condiciones de precariedad en Estados Unidos. Entre 1995 y 2015 llegaron al país 334 880 millones de dólares por remesas y desde 2015 han superado a los ingresos petroleros.

tlcan1La respuesta del gobierno mexicano ante las amenazas racistas de expulsión de millones de trabajadores mexicanos sin papeles, la construcción de un muro en la frontera que deberán pagar los mexicanos y el neoproteccionismo es casi inexistente. Acepta sumiso las amenazas y a lo más plantea buscar la modernización del TLCAN.

Desde la negociación del TLC, a principios de los años noventa, varias voces señalaron lo lesivo para los trabajadores y para el país en su conjunto. El libre comercio no ha favorecido a los trabajadores mexicanos ni a los trabajadores de ningún país, los beneficiados han sido los grandes capitales trasnacionales y financieros.

Hoy, los desafíos son mayores para las fuerzas sociales y políticas de nuestro país. El imperialismo afila sus garras y unilateralmente provoca la cancelación de inversiones trasnacionales acordadas mientras el gasolinazo del primero de enero que responde a la entrega del mercado nacional de energéticos al capital, nacional y extranjero, ha desatado la protesta y la ira popular.

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