Volvió Cristina y se fue ordenando el nuevo gobierno argentino

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Juan Guahán

 Con el regreso de Cristina, después de su prolongada estadía en Cuba –acompañando la rehabilitación de su hija-, el armado del nuevo gobierno comenzó a verse más claro. Cristina es la expresidenta Fernández de Kirchner. Si hubo un hecho cargado de simbología fue la reunión realizada, a su regreso, con el presidente electo.

Alberto Fernández fue al departamento de Cristina, allí se reunió con ella y su hijo Máximo, la “mesa chica” de las grandes decisiones del próximo gobierno. Ésa es la verdad del poder político real, que puede chocar o no con el poder institucional del que será investido Alberto, como Presidente, a partir del próximo 10 de diciembre.Resultado de imagen para alberto fernandez maximo kirchner

Quedó ratificada una primera novedad: Máximo presidiría el futuro bloque oficialista en diputados. Para que ese lugar quede libre, el rosarino Agustín Rossi pasaría a tener su puesto en el gabinete, regresando a la cartera de Defensa que ocupara durante la presidencia de Cristina.

De ese modo, aunque resten cuestiones por definir, el Poder Legislativo quedará controlado por la ex Presidenta. Cristina, además de ocupar la presidencia del Senado en su carácter de vicepresidenta de la Nación, colocará a alguien de su confianza en la vicepresidencia de esa Cámara y esa persona será –detrás de ella- el segundo en la línea sucesoria.

En el Senado fue necesario hacer algunas maniobras para evitar la existencia de dos bloques oficialistas, uno respondiendo a los gobernadores y el otro a Cristina. El cordobés  Carlos Alberto Caserio, cercano a los gobernadores, fue “corrido” hacia el gabinete y el formoseño José Miguel Ángel Mayans, más cercano al cristinismo, quedaría al frente de un bloque único.

En Diputados se está desechando la idea de un interbloque (PJ cristinista, PJ gobernadores y Renovadores) y se confirma que Máximo estaría al frente de un bloque único. La otra duda que reaparecerá una y otra vez será la tarea del “renovador” Sergio Massa, como Presidente de esa Cámara.

Él aspira a ser el vínculo de la misma con el Ejecutivo y en esa función tendrá que articular tareas con Máximo, con quien ha desarrollado una buena relación.

https://www.infobae.com/new-resizer/E6giTDE56zaZh2l-I_7Ii6uWQhU=/750x0/filters:quality(100)/s3.amazonaws.com/arc-wordpress-client-uploads/infobae-wp/wp-content/uploads/2019/08/07212109/acto-Cristina-Kirchner-y-Alberto-Fernandez-en-Rosario-Frente-de-Todos-9.jpgDefinido lo que pasa en el Legislativo es  bueno echar un vistazo a lo que ocurre respecto a la composición del gabinete del Ejecutivo. Allí, todo parece indicar que aquella afirmación de Alberto en el sentido que la influencia de Cristina en su integración “es igual a cero” no parece confirmarse en la realidad.

Cristina, la principal dirigente política del país y que le cediera a Alberto Fernández el primer lugar en la fórmula, se está reservando el derecho al veto de algunos nombres y la proposición de otros que tienen que ver con lugares claves. Todo lo cual está siendo profusamente informado por distintos medios de prensa, además de voceros oficiales y oficiosos.

En lo que respecta al Poder Judicial, la distribución de responsabilidades parece haberse cerrado con Alberto controlando el ministerio de ese sector y el cristinismo con un peso determinante en el estratégico Consejo de la Magistratura, un organismo vital para la designación, sanción y remoción de jueces y fiscales. Allí el futuro oficialismo contará con mayoría.

Se pueden cerrar estas breves y provisorias reflexiones planteando que seguramente Cristina y Alberto procurarán –al menos en estos dos primeros años de gobierno- evitar confrontaciones abiertas. A ninguno de ellos les conviene esa perspectiva.

Cristina se reserva los instrumentos parlamentarios para evitar que el proyecto económico se incline hacia nuevos ajustes. De esa manera supone que podrá mantener y acrecentar su poder, como reserva del progresismo, al no tener responsabilidad directa en algunas medidas de gobierno que puedan no ser de su agrado.

