Bolivia exige elecciones: movilización masiva y huelga indefinida.

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Verónica Zapata,

Una multitudinaria y masiva marcha nacional en Bolivia ecigió el 28 de julio que se realicen las elecciones el 6 de septiembre, las que fueron postergadas por el gobierno de facto por tercera vez para el 18 de octubre, con la excusa de la pandemia, pese a que son numerosos los países que han llevado a cabo en este contexto sus elecciones con éxito.

La movilización fue convocada a primera hora de la mañana en el simbólico lugar de Senkata, La Paz, donde el 19 de noviembre del 2019 ocurrió una masacre, desde donde millares de manifestantes marcharon rumbo a la región de la Ceja, donde se llevó a cabo un cabildo multitudinario.

Esta masiva movilización marca el inicio de una nueva etapa de lucha en el país, en la que participaron todas las organizaciones sociales de Bolivia, encabezadas por la Central Obrera Bolivina (COB) y el pacto de unidad de organizaciones indígenas y vecinales, a los que se sumaron miles de personas de a pie, no aglutinadas en una organización social o partido político.

Esto demuestran el descontento de la sociedad en general frente a las políticas y el accionar antidemocrático del gobierno de facto. Además, la movilización se replicó en diferentes puntos del país.

En el cabildo la COB, su presidente Juan Carlos Huarachi dio un plazo de 72 horas al Tribunal Supremo Electoral (TSE) para que se dé marcha atrás en la postergación de las elecciones y se lleven a cabo el 6 de septiembre. De no ser escuchada esta demanda, a partir del  el lunes 3 de agosto se iniciara una huelga general indefinida con bloqueo nacional de caminos en los nueve departamentos de Bolivia.

Su discurso consistió en expresar el sentir del pueblo: “El problema en el país no es el Covid-19, el problema es este gobierno incapaz que no ha brindado atención en el momento oportuno (…) politizan la pandemia y juegan con la salud y la vida de las personas”, dijo, tras rechazar las acusaciones del gobierno de que las marchas implican contagio de Covid-19. Señaló que los responsables de los contagios que hay en el país es de los gobernantes por no abastecer de insumos de bioseguridad y respiradores a los hospitales.

Orlando Gutiérrez, secretario ejecutivo de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros, sostuvo que “hoy están empezando a sonar los tambores de lucha y va a empezar a sonar el clarín de la victoria de los movimientos sociales del país (…) Estamos en contra de este gobierno tirano (…) esta marcha es una pequeña muestra de que los trabajadores estamos más unidos que nunca en contra de estos gobernantes, que son el peor error político de la historia de Bolivia”.

“El pueblo va a reclamar sus derechos por lo tanto el pueblo unido jamás será vencido”, añadió.

Gutiérrez exigió el respeto de las vías legales y rechazó que avasallen la constitución: “Exigimos que respeten la constitución política de estado, el camino legal de pasar por la Asamblea Legislativa que es quién debe promulgar una ley para modificar otra ley, (respecto a la decisión uniteral del TSE de postergar elecciones) nosotros estamos en defensa del sistema democrático del país”.

Bolivia es el país que más dictaduras ha tenido en la región, pero también es un país vanguardia de resistencia con una experiencia de lucha de más de 500 años con un triunfo histórico arrollador en 2005, que inauguró un proceso revolucionario inédito a nivel mundial, parido desde las entrañas del continente de Abya Yala.

El pueblo boliviano rescata la memoria larga de lucha ancestral y la memoria corta de las luchas por el gas y por el agua que consagraron a Evo Morales como presidente , que trazaran el camino., dijo Gutiérrez, al rememorar la historia de Bolivia: “No existe dictadura alguna que ha estado contra del pueblo que haya podido con el pueblo, la historia nos va a cantar el movimiento de lucha”.

 Las demandas del pueblo: democracia, salud, educación y trabajo.

En defensa de la democracia: La principal demanda durante el Cabildo fue la exigencia de que se lleven a cabo las elecciones el 6 de septiembre, para elegir un gobierno democrático y legítimo con el fin de poder enfrentar la crisis política, social, económica y sanitaria que atraviesa el país.

Estas sucesivas postergaciones de la fecha electoral permiten que el gobierno de facto se siga autoprorrogando en el poder con el fin de ganar tiempo y  desplegar diversas estrategias que garanticen poder quedarse indefinidamente en el gobierno. Entre ellas, vehiculizar la proscripción del Movimiento Al Socialismo (MAS) o planificar el gran fraude al estilo Honduras, dar un autogolpe militar y si no pueden cerrar la Asamblea Legislativa, pretenden gobernar solo mediante decretos y utilizar a esta de fachada “democrática” a una dictadura.

Otra alternativa es intentar vericuetos legales a fin de lograr una nueva convocatoria para el proceso electoral, que implicaría una indefinición en el tiempo y daría tiempo a la derecha para presentar una alianza que una a todo su arco y lograr mejores condiciones.

El objetivo es consolidar un proyecto político neoliberal y un estado terrorista, policial y militar a punta de pistola con represión, persecución política y judicial (lawfare), tortura, secuestros, encarcelamientos ilegales de dirigentes, militantes y todo aquel que reclame sus derechos o piense diferente.

También, promete niveles altos de violencia al estilo colombiano con autoatentados (falsos positivos), grupos paramilitares, creación de grupos terroristas, encarcelamiento selectivos de dirigentes, incluso asesinatos, para convulsionar el país y suspender las elecciones. Este es el panorama que se avizora de acuerdo a los últimos sucesos en la represa de Misicuni, Kara Kara y el trópico de Cochabamba.

