También Evo Morales alerta sobre la invasión encubierta de EEUU a América Latina/ Evo Morales alerta sobre a invasão encoberta dos EUA na América Latina

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Sullkata M. Quilla|

 

El presidente de Bolivia, Evo Morales, denunció una invasión encubierta de Estados Unidos sobre América Latina, luego de que Washington anunciara que enviará a Colombia un buque hospital para atender a los venezolanos que se encuentran en ese país fronterizo, y señaló que la mejor ayuda que puede prestar ese país a Venezuela es respetar su soberanía y “levantar el bloqueo económico que el imperio norteamericano le ha impuesto injustamente”.

“Condenamos invasión encubierta de gobierno de EEUU a América Latina, al enviar a Colombia barco del Pentágono con excusa de ‘ayuda humanitaria’ hermanos venezolanos. La embarcación USNS Comfort, con capacidad para transportar helicópteros de guerra, es amenaza contra Venezuela”, alertó Morales a través de Twitter. “Toda agresión a Venezuela, es una agresión a América Latina”, aseveró.

Mientras, EEUU sigue ideando y financiando la destrucción de la ingtegración latinoamericana, para poder imponer la vieja doctrinamonroista  de “América para los (norte)americanos. Hay intereses geopolíticos que tienen que ver con tener acceso a los recursos” tales como “el petróleo”, “el agua dulce”, “la biodiversidad” o “los minerales”, recursos esenciales para que Washington mantenga su poder hegemónico imperial, indicó Pablo Ruiz integrante del grupo de Observadores de la Escuela de las Américas

En esta ruta de acciones de Washington se inscriben el golpe de Estado contra el presidente progresista Fernando Lugo en 2012, que rompió las siete décadas de hegemonía del partido Colorado, similar al ejecutado contra el mandatario hondureño Manuel Zelaya en 2009, o el derrocamiento de la presidenta constitucional brasileña Dilma Roussef.

Fue precisamente la estrategia de la persecución judicial parlamentaria con la que dejó la puerta abierta al gobierno de Estados Unidos para instalar en la presidencia paraguaya -en principio a Federico Franco- quien luego dio paso a Horacio Cartes, un jefe de Estado complaciente a la agenda estadounidense, quien facilitó el emplazamiento de nuevas bases militares, una de ellas en la Triple Frontera con Brasil y Argentina, de cara al Acuífero Guaraní y muy cerca de Bolivia.

La excusa de Washington fue la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, la misma usado para instalar 76 de las 800 bases militares que tiene en el mundo, también en Brasil, Chile, Colombia y Perú, lo que le permite a Washington controlar la mayor reserva de agua dulce de esa región, cuestión a la que se suma hoy la explotación de esquisto (fracking) por multinacionales petroleras norteamericanas.

La meta, apoderarse de los recursos naturales y el control geoestratégico de la región. De las 76 bases, están 12 en Panamá, 12 en Puerto Rico, 9 en Colombia, 8 en Perú, 3 en Honduras y 2 en Paraguay,

En 2015 se concretó la instalación de la primera base militar estadounidense en territorio paraguayo, bajo el estatus de “Centro de Operaciones de Emergencias (COE)” en el departamento de San Pedro, creada con la excusa de “ayudar” a la población ante “eventos de emergencia o desastres naturales”.

Prensa Rural señaló que las comunidades indígenas de la zona denunciaron que esa base  “se abona al control geoestratégico imperialista en la región y al saqueo de los recursos naturales, en este caso con el aval del presidente Horacio Cartes” en confabulación con el contralmirante George Ballance, entonces director de Cooperación en Seguridad del Comando Sur. Poco antes había instalado en 2012, en Chile, un “Centro de Entrenamiento para Personal de Operaciones de Paz en Zonas Urbanas”, en el Fuerte de Aguayo de la ciudad de Concón, Valparaíso.

Una investigación periodística de Raúl Capote en Granma de Cuba, sustentado en documentos publicados en los portales del Comando Sur y del Ministerio de Defensa estadounidense, advierte sobre la estrategia que aplicará en Latinoamérica durante los próximos 10 años, justificando sus acciones directas contra Cuba, Bolivia y Venezuela, que por mantener relaciones de cooperación con China, Rusia e Irán, son consideradas enemigos de Washington.