Alberto confía en que la simbología progresista a la que apela sea un puente con el kirchnerismo y con vastos sectores medios. Sabedor del escaso poder territorial que tiene dedicará buena parte de su esfuerzo en construirlo. Su fuerza, ParTE (Partido por el Trabajo y la Equidad), creado por Alberto en el 2012, puede ser uno de los instrumentos de ese objetivo.

La deuda “eterna” y una idea -no oficial- sobre el pagoResultado de imagen para argentina deuda

No es ninguna novedad que, el tema de la deuda externa está en la primera línea de las cuestiones que tiene que resolver el futuro presidente. Los recursos existentes son insuficientes para cubrir los próximos vencimientos y están retenidos los saldos pendientes de entrega del crédito del FMI.

Los funcionarios electos para dirigir los destinos del país han dicho de un modo reiterado que “la Argentina cumplirá con sus compromisos”, aclarando que lo hará pero subordinándolo a dos condiciones: crecer y exportar. En torno al modo que tal acuerdo sería factible, circulan variadas propuestas. Se habla de reducción del capital, quita de intereses, un “período de gracia”. El objetivo de todas estas alternativas es evitar un default generalizado.

Según Alberto Fernández la solución es posible y las conversaciones están encaminadas. En la semana que termina hubo una “novedad”, una especie de “globo de ensayo” sobre lo que se viene.

En la suiza Ginebra se realizó una jornada de Naciones Unidas para debatir sobre el tema de la deuda argentina y su futuro. Allí expuso Martín Guzmán, un economista de La Plata radicado en EEUU, hombre de consulta de Alberto y frecuente interlocutor de Matías Kulfas, seguro integrante del próximo gabinete económico.

Guzmán trabaja en Columbia University y es asesor de Joseph Stiglitz, ganador del Premio Nobel de economía (2001) y ex vice presidente del Banco Mundial (1997/2000), aunque luego fue crítico de sus políticas. Es un viejo conocido de Cristina con la que se ha reunido en varias oportunidades y quien elogiara sus posiciones económicas.

Ese fue el escenario en el que Guzmán expuso las cuatro condiciones que se podrían acordar respecto al tema de la deuda que le reclaman a la Argentina:

“1. No realizar pago alguno de la deuda, ni capital ni intereses, por dos años; 2. No se pedirán nuevos desembolsos del FMI para el pago de deuda a inversores privados; 3. Debe evitarse a toda costa un nuevo default y negociar de buena fe con los acreedores y 4. La propuesta final deberá estar alineada con la necesidad de recuperar la sustentabilidad de la deuda, es decir que el Gobierno pueda enfrentar los futuros pagos”.

Esta posición, cuasi oficial, es semejante al acuerdo celebrado en el 2005 (donde hubo quitas de capital) y de ella se deduce que ahora no se colocaría el eje en una quita, sino en un “período de gracia” que exima al país de todo pago y que debería ser aprovechado para volcar recursos a la inversión y el crecimiento. En esta propuesta, se plantea que para marzo deberían estar terminadas las negociaciones.

Mientras tanto, desde el campo popular da la impresión que sus fuerzas más importantes se han rendido al posibilismo de elegir entre alguna de las ideas desarrolladas, bastante distantes de algunas propuestas de la reciente campaña electoral que se inclinaban por la investigación de su legitimidad y legalidad.

Más lejos aún de lo que se sostuvo –ante situaciones semejantes- algunas décadas atrás, cuando el PJ (conducido por Felipe Bittel, Herminio Iglesias y Vicente Saadi) y la CGT (al mando de Saúl Ubaldini) y otros movimientos y organizaciones populares planteaban el no pago hasta que una investigación determinara el monto real adeudado.

El Juez Federal Jorge Ballesteros (enero 2000), a instancias de Alejandro Olmos (padre), dictaminó sobre la ilegitimidad y arbitrariedad de la deuda contraída entre 1976 y 1983, remitiendo los antecedentes al Congreso de la Nación para que adoptara las medidas pertinentes.

El silencio de los legisladores avaló que tales compromisos se pagaran con la sangre y sudor del conjunto de los argentinos, aunque –a fines del 2001- aplaudieron de pie la suspensión de los pagos planteada por el Presidente Adolfo Rodríguez Saa, criterio rápidamente olvidado pero cuyos efectos fueron utilizados por Néstor Kirchner para no pagar buena parte de la deuda y tener los recursos para el importante crecimiento que se dio hasta la crisis del 2008.

 

*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

 

 

 

 

 

 

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