Salud: Una demanda es que establezca un plan de contingencia contra el Covid-19, que hasta la fecha no existe en la agenda del ministerio de Salud: lo que se vive es una mera administración de contagios y muertes. La situación es de extrema gravedad con cuerpos en las calles, hospitales colapsados, falta de medicamentes, de médicos, equipos de bioseguridad, insumos de salud, etc.

Cada vez es más evidente de que el gobierno de facto ha planificado un genocidio indígena dejando al pueblo sin atención médica frente al Covid-19 para utilizar la crisis sanitaria a fin de evitar elecciones. Los pacientes suplican atención médica en hospitales, sin recibirla debido a que están colapsados.

A más de cuatro meses del inicio de la cuarentena, el 22 de marzo pasado, Bolivia aún espera los 500 respiradores prometidos por los múltiples ministros de Salud que han pasado por el gobierno de facto. No hay medicinas, la población ha acudido al uso de yerbas medicinales como el wira wira y el eucalipto, y la medicina ancestral.

En este contexto el nivel de sadismo e ignorancia de parte de los golpistas es fenomenal. Antonio Murillo, ministro de Gobierno de facto, se ha burlado de quienes utilizan estas alternativas: “Esa gente que cree cuentos y cree que el Covid-19 se cura con hierbas medicinales, el wira wira y eso, esa gente es estúpida”. Por otro lado,  la Dirección de Medicina Ancestral ha sido cerrada.

Educación: El sector docente exigió la renuncia de Víctor Cárdenas, ministro de Educación y la abrogación del decreto 4.260 sobre educación virtual que encubre un plan de privatización y exclusión de la educación de las comunidades indígenas rurales, la destrucción de la escuela fiscal y rural. No hay norma que regule a los privados en todos los niveles educativos donde los precios se han disparado.

Economía: Desde la implementación de la cuarentena se conocieron tres casos de suicidios por hambre. Los bonos de ayuda que se han entregado gracias a la presión del pueblo son una miseria y no alcanzan. Se anunciaron créditos bancarios para emprendimientos con requisitos inalcanzables.

La recesión en el país ha empezado a sentirse hasta en las familias de clase media alta que apoyaron el golpe, los despidos masivos y rebajas salariales están a la orden del día, y nada indica que vaya a reactivarse la economía, sino que se profundizara mucho más la crisis.

El 24 de junio se anunció el decreto 4.272 de reactivación de la economía, que no destina monto alguno a las empresas estatales con el fin de quebrarlas para su posterior privatización, poniendo en riesgo el fondo que garantiza el bono Juancito Pinto de incentivo escolar.

El decreto solo destinaria una mínima suma a la creación de empleos temporales y no permanentes. El fantasma de la devaluación y la hiperinflación está al acecho. El 22 de julio se conoció que el Ejecutivo desea flexibilizar el tipo de cambio del dólar que se mantiene inamovible desde noviembre del 2011 en el país, logrando que el 92% de los depósitos y créditos bancarios sean en bolivianos, fortaleciendo la moneda nacional.

La dolarización de la economía boliviana profundizaría al límite la situación. Mientras tanto el país se endeuda vía préstamos al Fondo Monetario Internacional (FMI). a un ritmo sin precedentes y esos recursos desaparecen sin llegar al pueblo vía políticas sociales o inversión pública, esta última paralizada. Este mismo destino tienen las numerosas donaciones que han llegado de parte de diferentes países y organismos internacionales para la lucha contra el Covid-19.

Bolivia, único país que atraviesa la pandemia con una dictadura.

Las imágenes de la multitudinaria movilización son más que demostrativas, dado que es difícil de asimilar para otros pueblos de otros países, que en plena pandemia un país se convoque en su totalidad y se movilice tan organizadamente, respetando las normas de bioseguridad, barbijos, distanciamiento social, utilización de alcohol en gel, etc., incluso se contó con la  presencia de personal especifico para cuidar que se respeten estas medias de bioseguridad.

Aquí los contextos y móviles de lucha son opuesto y diferentes a los de las marchas anticuarentena dirigidas por sectores de derecha en EU, Argentina, Brasil, entre otros países.

La explicación reside en que Bolivia es el único país que atraviesa la pandemia con un golpe de estado que llegó al poder a través de la violencia con un saldo de tres masacres. Ello implica que en lugar de que el gobierno ayude y proteja a su población, éste abandona al pueblo a la deriva, el Estado está ausente y/o simplemente no le interesa la vida del otro, menos del que conceptualiza como opositor, masista o indígena.

Por si fuera poco, lo macabro es que es el mismo gobierno de facto, que debería cuidar a su población, es el que mediante un plan sistemático fomenta y manipula los contagios a fin de profundizar el colapso sanitario para poder seguir postergando las elecciones.

La primera fecha de elecciones estaba programada para el 3 de mayo, luego se pospuso para el 6 de septiembre debido que Eidy Roca, la ministra de Salud sostuvo que se esperaba un pico de 130 mil contagios para esa fecha. Apenas se conoció la nueva fecha electoral del 18 de octubre, la misma funcionaria de facto informó que en La Paz, Cochabamba a y Chuquisaca el pico llegará en octubre.

Cada vez que se establece una fecha electoral en simultáneo se hace pública una proyección de contagios por Covid-19 con picos que casualmente coinciden con la fecha electoral: La oficialista Agencia Boliviana de Información y el periódico Bolivia, que administra el gobierno, indicó en una nota que “Bolivia llegará a los picos máximos en Septiembre, Octubre y Noviembre”.

  • Periodista y psicóloga boliviana, colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la).

 

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