Cita el texto publicado por Granma que el actual Comandante del Comando Sur, almirante Kurt Tidd, “en febrero del 2018 expuso ante el Congreso los escenarios planteados para el continente, objetivos, medios y estrategias acordes con la Estrategia de Defensa Nacional (2018) y la Estrategia de Seguridad Nacional (2017-2018)”. “En términos de proximidad geográfica, comercio, inmigración y cultura, no hay otra parte del mundo que afecte más la vida cotidiana de EEUU que América Central, América del Sur y el Caribe”, dijo Tidd.

Para lograr mantener la hegemonía de Washington en la región, resaltó Tidd, las amenazas latinoamericanas deben enfrentarse por medio de una “Red de Redes”, operada por el Comando Sur. “Tres fuerzas de tarea conjunta actuarán en este plan: Fuerza de Tarea Conjunta-Bravo (Base Aérea de Soto Cano, Honduras), Fuerza de Tarea Conjunta de Guantánamo, La Fuerza de Tarea Interagencial y Conjunta-Sur (Cayo Hueso, Florida)”.

El nuevo presidente de Colombia, Iván Duque, luego de reunirse en Washington con el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, informó que será frontal contra Venezuela y anunció la salidad de su país de la Unasur. Para los fines de control militar en la región, con 2.200 kilómetros de frontera terrestre con Venezuela, es un punto geográfico bisagra, equivalente a lo que es Israel para Washington en el Medio Oriente.

La nueva relación de Colombia con la OTAN (a la que aspira sumarse el gobierno conservador de Chile)  y la gran inversión militar del gobierno del saliente presidente Juan Manuel Santos en 2017, por unos 9.713 millones de dólares, 3,1% del Producto Interno Bruto (PIB), dan prueba de ello. Los gastos militares colombianos son menores que los brasileños, lindero también con Venezuela, pero superiores a los de Argentina (5.680 millones de dólares, 0,9% de su PIB) y México (6.000 millones de dólares, 2,5% de su PIB), cifras que se dan en paralelo  a recortes en ciencia, tecnología, salud y educación.

EEUU anunció asimismo la instalación de una base militar en Neuquén, Argentina, lugar donde la empresa YPF encontró en 2011 “un mega yacimiento de petróleo”, el de Vaca Muerta, y el gobierno argentino habló de un Centro de Inteligencia Regional en Ushuaia, en Tierra del Fuego.

Los ministros argentinos de Defensa y de Seguridad, Oscar Aguad y Patricia Bullrich se reunieron en EE UU. con funcionarios del Departamento de Estado, del FBI, la DEA y directivos del Comando Sur, tras lo cual autorizaron la instalación de una base militar en la Triple Frontera con Paraguay y Brasil, pero que también les permite acceso a Bolivia, Chile y Uruguay.

Asimismo, Perú en los últimos años “se convirtió en pieza clave del despliegue militar estadounidense en la región con la instalación de bases en la selva y los Centros de Operaciones de Emergencia Regional (COER)”.

La guerra que EEUU lleva a cabo contra Venezuela necesita de una fuerza regional que intervenga no solo en lo económico y político, sino también en lo militar, lo que explica la renovada injerencia directa e indirecta sobre las Fuerzas Armadas, Policía Nacional y soberanía nacional de Ecuador, que incluye brindar capacitación, inteligencia, intercambio de información y acceso a colegios militares.

La presencia de militares estadounidenses en suelo ecuatoriano, bajo el pretexto de lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, se oficializó con la visita del subcomandante del Comando Sur, Joseph P. DiSalvo, para coordinar las acciones militares con las máximas autoridades de ese país. “Debemos pensar en una estrategia nueva, que más que un Plan Colombia sea un plan Sudamérica, donde todo el mundo pueda combinar sus esfuerzos y así luchar contra esto”, expresó DiSalvo en una entrevista ofrecida a medios ecuatorianos.

Hay que tomar muy en serio la advertencia de Evo Morales.

*Antropóloga y economista boliviana, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

VERSIÓN EN PORTUGUÉS

Evo Morales alerta sobre a invasão encoberta dos EUA na América Latina
Por Sullkata M. Quilla

O presidente de Bolívia, Evo Morales, denunciou uma invasão encoberta dos Estados Unidos sobre América Latina, depois que Washington anunciou o envio à Colômbia de um navio hospital para atender os venezuelanos que se encontrem nesse país fronteiriço, e afirmou que a melhor ajuda que o governo de Trump pode dar à Venezuela é “o respeito à sua soberania e o levantamento do bloqueio econômico imposto injustamente pelo império norte-americano”.

“Condenamos a invasão encoberta do governo dos Estados Unidos à América Latina, ao enviar à Colômbia um barco do Pentágono. A embarcação USNS Comfort, com capacidade para transportar helicópteros de guerra, longe de prestar a `ajuda humanitária´ que alegaram em suas justificativas, é uma ameaça contra a Venezuela”, alertou o mandatário, através do twitter. “Toda e qualquer agressão à Venezuela é uma agressão a toda a América Latina”, acrescentou.

Enquanto isso, os Estados Unidos continuam planejando e financiando a destruição da integração latino-americana, para poder impor a velha Doutrina Monroe da “América para os (norte)americanos”. Há interesses geopolíticos que tem a ver com o acesso aos recursos, como o petróleo, o gás, a água doce, a biodiversidade, os minerais, etc. “São recursos essenciais para que Washington mantenha seu poder hegemônico imperial”, indicou Pablo Ruiz integrante do grupo de Observadores da Escola das Américas.

Esse caminho patrocinado por Washington é muito parecido com o que levou ao golpe de Estado contra outros presidentes progressistas: ocorreu em Honduras (2009) contra Manuel Zelaya, ocorreu no Paraguai (2012) contra Fernando Lugo, e ocorreu no Brasil (2016) contra Dilma Rousseff.

Também foi precisamente a estratégia da perseguição judicial parlamentar com a que deixou a porta aberta ao governo dos Estados Unidos para instalar na presidência paraguaia, primeiro Federico Franco, que logo deu lugar a Horacio Cartes, um chefe de Estado complacente com a agenda estadunidense, que facilitou a instalação das novas bases militares, uma delas na Tríplice Fronteira com Brasil e Argentina (e muito perto da Bolívia), mirando ao valiosíssimo Aquífero Guarani.

A justificativa de Washington foi a luta contra o narcotráfico e o terrorismo, a mesma usada para instalar 76 das 800 bases militares que têm no mundo, em países como Brasil, Chile, Colômbia e Peru, e que permitem a Washington controlar a maior reserva de água doce desta região, e que também poderia permitir a exploração de gás de xisto por parte de multinacionais norte-americanas.

A meta é se apoderar dos recursos naturais e do controle geoestratégico da região. Das 76 bases militares, 12 estão no Panamá, 12 em Puerto Rico, 9 na Colômbia, 8 no Peru, 3 em Honduras e 2 no Paraguai,

Em 2015, se concretizou a instalação da primeira base militar estadunidense em território paraguaio, sob o status de “Centro de Operações de Emergência (COE)” no departamento de San Pedro, criada com a desculpa de “ajudar a população em eventos de emergência ou desastres naturais”.

O diário Prensa Rural relata que as comunidades indígenas da zona denunciaram que essa base “se dedica ao controle geoestratégico imperialista na região e ao saque dos recursos naturais, nesse caso com o aval do presidente Horacio Cartes” em confabulação com o contra-almirante George Ballance, então diretor de Cooperação em Segurança do Comando Sul.

Anos antes, em 2012, instalou-se outra base no Chile, o “Centro de Treinamento para Pessoal de Operações de Paz em Zonas Urbanas”, no Forte de Aguayo, da cidade de Concón, região de Valparaíso.

Uma investigação jornalística de Raúl Capote para o periódico cubano Granma, sustentada em documentos publicados nos portais do Comando Sul e do Departamento de Defesa estadunidense, adverte sobre a estratégia que aplicará na América Latina durante os próximos 10 anos, justificando suas ações diretas contra Cuba, Bolívia e Venezuela, países que, por manterem relações de cooperação com a China, Rússia e Irã, são considerados inimigos de Washington.

O texto conta que o atual comandante do Comando Sul, almirante Kurt Tidd, “em fevereiro do 2018 expôs ao Congresso os cenários planteados para o continente, objetivos, médios e estratégias alinhadas com a Estratégia de Defesa Nacional (2018) e a Estratégia de Segurança Nacional (2017-2018)”.

“Em termos de proximidade geográfica, comércio, imigração e cultura, não há outra parte do mundo que afete mais a vida cotidiana dos Estados Unidos que a América Central, a América do Sul e o Caribe”, disse Tidd.

Para manter essa hegemonia de Washington na região, segundo Tidd, as ameaças latino-americanas devem ser enfrentadas por meio de uma “rede de redes”, operada pelo Comando Sul. “Três forças de tarefa conjunta atuarão neste plano: Força-Tarefa Conjunta Bravo (Base Aérea de Soto Cano, Honduras), Força-Tarefa Conjunta de Guantánamo (Cuba) e Força-Tarefa Intergerencial e Conjunta Sul (Cayo Hueso, Florida)”, explica.

O novo presidente da Colômbia, Iván Duque, logo de se reunir em Washington com o vice-presidente dos Estados Unidos, Mike Pence, informou que sua postura será frontal contra a Venezuela e anunciou a saída do seu país da Unasul. Para os fins de controle militar na região, com 2,2 quilômetros da fronteira terrestre com a Venezuela, é um ponto geográfico crucial, equivalente ao papel de Israel para Washington no Oriente Médio.

A nova relação da Colômbia com a OTAN (Organização do Tratado do Atlântico Norte, a mesmo à qual o governo conservador de Chile, também pretende se filiar) e o grande investimento militar do governo de Juan Manuel Santos em 2017, por uns 9,7 bilhões de dólares, 3,1% do Produto Interno Bruto (PIB), dão prova disso. Os gastos militares colombianos são menores que os brasileiros, no mesmo nível dos da Venezuela, e superiores aos da Argentina (5,68 bilhões de dólares, 0,9% do seu PIB) e do México (6 bilhões de dólares, 2,5% do PIB). Cifras que se dão em paralelo aos cortes de gastos em ciência, tecnologia, saúde e educação.

Nesse sentido, os Estados Unidos anunciaram a instalação de uma base militar em Neuquén, na Argentina, lugar onde a empresa YPF encontrou (em 2011) “uma enorme jazida de petróleo”, o de Vaca Muerta, e o governo argentino falou de um Centro de Inteligência Regional em Ushuaia, em Terra do Fogo.

Os ministros argentinos de Defesa e de Segurança, Oscar Aguad e Patricia Bullrich se reuniram nos Estados Unidos, com funcionários do Departamento de Estado, do FBI (sigla em inglês do Birô Federal de Investigação dos Estados Unidos), da DEA (sigla em inglês do Departamento Anti Narcóticos dos Estados Unidos) e os diretores do Comando Sul, e depois disso autorizaram a instalação de uma base militar na Tríplice Fronteira com o Paraguai e o Brasil, a qual também permite o acesso à Bolívia, ao Chile e ao Uruguai.

Outro aspecto diz respeito ao Peru, que se tornou peça chave do cenário militar estadunidense na região nestes últimos anos, com a instalação das bases na selva e nos Centros de Operações de Emergência Regional (COER)”.

A guerra que os Estados Unidos impulsam contra a Venezuela necessita uma força regional que intervenha não só no aspecto econômico e político, mas também no militar, o que explica a renovada intervenção, direta e indireta sobre as Forças Armadas, Polícia Nacional e soberania nacional do Equador, que inclui brindar capacitação, inteligência, intercâmbio de informação e acesso aos colégios militares.

A presença de militares estadunidenses em solo equatoriano, sob o pretexto da luta contra o terrorismo e o narcotráfico, se oficializou com a visita do subcomandante do Comando Sul, Joseph Di Salvo, para coordenar as ações militares com as máximas autoridades desse país. “Devemos pensar numa estratégia nova, que mais que um Plano Colômbia seja um plano América do Sul, onde todo mundo possa combinar seus esforços e assim lutar contra isso”, expressou Di Salvo numa entrevista oferecida a meios equatorianos.

Há de se tomar muito a sério a advertência de Evo Morales.

Sullkata M. Quilla é antropóloga e economista boliviana, e analista associada ao Centro Latino-Americano de Análise Estratégico (CLAE)

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